Cuando la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia por el nuevo coronavirus, el confinamiento en casa fue una de las estrategias extremas de las que echaron mano los gobiernos. Según algunos estudios, evitó millones de muertes en el mundo, pero a un costo económico y social muy alto. Para no ir muy lejos, el desempleo en el país alcanzó el 21,4 por ciento en mayo, lo que representa una pérdida de más de 5 millones de empleos. Miles de negocios quebraron y muchos colombianos hoy presentan síntomas mentales por el encierro prolongado y la incertidumbre. Una sociedad no puede encerrarse hasta que aparezca una vacuna, algo que podría llegar el año entrante. A días de cumplirse los seis meses de aislamiento, el país ya no aguanta más encierro, no solo por el hastío, sino porque los indicadores que miden el comportamiento de la actividad económica ya muestran que el segundo trimestre de 2020 es el peor de la historia y que al final de año el Gobierno estima que la caída de la economía podría ser del 5,5 por ciento. Por eso, ante la reapertura casi total este primero de septiembre, ahora el mensaje es que los colombianos deben aprender a vivir con el virus y manejar el riesgo de una manera responsable pues como lo dijo el ministro de Salud, “si nos relajamos perdemos todos”.

Así las cosas, la única manera de lidiar con la covid-19 será echar mano de mecanismos de autoprotección. Así lo están planteando otros países del mundo que tuvieron encierros prologados y hoy en lugar de esa medida están pensando en nuevas formas de mantener la distancia social para bajar las infecciones sin afectar las actividades diarias de la población. Es cierto que en algunos de esos lugares ha habido rebrotes, pero es mucho más fácil controlarlos -porque son casos muy concentrados- que encerrar a toda una ciudad por meses.

Por fortuna, tras más de seis meses de pandemia, los científicos tienen mucha más claridad hoy acerca de las situaciones que con mayor probabilidad pueden ocasionar un contagio. Antes se creía que había que limpiar las superficies, los zapatos, la ropa, los víveres, lavarse las manos constantemente. Aunque ese cuidado sigue siendo necesario, no es el determinante para detonar una infección. Los estudios más recientes señalan que el principal culpable de la mayoría de contagios son las interacciones persona a persona. Erin Bromage, profesor de biología de la Universidad de Massachussetts Darmouth, escribió un blog titulado The risks -know them- avoid them, que hoy es viral en el que dice que aunque es bueno usar el gel antibacterial y limpiar las superficies con frecuencia, el mayor riesgo se resume en dos situaciones: “Las charlas que la gente sostiene con otros a corta distancia, y tener a muchas personas encerradas en un mismo sitio por tiempo prolongado”. Esto es así porque cada vez hay más evidencia de que el virus está en el aire. La ciencia del contagio

Reapertura de terminal de transporte de Bogotá este 1 de septiembre. Foto: Guillermo Torres Reina.  Cuando alguien infectado tose, estornuda, o incluso cuando hace actividades aparentemente tan inofensivas como hablar o respirar, emite gotas de diferentes tamaños que contienen partículas virales. La carga requerida para generar la infección es cerca de 1.000 partículas de virus por minuto. En la respiración normal se producen más o menos 20, en un discurso 200, pero a medida que la persona alza la voz o grita expulsa más. Al toser o estornudar una persona puede generar 200 millones de dichas partículas. Con la tos estas pueden dispersarse entre 3 y 4 metros y en un estornudo hasta 8. La infección ocurre cuando estas llegan a los ojos, la boca o la nariz de una o varias personas que están cerca del personaje infectado. Gracias al estudio de varios casos emblemáticos de infección en el mundo, los investigadores han establecido que el riesgo varía de acuerdo con tres factores: el espacio en que se produce, el tiempo que dure el encuentro y la distancia que haya entre el infectado y las demás personas.

Del espacio se puede concluir que aquellos que son cerrados, con poca ventilación y donde se congrega mucha gente son los más peligrosos. Como sucedió en un restaurante en Guangzhou, al sur de China donde 90 personas se reunieron para celebrar el año nuevo chino a finales de enero. En esa ocasión 9 comensales se infectaron por una sola persona que estaba sentada en una de las mesas. En el momento era asintomático, pero más tarde presentaría los primeros síntomas de la enfermedad. De acuerdo con los investigadores, el paciente infectado estaba en una mesa con otras ocho personas, de las cuales cuatro más se infectaron esa noche.

