Desde hace algún tiempo los investigadores saben que las personas que duermen durante el día tienen más probabilidades de contraer la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, aún no habían podido resolver la pregunta de qué fue primero, es decir, si el sueño extra precedió a la demencia o si el deterioro cognitivo de alguna manera condujo a siestas adicionales.
Pero todo parece indicar que un estudio reciente daría algo de luz sobre ese misterio. El trabajo, hecho con una muestra de 1.400 voluntarios mayores, sugirió que ambas cosas pueden ser ciertas. Las personas que toman más siestas tienen más probabilidades de sufrir deterioro cognitivo, y las personas que sufren deterioro cognitivo probablemente duerman más siestas, según un estudio, que describe dicho efecto como un “círculo vicioso”.
El trabajo, publicado en la revista Alzheimer’s & Dementia, siguió a personas que tenían una edad promedio de 81 años al comienzo del estudio. Además, debían usar un reloj que registraba la frecuencia y la duración de las siestas. Todo esto sucedió durante más de una década, con lo cual los científicos pudieron observar los cambios en la frecuencia de sus siestas. Estas personas también realizaron una serie de pruebas cognitivas. El estudio encontró que aquellos participantes que dormían una siesta una o más veces al día tenían un riesgo 40 % mayor de contraer la enfermedad de Alzheimer. Al mismo tiempo, las personas que desarrollaron la enfermedad de Alzheimer vieron duplicar sus cambios anuales en la duración y frecuencia de las siestas.
Por este motivo, los autores del estudio recomiendan que estas siestas podrían ser una señal para visitar al médico. “Si una persona no es un dormidor natural y empieza a dormir estas siestas con frecuencia, o si tiene esas siestas prolongadas, debe ser cauteloso y prestar atención, pues el cambio de hábito podría estar diciendo algo”, dicen los investigadores en el estudio.
No se sabe a ciencia cierta porque las siestas aceleran el declive cognitivo. Pero una hipótesis que manejan los expertos es que hacen que las personas duerman menos por la noche, cuando el cerebro puede eliminar las proteínas tóxicas. Por otra parte, creen que una de las razones por las que la enfermedad de Alzheimer podría conducir a más siestas es que la patología de la enfermedad interfiere con las neuronas que controlan el ritmo circadiano.
Sin embargo, estas dos hipótesis aún no se han podido probar científicamente. “Las comorbilidades, la depresión y otros problemas de salud subyacentes pueden llevar a más siestas, y eso también puede aumentar el riesgo de alzhéimer”, dijo al diario The Times, Yue Leng, investigadora de la Universidad de California San Francisco y una de las autoras del estudio. Esto significa que las siestas podrían ser simplemente un signo de otros problemas que a su vez conducen a la demencia, en lugar de una causa independiente.
Aunque el estudio en un gran paso adelante para entender mejor la relación entre el mal de Alzheimer y las siestas todavía falta mucho por explorar. Sin embargo, independientemente de la razón por la cual las siestas son un síntoma de alzhéimer, por ahora lo más importante es saber que este cambio de hábíto es una prueba suficientemente fuerte de que algo está sucediendo y que vale la pena indagar al respecto.
Pero la idea no es desestimular las siestas, un momento que muchas personas sanas disfruntan. Los expertos aclararon que dormir después del almuerzo por 20 minutos no es un problema. La gente, además empieza a hacer más siestas a medida que envejece. Simplemente hay que consultar para descartar que se trate de un patrón extraño, tal como sucede en esto pacientes al comienzo de la enfermedad de Alzheimer.