Hablar consigo mismo es una práctica muy común que se evidencia en adultos que, por ejemplo, van por la calle, en jóvenes mientras buscan algún objeto, o en niños que están haciendo tareas para el colegio.

Para algunas personas esta práctica puede ser algo negativo, sin embargo, la ciencia ha demostrado, basada en diversos estudios en diferentes grupos de personas de ciertas edades, puntos geográficos y nivel de estudios, que puede mejorar la toma de decisiones, la retentiva de la memoria y la regulación emocional, según la psicóloga Pilar Conde.

Soliloquio es el término correcto para llamar esta práctica y es una buena manera de ordenar las emociones y los pensamientos. De acuerdo con Adrián Garrido, psicólogo especialista en Trastornos del Neurodesarrollo y Psicología General, en Cuídate Plus, llevar a cabo esta conducta puede contribuir así:

♠ Ayuda a planificar: “Cuando planificamos alguna tarea, necesariamente estamos teniendo una conversación con nosotros mismos esperando que no se nos quede nada en el tintero”.

♣ Estrategia para desahogarse: “En ocasiones, verbalizar en alto hacia nosotros mismos nuestros pensamientos, emociones e inquietudes ayuda a esclarecer los acontecimientos, al desahogo emocional y, sobre todo, a quitarnos un peso de encima”.

♥ Mejora la memoria y la atención: ”Cuando la conversación se enfoca conmigo mismo, lo que estoy haciendo es activar ciertas zonas del cerebro que incentivan la memoria y la atención”.

Mujer, mujeres, negocios | Foto: Getty Image

Algunos de los estudios científicos, como Self-Talk as a Regulatory Mechanism: How You Do It Matters o Self-directed Speech Affects Visual Search Performance, evidencian que la información repetida en voz alta generaba más recordación que aquella que simplemente se recibía, dado que al organizar las ideas en la mente y tenerlas claras era posible rememorar con facilidad.

Según un experimento realizado en 2018, en el laboratorio de la Universidad de Bangor (Gales), dos estudiosos demostraron que hablar alto mejora el control ejercido sobre una tarea, mucho más de lo que lo hace elaborar un discurso interior.

Proporcionaron una serie de instrucciones escritas a 28 participantes y se les pidió que las leyeran tanto en silencio como en voz alta. Allí se midió la concentración y el rendimiento de todos, y el resultado arrojó que estas mejoraron, cuando las instrucciones fueron leídas en voz alta.

Gran parte de los beneficios evidenciados parecen provenir simplemente de escucharse a sí mismo, ya que las órdenes auditivas son, aparentemente, mejores controladores que las escritas. Los resultados obtenidos demuestran que si se habla consigo mismo para preservar el control durante la realización de pruebas exigentes, el rendimiento mejora de manera sustancialmente cuando se hace en voz alta.

Según una investigación de la Universidad de Michigan, encabezada por Ethan Kross y publicada en 2014, dialogar consigo mismo puede hacer sentir mejor a la persona y generar un nivel de confianza que ayuda a enfrentar duros desafíos. Además, en ese estudio se encontró que es mejor hablarse a sí mismo en segunda o tercera persona, ya que esto ayuda a controlar mejor los sentimientos.

Así las cosas, expresarse en voz alta, siempre y cuando la mente no divague, podría ser una señal de buen funcionamiento cognitivo. En lugar de tener una enfermedad mental, puede traducirse en una mayor competencia intelectual.

La idea del científico loco que, perdido en su mundo interior habla consigo mismo, podría ser un espejo de la realidad de un genio que utiliza todos los medios que tiene a su disposición para aumentar su capacidad cerebral.