Reapertura del aeropuerto El Dorado este primero de septiembre. Foto: Guillermo Torres Reina.  En cuanto al tiempo, mientras más dure la interacción con el infectado más riesgo habrá de contagio. Así pasó en el caso del restaurante y en otros más. Quienes estaban en la mesa a la derecha de la del infectado coincidieron con él por solo 18 minutos y eso hizo que solo se contagiaran dos personas de ese grupo. Pero en la mesa adyacente se infectaron tres porque estuvieron con el afectado simultáneamente más de 45 minutos. Según los investigadores, el virus salió como aerosol de su respiración o de su boca y se quedó en el aire por un largo periodo. El aire acondicionado del lugar fue clave para la propagación del virus pues hizo recircular las partículas y ocasionar la infección en las tres mesas vecinas. El otro caso sucedió el 10 de marzo en una iglesia en el Estado de Washington durante el ensayo del coro. En esa oportunidad los asistentes evitaron saludarse con abrazos y estrechón de manos, se hicieron a una distancia prudente y procuraron no compartir cosas. Incluso dijeron a quienes no se sentían bien de salud que permanecieran en casa. Pero un miembro asintomático fue a la cita y cantó con los demás integrantes del coro durante dos horas y media. El recinto era un espacio cerrado.  Los investigadores encontraron que al cantar el individuo infectado produjo aerosoles que permanecieron suspendidos en el aire por un tiempo. Eso fue suficiente para que la gente inhalara esas gotitas al respirar profundo mientras cantaban. En cuatro días 45 de los 60 miembros desarrollaron síntomas, dos de los cuales murieron. 

El tercer caso muestra cómo la cercanía puede infectar a la gente. El caso sucedió en un call center en Seúl donde un empleado infectado llegó a trabajar al piso 11 del edificio. El piso tenía 216 empleados más. En una semana 94 de ellos se infectaron y 92 de ellos desarrollaron síntomas. El hecho más curioso es que a pesar de que los trabajadores interactuaron con otros empleados de pisos diferentes y compartieron el ascensor en varias oportunidades solo se infectaron los del mismo piso. Este caso ayudó a resaltar que estar en un sitio cerrado, rodeado de mucha gente y por un tiempo prolongado incrementa la posibilidad de exposición e infección.  Tiempo y distancia

A la luz de estos estudios un local cerrado, con mucha gente y poca ventilación es de alto riesgo. Si además de eso, hay música estridente, el riesgo aumenta puesto que la gente tendrá que hablar más alto para que la escuchen y eso significa más expulsión de gotas con carga viral. Esta dinámica de transmisión puede verse también en bares, en sitios de karaoke o en gimnasios, conferencias, matrimonios y fiestas de cumpleaños donde la gente canta y habla con voz recia.  Gracias a estos hallazgos, las oficinas, los comercios y fábricas están preparándose para proteger a la gente de una infección al tiempo que se reactiva la economía. Lo que pasó en el call center, por ejemplo, ha llevado a pensar que, para hacer el lugar de trabajo más seguro, es importante controlar el número de personas que van a la oficina, ya sea con medidas que impliquen turnos de teletrabajo, y de protección basadas en distanciamiento social y mascarillas. La ventilación apropiada también ha mostrado ser crucial ya sea en el trabajo o en los lugares que la gente visite. Esas mismas recomendaciones podrían servir para los diferentes medios de transporte. Estudios hechos en Japón muestran que los trenes, buses y aviones pueden ser menos riesgosos si tienen buena ventilación, si la gente usa mascarillas y si van menos ocupados que antes para asegurar que haya distancia social. En Praga, por ejemplo, las autoridades aumentaron la periodicidad de buses y trenes para evitar que estos se congestionen de gente. 

La apuesta es a no volver a hacer cuarentenas y a tener un proceso de educación, que desde ya parece difícil de adoptar dada la informalidad de los colombianos. Por eso son importantes las campañas educativas. Según los expertos para ganar esta nueva batalla se necesita de un eficaz programa de cultura ciudadana donde se junten los esfuerzos de los sectores público y privado para enseñarle a la gente que la guerra se gana si todos asumen su parte de responsabilidad.  Actividades al aire libre como caminar y montar en bicicleta, consideradas de más bajo riesgo, podrán volver a ser parte de la vida diaria. Los restaurantes, que se encuentran en la categoría de alto riesgo, pueden bajar a riesgo medio si atienden solo en exteriores y mantienen a los clientes a una distancia social prudente. Para esta nueva fase, sin embargo, la gente debe tener presente que todo lo que implica reunión de personas en un recinto cerrado y mal ventilado, como bodas, ceremonias, misas, funerales, celebración de cumpleaños y grandes reuniones de trabajo es de alto peligro. Como dice Erin Bromage la gente debe tener presente que la fórmula de contagio está en el tiempo y la proximidad a los demás y con base en eso programar sus actividades. Y entender que su salud y la de sus conocidos está en sus propias manos.