La fibromialgia y la artritis son dos enfermedades reumáticas que afectan al tejido conjuntivo del cuerpo. Se trata de dolencias diferentes aunque compartan algunos de sus síntomas.
Ambos padecimientos se manifiestan por inflamaciones dolorosas en las partes musculares y fibrosas del cuerpo que producen malestar generalizado, dolor, entumecimiento matutino, hipersensibilidad a la presión y rigidez.
La principal diferencia es que la fibromialgia es un padecimiento que ocasiona dolor en todo el cuerpo pero es intermitente, aparece y desaparece; mientras que la artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune que afecta principalmente las articulaciones.
De hecho, es posible que ambas coexistan en una misma persona. Una de las formas de diferenciarlas es que la artritis reumatoide genera deformación de las articulaciones, especialmente de la manos.
Estas enfermedades comparten algunos síntomas como el dolor, trastornos del sueño, fatiga y sentimientos de depresión y ansiedad, según precisa el portal Medicina y Salud Pública.
Si bien la Arthritis Foundation considera la fibromialgia como una afección relacionada con la artritis, hay claras diferencias entre las dos condiciones. La AR y la fibromialgia tienen un progreso muy diferente. Mientras la primera puede estallar y empeorar progresivamente sin tratamiento; la segunda, suele causar dolor constante que puede empeorar con la falta de sueño y el estrés.
Otro de los aspectos que las diferencia es la inflamación. En la AR, la inflamación de las articulaciones es uno de los síntomas principales y el dolor se concentra principalmente en estas partes, las cuales en algunos casos se ponen rojas y calientes. Para la fibromialgia, el dolor es principalmente muscular y alrededor de la articulación y, además, se extiende por todo el cuerpo.
Ambas condiciones pueden causar trastornos del sueño y la fatiga. Pero los problemas del sueño en personas con fibromialgia tienden a ser más agotador. Un estudio preliminar encontró que las mujeres con fibromialgia reportaron mayor somnolencia diurna, que quienes sufrían de AR, señala el mencionado portal.
Con la AR, la fatiga también puede ser el resultado de la inflamación y la anemia, pues esta última afecta hasta dos tercios de las personas que enfrentan este padecimiento.
El dolor de la fibromialgia puede aparecer en las articulaciones y músculos, pero esta enfermedad no daña las articulaciones de la manera que lo hace la artritis. Tampoco daña los músculos u otros tejidos blandos, a pesar de que el dolor se intensifique.
Los sentimientos de depresión y ansiedad son síntomas comunes en estas dos enfermedades y son molestias que pueden afectar la calidad de vida.
Factores de riesgo compartidos
El portal Fibromialgia Noticias indica que estas dos enfermedades también comparten factores de riesgo. El estilo de vida, el peso y nivel de estrés pueden aumentar las posibilidades de padecer artritis y fibromialgia.
Algunos cambios en el estilo de vida ayudan tanto a las personas que padecen tanto de una como de otra enfermedad. La recomendación de los expertos es entonces hacer ejercicio, tratar de dormir bien y hacer terapia física y ocupacional.
Si bien, tal vez el ejercicio sea lo último que una persona con estos padecimientos quiera hacer, es clave. Los aeróbicos y las actividades que mantienen el ritmo cardíaco alto, pueden aliviar el dolor al producir sustancias químicas calmantes que combaten el dolor. El consejo es tratar de realizarlo durante 30 minutos, dos o tres veces por semana. Correr, montar en bicicleta y nadar enérgicamente son buenas opciones.
Así mismo, un buen descanso en la noche puede ayudar a aliviar la fibromialgia y los síntomas de la AR. Para mejorar el sueño, los especialistas recomiendan tratar de acostarse y levantarse a la misma hora todos los días. También evitar la cafeína y el alcohol al final de la tarde y por la noche. Antes de acostarse, relajarse con una actividad que le llame la atención, como tomar un baño tibio o escuchar música relajante.
Por último, es importante realizar terapia física y ocupacional: los fisioterapeutas enseñan ejercicios para mejorar la fuerza, flexibilidad y rigidez, mientras que los terapeutas ocupacionales ofrecen formas de realizar las tareas diarias con menos dolor.