De acuerdo con la descripción de MedlinePlus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, la presión arterial es la fuerza con que la sangre empuja contras las paredes de las arterias durante el proceso de circulación.
Cada vez que el corazón late, bombea sangre hacia las arterias. Entonces, a mayor intensidad en los latidos, mayor presión arterial (a esto de le llama presión sistólica). Por el contrario, cuando el corazón está en reposo, entre latidos, la presión arterial es más baja (presión diastólica).
Para la lectura de la presión arterial se usan dos números, una para la presión sistólica y otro para la diastólica. Ahora, para diagnosticar problemas de presión es fundamental atender a esos valores mediante chequeos regulares con un especialista médico.
- Presión arterial normal: sistólica menor de 120 y diastólica menor de 80.
- Presión arterial alta (sin otros factores de riesgo cardíaco): sistólica de 140 o mayor y diastólica de 90 o mayor.
- Presión arterial alta (con otros factores de riesgo cardíaco): sistólica de 130 o mayor y diastólica de 80 o mayor.
- Presión arterial peligrosamente alta: sistólica de 180 o mayor y diastólica de 120 o mayor.
Respecto a las causas de la hipertensión, existen varios factores que pueden afectar la presión arterial. Por ejemplo:
- La cantidad de agua y de sal presentes en el cuerpo.
- El estado de los riñones, el sistema nervioso o los vasos sanguíneos.
- Los niveles hormonales.
MedlinePlus también recoge que las personas son más propensas a desarrollar problemas de presión a medida que se envejece. Esto ocurre porque los vasos sanguíneos se vuelven más rígidos con la edad.
La hipertensión arterial, además, aumenta la probabilidad de sufrir un accidente cerebrovascular, un ataque cardíaco, insuficiencia cardíaca, enfermedad renal o muerte prematura.
Los siguientes grupos poblaciones son más propensos a desarrollar hipertensión:
- Personas obesas.
- Personas que, con frecuencia, se sientan estresadas o ansiosas.
- Aquellos que toman demasiado alcohol (más de un trago al día para las mujeres y más de dos al día para los hombres).
- Quienes incluyen demasiada sal en su dieta.
- Tienen antecedentes familiares de hipertensión arterial.
- Padecen diabetes.
- Fumadores.
Prevención y tratamiento
Si ya se ha recibido un diagnóstico de hipertensión, el paso a seguir consiste en consultar al médico sobre qué cambios en el estilo de vida se deberían adoptar, así mismo, determinar si es necesario consumir algún medicamento.
La Organización Mundial para la Salud (OMS) destaca que reducir la hipertensión previene infartos, accidentes cerebrovasculares y daños renales, además de otros problemas de salud.
En ese sentido, detalla las siguientes recomendaciones para prevenir eventuales problemas de presión arterial:
- Reducir la ingesta de sal (a menos de 5 g diarios).
- Consumir más frutas y verduras.
- Realizar actividad física con regularidad.
- No consumir tabaco.
- Reducir el consumo de alcohol.
- Limitar la ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas.
- Eliminar/reducir las grasas trans de la dieta.
Respecto a qué hábitos adquirir para controlar la hipertensión y evitar complicaciones de salud, la OMS sugiere reducir y gestionar el estrés, medir periódicamente la tensión arterial y tratar otros trastornos que pueda presentar la el paciente.
Por su parte, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos anota consejos como consumir una alimentación cardiosaludable que incluya potasio y fibra, tomar mucha agua, hacer al menos 40 minutos de ejercicio aeróbico de moderado a vigoroso, al menos tres o cuatro días a la semana, no fumar, reducir la cantidad de alcohol que se consume (si es el caso), reducir la cantidad de sodio (sal) que se ingiere, reducir el estrés, evitar escenarios que causen dicha sensación, probar con meditación o yoga para desestresarse, y mantener un peso corporal saludable.