Un reciente estudio dio a conocer más detalles sobre la dieta MIND, un tipo de alimentación que ayuda a impedir los estragos del deterioro cognitivo. Para esta ocasión, investigadores descubrieron que también puede ayudar a niños, niñas y adolescentes.

La dieta MIND se basa en las frutas y verduras como principal pilar en la alimentación, las cuales deben estar presentes en todas las comidas de forma mayoritaria. Le da importancia especialmente las virtudes de las verduras de hoja verde y frutas ricas en antioxidantes, como los arándanos y las fresas.

Este tipo de alimentación se destaca por el consumo de granos enteros en lugar de refinados. La dieta le hace énfasis a reducir el consumo de carnes rojas, priorizando el pescado rico en Omega-3 y carnes magras (pollo y pavo, por ejemplo). De igual manera, las legumbres también son claves en esta dieta, debido a que reemplazan el consumo de sal, grasas saturadas, alimentos ultra procesados y alcohol.

La dieta le da prioridad al consumo de verduras. | Foto: &#169 Lew Robertson/FoodPix

Middlesex Health explica que se ha demostrado que comer esta clase de alimentos, junto con la evasión de otros, tiene efectos positivos con respecto al deterioro cerebral, lo cual implica la reducción de la probabilidad para desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

La dieta MIND surgió como un híbrido de dos estilos de alimentación existentes respaldados por décadas de investigación: la dieta DASH y la dieta mediterránea. Los investigadores universitarios desarrollaron la dieta MIND para enfatizar los alimentos que impactan la salud cerebral.

En primer lugar, la dieta destaca la importancia de las verduras, principalmente el consumo de hojas verdes como la col rizada, repollo, espinaca, lechuga, repollo y espinaca. Las hojas verdes están repletas de nutrientes relacionadas con una mejor salud cerebral como el folato, la vitamina E, los carotenoides y los flavonoides. Además se ha demostrado que una porción al día retarda el envejecimiento cerebral.

La dieta incluye positivamente en el desarrollo cognitivo. | Foto: Hayden Bird

Adicionalmente, la dieta sugiera comer bayas, arándanos y fresas para ralentizar el deterioro cognitivo, debido a que estos alimentos cuentan con niveles de flavonoides importantes para el organismo. Las nueces también son importantes por su contenido en vitamina E soluble en grasa.

Otro alimento básico de la dieta mediterránea que tiene un lugar en la dieta MIND es el aceite de oliva. Los expertos recomiendan usarlo como el aceite de cocina principal y evitar la mantequilla y la margarina.

Como tal, esta clase de dieta fue descubierta hace varios años, pero el reciente estudio La dieta MIND se relaciona con una mejor concentración en niños en edad escolar reveló esta clase de alimentación no solo beneficia a adultos, sino también tiene influencia en menores de edad.

El informe tomó en cuenta dos índices: el Índice de Alimentación Saludable - 2015, la cual se basa en las Guías Alimentarias para los Estadounidenses; y el Índice de la Dieta Mediterránea - Intervención DASH para el Retraso Neurogenerativo (MIND).

Los investigadores tomaron como muestra (aparte de los índices) a 85 estudiantes correspondientes entre las edades de siete a 11 años. Durante algunas semanas, evaluaron cómo su rendimiento se mejoraba a medida que estaban al corte de la dieta. Igualmente, se vieron beneficiados algunos niños con autismo y TDAH; por lo que la dieta es positiva sin importar alguna condición.

Los investigadores notaron mejorías en el rendimiento académico en los niños y niñas que consumieron la dieta. | Foto: Getty Images

Al evaluar los resultados de la alimentación, los investigadores encontraron que el consumo de estos alimentos influye en mejorar la inhibición atencional en los niños y niñas, por lo que permite hacer que inconscientemente el cuerpo de ellos se resista a agentes distractores.

En ese orden de ideas, los expertos sugieren que la dieta MIND tiene un gran potencial para desarrollar el desarrollo cognitivo de los niños, un asunto importante al hacer referencia a la etapa escolar. El estudio confirmó que el consumo de los alimentos generó que los estudiantes de varias instituciones mejoraran su rendimiento al ser más participativos en las aulas y en la realización de tareas.