La visión es el sentido en el que el ser humano más confía. Muchas personas se preguntan a menudo cómo sería la vida sin ver, por ello es imposible no sentir admiración por aquellos que han perdido (o nunca han tenido) el don de la vista.
Una de las principales causas de la pérdida de visión en Europa es la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Según datos de la Fundación Macular de Barcelona, “la DMAE afecta a unas 700.000 personas en España (el 1,5 % de la población actual) y es de las patologías asociadas a la ceguera que más crecerán en los próximos años. Si se considera solo la población mayor de 50 años (población con mayor probabilidad de padecer DMAE), la prevalencia es del 5,3%. La DMAE representa en la actualidad la primera causa de ceguera en los países desarrollados”.
Al mismo tiempo, se trata de una ceguera un tanto particular. Se debe al deterioro de una zona de la retina llamada mácula lútea, pigmentada de la retina, justo en el fondo del ojo donde la concentración de células fotosensibles es mayor. Esta es el área encargada de los detalles. Cada vez que una persona lee, ve a alguien o mira algo a propósito, con atención, es la mácula la que se está encargando de ese trabajo.
El problema es que esta zona de la retina es susceptible de sufrir daños (en realidad, todas lo son, pero esta es más vulnerable). Este riesgo aumenta exponencialmente con la edad, pues, según explican desde el Instituto nacional de los Ojos de EE. UU., “la degeneración macular ocurre, por regla general, en individuos de edad avanzada”.
Desde la autoridad sanitaria de EE. UU. también describen cuáles son los principales factores de riesgo: “Tanto los factores genéticos como el consumo de tabaco juegan un papel fundamental en el desarrollo de la enfermedad”.
De igual forma, existe una lista detallada de los factores de riesgo de esta enfermedad. Uno de los textos más completos al respecto es el realizado por los doctores Nikolaos Tzoumas y Dean Hallam y su equipo del Instituto de Biociencias de la Universidad de Newcastle. En él, los investigadores precisan que los factores de riesgo son principalmente los factores genéticos, la edad y el consumo de tabaco, pero no son los únicos:
- Edad: “Se trata del mayor indicador de DMAE, particularmente en las personas que tienen más de 50 años”.
- Raza y etnia: Según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Salud, la prevalencia de la enfermedad es extraordinariamente superior en personas de raza blanca que en hispanos, negros o asiáticos. Se calcula que en EEUU, el 13,59% de las personas blancas de más de 80 años de edad la padecen, mientras que esta cifra desciende hasta el 2,22% en el caso de las personas de raza negra; el 2,12%, en el caso de los de raza hispana, y el 2,13%, en el de los asiáticos.
- Tabaquismo: Las cifras actuales sugieren que el consumo de tabaco multiplica entre dos y tres veces el riesgo de padecer esta enfermedad, en comparación a alguien que nunca ha fumado. De hecho, un estudio científico de 2005 ya avisaba de que “existen claras evidencias de una correlación entre el consumo de tabaco y los daños en la retina y en la mácula”.
- Hipertensión arterial: Diversos estudios han vinculado esta enfermedad al desarrollo de la DMAE. De todos modos, se trata de un dato curioso, pues el estudio específico que no son los valores altos de presión arterial sistólica o diastólica, sino una alta presión diferencial (la diferencia entre la sistólica y la diastólica) la que aumenta el riesgo de padecer la enfermedad.
- Ateroesclerosis: Un estudio realizado por investigadores de la Clínica Universidad de Navarra consiguió relacionar esta afección de los vasos sanguíneos con el desarrollo y progresión de la degeneración macular.
- Niveles altos de colesterol en la sangre: Se ha descrito cómo este problema de salud, asociado también a la ateroesclerosis, puede aumentar sustancialmente el riesgo de DMAE.
- Obesidad: Es especialmente peligrosa en el caso de los hombres, pues aumenta mucho el riesgo de problemas de la retina.
- Ingesta de grasas: Dos estudios clave dieron con la respuesta a la importancia que tiene una buena alimentación en la salud de nuestra mácula. El primero determinó que el consumo de grasas trans, saturadas y también los ácidos grasos omega-6 contribuían a la DMAE, mientras que el segundo estudio relacionó las grasas monosaturadas, en concreto los ácidos grasos omega-3, con una reducción del riesgo.
- Exposición a luz ultravioleta: Muchos expertos han descubierto posibles correlaciones entre la degeneración macular y la radiación ultravioleta de procedencia solar. De todos modos, ningún resultado es concluyente.
Los primeros síntomas de la enfermedad, que es esencial detectarlos precozmente para poder empezar la medicación adecuada, a fin de evitar su avance, son los siguientes:
- Pérdida de visión central: Una mancha, de tamaño variable, aparecerá en el centro de la imagen que la persona esté mirando.
- Visión distorsionada: También conocida como metamorfopsia. Se trata de un fenómeno visual que se caracteriza por percibir como onduladas líneas que son completamente rectas.
- Recuperación excesivamente lenta de la visión tras ser expuestos a luz brillante.
- Pérdida de la agudeza visual.
- Problemas para diferenciar colores, especialmente los oscuros de los oscuros y los claros de los claros.
Para su tratamiento, deben considerarse determinadas variables. Uno de los mayores estudios sobre la visión jamás realizado, el estudio AREDS, confirmó que en casos de DMAE tempranos o intermedios, determinadas suplementaciones nutricionales podrían ser claves para retrasar el desarrollo de la enfermedad. El mix de suplementos establecido por el estudio AREDS consiste en:
- 500 mg de vitamina C
- 80 mg de zinc
- 400 unidades equivalentes de vitamina E
- 2 mg de cobre
- 15 miligramos de betacaroteno
En el segundo estudio AREDS se rediseñó la lista, quitando el betacaroteno (pues puede ser peligroso para los fumadores, dado que ayuda a desencadenar cáncer de pulmón) y sustituyéndolo por 2 mg de zeaxantina, y añadiendo, además, 10 mg de luteína.