Un accidente cerebrovascular, también conocido como derrame cerebral, es una afección que ocurre cuando hay una interrupción o disminución del suministro de sangre a una parte del cerebro. Esto impide que el tejido cerebral pueda recibir el oxígeno y nutrientes necesarios para funcionar correctamente. Cuando esto sucede las células del cerebro comienzan a morir, en poco tiempo.

Es muy importante conocer los síntomas y en caso de identificarlos acudir inmediatamente a un centro de salud para recibir atención profesional adecuada y evitar mayores complicaciones de salud, como la muerte.

Las señales de alerta de un derrame cerebral incluyen las siguientes:

  • Entumecimiento o debilidad repentina de rostro, brazo o pierna (especialmente a un lado del cuerpo).
  • Confusión repentina, dificultad para hablar o para entender el habla.
  • Problemas repentinos para ver con uno o ambos ojos.
  • Dificultad repentina para caminar, mareos, pérdida del equilibrio o coordinación.
Un dolor de cabeza demasiado fuerte puede ser síntoma de un derrame cerebral. | Foto: Getty Images

Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, brinda recomendaciones para que las personas lo identifiquen y puedan ayudar a la persona que lo padece:

  • Rostro. Pídele a la persona que sonría. ¿Se le cae un lado de la cara?
  • Brazos. Pídele a la persona que levante ambos brazos. ¿Un brazo tiende a caer? ¿O no puede levantar un brazo?
  • Habla. Pídele a la persona que repita una frase simple. ¿Arrastra las palabras o habla de manera extraña?
  • Tiempo. Si observas cualquiera de estos signos, llama al 911 o a un servicio de emergencias médicas de inmediato.

Los expertos de Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, apuntan que existen diferentes factores de riesgo que pueden contribuir a padecer un accidente cerebrovascular. Dentro de estos, se encuentran algunos hábitos de vida, los cuales son factores que pueden ser modificables:

  • “Personas que tienen una enfermedad cardíaca o mala circulación en las piernas causada por estrechamiento de las arterias
  • Personas que tienen hábitos de un estilo de vida malsano tales como el tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, consumo de drogas, una dieta rica en grasa y falta de ejercicio
  • Personas que tienen una tendencia hereditaria a desarrollar coágulos sanguíneos.
  • Mujeres que toman píldoras anticonceptivas (especialmente las que fuman y son mayores de 35 años).
  • Las mujeres embarazadas tienen un mayor riesgo durante el embarazo.
  • Mujeres que toman terapia de reemplazo hormonal.
  • Persistencia del agujero oval (PFO, por sus siglas en inglés) un agujero entre la aurícula izquierda y la derecha (cámara superior) del corazón.
  • Frecuencia cardíaca irregular, llamada fibrilación auricular
  • Diabetes
  • Antecedentes familiares de la enfermedad
  • Colesterol alto
  • Aumento de la edad, especialmente después de los 55 años
  • Origen étnico (las personas de raza negra son más propensas a morir de un accidente cerebrovascular)
  • Obesidad
  • Historial de accidentes cerebrovasculares previos o accidentes isquémicos transitorios (que ocurren cuando la sangre fluye a una parte del cerebro que se detiene por un período breve)”.
Las personas con un diagnóstico de diabetes tienen un riesgo alto de padecer derrames cerebrales. | Foto: Libre de derechos

Estrés y accidentes cerebrovasculares

La Organización Mundial de la Salud insiste en su preocupación por las largas jornadas laborales y su efecto en la salud de las personas. Un estudio de esta entidad concluyó que “trabajar 55 o más horas a la semana aumenta en 35 % el riesgo de presentar un accidente cerebrovascular y en 17 % el riesgo de fallecer a causa de una cardiopatía isquémica con respecto a una jornada laboral de 35 a 40 horas a la semana”.

El estrés puede tener efectos graves en la salud. | Foto: Getty Images

Según esta investigación, en 2016 la cifra de muertos por accidentes cerebrovasculares fue de 398.000 y 347.000 por cardiopatía isquémica, resultado de jornadas de trabajo de más de 55 horas a la semana o más. “Entre 2000 y 2016, el número de defunciones por cardiopatía isquémica debidas a las jornadas laborales prolongadas aumentó en 42 %, mientras que el incremento en el caso de las muertes por accidente cerebrovascular fue del 19 %”.