La frecuencia cardíaca o pulso es la manera más común para examinar en qué estado se encuentra el corazón, a partir del número de veces que late por minuto y el ritmo que mantiene en dicho proceso. Asimismo, este puede variar en función de factores como la edad, la temperatura, la condición física, la emociones, entre otros.
Según explica el doctor Edward R. Laskowski, especialista citado por el portal médico Mayo Clinic, una frecuencia cardíaca en reposo normal para los adultos oscila entre 60 y 100 latidos por minuto.
“Generalmente, una frecuencia cardíaca más baja en reposo implica una función cardíaca más eficiente y un mejor estado físico cardiovascular. Por ejemplo, un atleta bien entrenado puede tener una frecuencia cardíaca en reposo normal cercana a 40 latidos por minuto”, detalla Laskowski.
La Fundación Española del Corazón, en su página web, explica que para el correcto funcionamiento del organismo es importante que la sangre llegue a todos los órganos el cuerpo -lo que sucede gracias al corazón y su función natural de bombeo-. Para lograrlo, “se requiere de una determinada presión (presión arterial) y a una determinada frecuencia. Dada la importancia de este proceso, es normal que el corazón necesite en cada latido un alto consumo de energía”.
¿Cómo medir la frecuencia cardíaca?
Existen varias técnicas para medir el pulso o frecuencia cardíaca en el organismo. De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, el pulso se puede medir en zonas por las cuales la arteria pasa cerca de la piel: la parte posterior de las rodillas, la ingle, el cuello, la sien, la parte alta o la cara interna del pie o la muñeca.
Una de las maneras más comunes para medir el pulso es en el cuello. Para hacerlo, se ubican los dedos índice y medio al lado de la manzana de Adán, luego, se presiona suavemente hasta localizar el pulso.
Según la información de Medlineplus, sitio web oficial de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, es recomendable sentarse o acostarse antes de tomar el pulso del cuello, ya que las arterias de esta zona, en algunas personas, son sensibles a la presión, por lo que podría ocasionar un desmayo o disminución de los latidos cardíacos. Asimismo, sugiere no tomar los pulsos en ambos lados del cuello al mismo tiempo.
Otra técnica frecuente para medir las pulsaciones del corazón es a través de la muñeca. Para ello, se ubican los dedos índice y medio sobre la parte anterior de la muñeca opuesta, debajo de la base del pulgar. Una vez ubicados los dedos, se presiona hasta sentir el pulso.
Para establecer cuál es la frecuencia cardiaca en reposo, se debe contar el número de latidos por minuto (lpm), así:
- Número de latidos en 15 segundos y multiplicar por cuatro
- Número de latidos en 30 segundos y multiplicar por dos
- Número de latidos en un minuto contados individualmente
¿Qué factores inciden en el ritmo cardíaco?
El doctor Edward R. Laskowski, especialista citado por Mayo Clinic, detalla que existen varios elementos que influyen en la frecuencia cardíaca: la edad, los niveles de condición física y de actividad, si la persona es fumadora, presencia de enfermedades cardiovasculares, colesterol alto o diabetes, la temperatura del aire, la posición del cuerpo (si está de pie, acostado o sentado), las emociones, la estatura y por cuenta del consumo de algunos medicamentos.
A partir de la frecuencia cardíaca en reposo se pueden detectar alertas sobre algunas afecciones que deben ser consultadas con un médico especialista. Por ejemplo, si es superior a 100 lpm podría tratarse de taquicardia, mientras que si es menor a 60 lpm podría deberse a bradicardia, de ser el caso, podrían aparecer otros síntomas, como desmayos, mareo o dificultad para respirar.
La Fundación Española del Corazón señala que “algunos estudios realizados en poblaciones sanas, así como en pacientes hipertensos, con cardiopatía isquémica o con insuficiencia cardíaca, demuestran una asociación entre la frecuencia cardiaca y el riesgo de muerte. Según esto, cuanto mayor es la frecuencia cardiaca, menor es la expectativa de vida”.
Finalmente, para cuidar la frecuencia cardíaca, la fundación recomienda el ejercicio físico de forma regular. “Se estima que con cada 1-2 semanas de entrenamiento aeróbico podríamos conseguir una reducción en la frecuencia cardíaca en reposo de un latido por minuto”, anota.