A pesar de tener vidas totalmente diferentes y de tener profesiones distintas, lo tres motivan y prestan un servicio a los demás. Estas fueron las experiencias que compartieron en su intervención en Ideas al Barrio. SILVIA CORZO: “SIGO SIENDO COMUNICADORA, LO QUE CAMBIÉ FUE EL MENSAJE”. Las noticias negativas influyeron para que decidiera convertirse en una comunicadora de hechos positivos. Ella narró cómo en el medio en el que trabajaba antes, los noticieros de televisión, tuvo tanta carga laboral, depresión y tristeza, que lloraba en los baños, no se sentía bien con las noticias negativas, hasta que su salud decayó: “Somos gente tan ocupada, y no escuchamos nuestro cuerpo y nuestras emociones”. Y se cuestionó sobre la felicidad y eso la motivó a buscarla, que es para ella “paz interior y mental”. Estuvo en un tratamiento psiquiátrico y con diversos médicos para tratar sus enfermedades, para entender que los miedos si no se controlan terminan siendo un monstruo. Y dijo: “Si nos conectáramos con el niño interno, feliz, tranquilo, dejándose guiar por el corazón, viviríamos felices”. Silvia Corzo hoy sigue siendo comunicadora, pero con otro enfoque: “Soy muy feliz tanto en cámara, diciendo algo positivo, o si estoy frente a cinco personas. Debemos seguir nuestro corazón, abrazar la incertidumbre y desprendernos de la opinión de los demás”.
GONZALO MALLARINO: “LA GENTE DEBE SER GENUINA”. Este administrador de empresas dejó casi todo por escribir. El escritor relató cómo pasó de ser un empresario exitoso a un cargo más “noble”, como él lo llama. En sexto de bachillerato no pudo hacer lo que realmente le gustaba, escribir, y le dio miedo dejarle “todo a la sensibilidad”. Por eso estudió administración de empresas, donde fue exitoso, pero se dio cuenta que si un empresario tiene que despedir 40 personas, no tenía los riñones para hacerlo. Y fue así como lo nombraron rector del Gimnasio Moderno, algo más noble y tranquilo. “Poco a poco empecé tener tranquilidad logrando hacer lo que tanto me gusta. Uno aprende con la vida a ser humilde. Voy a cumplir 60 años y estoy aterrado: la vida es sencilla, a través de mis libros siento que ayudo a los demás”. Todos sus libros son acerca de mujeres y sobre Bogotá. Y cuando escribe lo hace en tercera persona, como mujer: el mundo de lo masculino que le tocó vivir le parece aburrido. “Las mujeres tiene más matices, yo hice contacto con ese niño interior para escribir y llevo 12 libros hablando sobre ellas. La clave para cambiar de vida es ser genuino, no chicanear con los demás ni asaltar la buena fe de las personas”, concluyó.
FARYD MONDRAGÓN: “EL FÚTBOL ES COMO LA VIDA”. Dedicado a las charlas motivacionales. No nació en una “cuna de oro”, como dice, pero tuvo el privilegio de estudiar en un colegio privado. Y un entrenador le dijo que él no sería nadie en el fútbol porque no tenía hambre, pero Mondragón descubrió tiempo después que “el hambre la tenía en el corazón”. Luchó por sus sueños y decidió jugar fútbol: “en una época en la que no tenía el status de hoy. “Yo llegaba donde mi suegro y este me preguntaba ¿qué va a estudiar? Cuando le dije voy a ser futbolista, fue la última vez que vi a mi suegro”. Le sugerimos: La fuerte discusión entre Alejandra Borrero y Amparo Grisales por el feminismo Jugó en Independiente de Argentina y empezó a creerse el cuento: “Lo único que pensaba era en fama y mujeres”. Un enfoque diferente al que debía tener un futbolista profesional. Una vez terminó su carrera de futbolista rompió la burbuja en la que vivía, ya nada lo motivaba y en algún momento ni siquiera ver a sus hijos lo movía. Según él, todo estaba mal. Así que volvió a sus inicios, donde aprendió que los momentos difíciles hay que transformarlos. “Hemos sido educados en una cultura en la que lo desconocido produce miedo”, dice Mondragón. Y hoy ofrece una charla que se llama ‘Desde el arco‘, donde hace un comparativo entre todas las experiencias de vida y el fútbol, el trabajo en equipo, la honestidad y otros valores que tienen que ser compartidos para realmente evolucionar.