El sueño de cualquier padre es que su hijo sea exitoso. Por eso casi todos dan lo mejor de sí para criarlos de manera que desarrollen al máximo sus capacidades y habilidades. Y a pesar de que algunos expertos consideran que la clave del genio está en los genes, investigaciones recientes han revelado que, además de esa influencia hereditaria, “el ambiente tiene un poder muy grande en el desarrollo de capacidades, habilidades y potencialidades”, le dijo a SEMANA la psicóloga María Elena López. Según Paul Thompson, neurólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, “llevar una dieta saludable, dormir bien, tener acceso a buena educación y desarrollar distintos tipos de actividades puede potenciar la capacidad de cualquiera”. Estas son ocho recomendaciones que pueden cambiar el curso de la crianza de su hijo.   1) Dieta digital Una de las grandes preocupaciones de los padres es saber cuánto tiempo deben pasar sus hijos frente a las pantallas, ya sea del televisor, del computador, de los videojuegos o de los celulares. Según un estudio realizado por la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por su sigla en inglés), el 30 por ciento de los niños menores de 2 años que no ven televisión y en cambio invierten ese tiempo en jugar o interactuar con gente real, tienen un mejor desarrollo cerebral que los que ven dos horas de televisión. “Los niños a esa edad se benefician del juego libre que estimula la creatividad y las habilidades para resolver problemas. Por eso se recomienda mantenerlos alejados de las pantallas”, le dijo a SEMANA Ari Brown, psiquiatra de la AAP. Aunque existen varios juegos de video y computador que suelen ser llamados educativos y supuestamente ayudan a mejorar el desempeño académico, un estudio con más de 700 niños en el Reino Unido demostró que tal beneficio no existe. 2) Música, maestro Los padres incentivan en sus hijos tocar un instrumento musical sin ninguna expectativa de mejorar su intelecto. Pero así como en otros procesos de aprendizaje, existe una repercusión en el cerebro entre quienes tocan instrumentos de cuerda, como guitarra o piano. Según un estudio de la Universidad de Boston con un grupo de niños que rondaban los 10 años, aquellos que saben tocar este tipo de instrumentos musicales tienen más habilidades verbales y un 15 por ciento de coeficiente intelectual (CI) más alto. “Glenn Schellenberg demostró en su momento que tomar lecciones de música aumenta el CI, pues al ser una actividad de aprendizaje se estimula el cerebro y en esta medida puede mejorar”, le contó a SEMANA Ellen Winner, psicóloga de la Universidad de Boston. 3) Buenos lectores Una investigación realizada en 27 países encontró que los niños que crecen en un hogar donde existe el hábito de leer y hay una gran variedad de libros tienen mayores posibilidades de graduarse. Aunque suene lógico, sobre los 70.000 casos evaluados se encontró que quienes contaban en casa con al menos 500 libros tenían el 36 por ciento más de posibilidades de recibir el diploma de bachiller y el 19 por ciento de tener título profesional. Los niños que observan a sus padres leer con avidez adquieren más fácilmente el hábito de la lectura.   4) ¡A mover el esqueleto! El ejercicio aeróbico también incrementa en un gran porcentaje el desarrollo de habilidades. En este caso, “los mejores resultados se acumulan cuando los ejercicios son hechos entre padres e hijos”, afirma el biólogo John Medina, en su libro Brain Rules for Baby. Aunque la estructura del cerebro está determinada en gran parte por los genes, el volumen de materia gris en la región frontal que se relaciona con la habilidad cognitiva puede incrementarse si se aprende una actividad motora que exija cierta dificultad, como, por ejemplo, los malabares. “En la medida en que los niños practiquen actividades de coordinación motriz, eso ayuda a que se generen conexiones en el cerebro”, le explicó a SEMANA Germán Casas, psiquiatra infantil.   5) Comida balanceada Lo ideal es que los niños se alimenten en sus primeros seis meses con leche materna. Un estudio publicado en la revista Archives of General Psychiatry evidenció que quienes así lo hicieron obtuvieron más altos resultados en lectura, escritura y matemáticas. Y según un estudio publicado por la revista Obesity, un peso acorde con la estatura, es decir, el nivel de masa corporal, también incide en el desempeño académico. Los expertos llegaron a esta conclusión luego de evaluar a más de 500 niños de 12 años. Los que sufrían de sobrepeso faltaban más a clase y sus notas eran bajas.   6) El autocontrol Además de buen desempeño académico, un niño también necesita tener inteligencia emocional, pues de nada le sirve su talento si no controla sus impulsos. Un célebre estudio realizado en los años sesenta por el psicólogo estadounidense Walter Mischel analizó a un grupo de niños que acababan de cumplir 4 años. Mischel los puso a escoger entre comerse una galleta de inmediato o ingerir dos al cabo de 15 minutos. El investigador les hizo seguimiento y años después descubrió que quienes resistieron la tentación tuvieron 210 puntos más en pruebas de conocimiento. “El autocontrol es tal vez la habilidad más importante para una persona. Por eso cualquier actividad que sirva para alcanzarlo es fundamental”, le dijo a SEMANA Jeremy Gray, profesora de Psicología de la Universidad de Yale.   7) Hijos de padres jóvenes Un estudio que evaluó a más de 33.000 niños, publicado por la revista PLoS Medicine, reveló que los niños de padres jóvenes, entre 20 y 30 años, tienen de tres a seis puntos más de coeficiente intelectual. Además, son menos propensos a desarrollar enfermedades mentales. En las últimas décadas, la tendencia a tener hijos después de los 30 ha crecido a la par con el índice de enfermedades como autismo, esquizofrenia y síndrome de Down, por lo cual quizás sea mejor, por el bien de la salud de los pequeños, no esperar tanto para convertirse en padres.   8) El bilingüismo Los niños que aprenden dos o más lenguas desarrollan mejores habilidades cognitivas y verbales, como reveló un estudio publicado en la revista Modern Language Journal, en el que se mostró que los niños que estudiaron lenguas extranjeras en el lapso de cinco años obtuvieron mejores resultados en pruebas académicas que aquellos que tomaron cursos de cualquier otra materia.