Los textos jurídicos son complejos y probablemente difíciles de entender para la mayoría de la gente. “Incluso los abogados consideran que el lenguaje jurídico es difícil de manejar y complicado”, afirma Edward Gibson, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge (EE.UU.).
¿De dónde viene esa afición por el galimatías enrevesado?
Un equipo de investigación dirigido por Gibson lo ha investigado y ve paralelismos con los conjuros mágicos: igual que los conjuros contenían rimas especiales y términos arcaicos para señalar poder, el lenguaje enrevesado de los abogados transmite sensación de autoridad.
Para su estudio, los investigadores pidieron a más de 200 personas no juristas de EE. UU. que redactaran leyes oficiales que prohibieran delitos como la conducción bajo los efectos del alcohol, los robos con allanamiento de morada, los incendios provocados y el tráfico de drogas. En una segunda fase, pidieron a los participantes que redactaran descripciones no oficiales de las leyes relativas a esos delitos.
El resultado: al redactar textos jurídicos, los no juristas intentaron utilizar el lenguaje jurídico típico. “La gente parece entender que hay una norma implícita que dice que así es como deben sonar las leyes, y las escriben de esa manera”, afirma Gibson, coautor del estudio presentado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. (PNAS).
En cambio, en las descripciones no oficiales no se observó un aumento de la incrustación del lenguaje jurídico típico en medio de las frases, ni siquiera cuando después se pidió a los participantes que añadieran ciertas cosas a su texto. “En la cultura inglesa, si quieres escribir algo que parezca un conjuro, sabes que tienes que usar muchas rimas anticuadas. Creemos que incrustarlo en el medio quizá indique legalidad del mismo modo”, explicó Gibson.
Una inclinación por el anidamiento extensivo
En un análisis anterior de contratos legales, un equipo dirigido por Gibson ya había demostrado que las definiciones largas suelen insertarse en medio de las frases de los documentos jurídicos, lo que puede dificultar considerablemente la comprensión del texto. “El lenguaje jurídico ha desarrollado de algún modo esta tendencia a construir estructuras dentro de otras estructuras de un modo que no es típico de los lenguajes humanos”, afirma Gibson, catedrático de Ciencia Cognitiva. Ni los legos ni los propios abogados son capaces de hacerlo.
Uno de los objetivos de los investigadores es utilizar sus hallazgos para ayudar a identificar las peculiaridades del lenguaje jurídico y motivar a los legisladores para que en el futuro formulen las leyes de forma más comprensible. Están convencidos de que las leyes podrían reescribirse en un estilo simplificado sin que se perdiera o distorsionara el contenido jurídico.
¿Un legado de la historia del Derecho?
Gibson y su equipo quieren ahora llegar al fondo de la típica incrustación y anidamiento histórico: analizando textos jurídicos más antiguos hasta llegar al Códice Hammurabi, una de las obras jurídicas más antiguas que se conocen, que data de alrededor del año 1750 a.C. “Es posible que en aquel entonces fuera simplemente una forma estilística de escribir, y si se consideraba exitosa, la gente adoptaba ese estilo en otros idiomas”, dice Gibson. “Sospecho que es una característica accidental de cómo se redactaron las leyes por primera vez, pero aún no lo sabemos con certeza”, afirma el profesor.
Los esfuerzos por redactar documentos legales en un lenguaje más claro se remontan al menos a la década de 1970, cuando el presidente Richard Nixon declaró que las regulaciones federales debían ser escritas en “términos sencillos”. Sin embargo, el lenguaje legal ha cambiado muy poco desde entonces.
“Recientemente hemos aprendido qué es lo que hace que el lenguaje legal sea tan complicado, por lo que soy optimista en cuanto a la posibilidad de cambiarlo”, dice Gibson.
*De la DW