El trigo es uno de los cereales más utilizados para elaborar harina, con la cual se preparan galletas, pasteles, pan y diversos productos industrializados que son consumidos por millones de personas en el mundo.
Se trata de un producto rico en nutrientes, siendo una fuente de minerales como calcio, hierro, magnesio, potasio, zinc y selenio, además de vitaminas del grupo A, B y E. También es fuente de fibra e hidratos de carbono.
Frente al consumo de esta harina, que se ha convertido en uno de los principales ingredientes para la elaboración de pan, se han tejido muchos mitos. Uno de los principales es que engorda y por ello hay quienes evitan comer pan para no subir de peso.
Sin embargo, expertos coinciden en indicar que esta es una apreciación falsa y que lo que puede incidir es la cantidad y la forma como se consume el pan o los demás productos que son elaborados a partir de la harina de trigo.
De acuerdo con un artículo publicado por la agencia Europa Press, una persona debe consumir alrededor de unos 250 gramos de pan al día repartidos entre las diferentes comidas.
La harina de trigo se puede clasificar según su fuerza y por ello sirve para elaborar diversos productos, según indica el portal Psicologíaymente.com. En primer lugar, destaca la harina de fuerza que tiene alrededor de 13 % de proteínas. Esta es ideal para masas que requieren ser amasadas varias veces y en las que se incluyen muchas grasas y azúcares, como el roscón, el panettone y los croissants.
En segundo lugar, está la de media fuerza que contiene 10 % de proteínas. Esta harina es ideal para masas a las que no se les incluye muchas grasas pero que requieren bastante amasado. Con ella se pueden elaborar pizzas y panes, por ejemplo.
Por último, dentro de las harinas de trigo está la que se le conoce como floja, la cual tiene entre 8 y 9 % de proteínas y es utilizada en repostería, tiene poco gluten y se utiliza en masas con poca grasa. La harina floja no requiere de mucho amasado, y con ella se elaboran los bizcochos y las galletas.
Tipos
Dentro de la oferta de harina de trigo se encuentra la blanca que resulta del proceso de limpiar los granos de trigo y separar el germen, el salvado y la capa de aleurona que se encuentra en el interior del propio grano. Una vez se ha efectuado este proceso se ejecuta la molienda y con base en el tamaño de las partículas se realiza una clasificación.
De allí se obtienen diferentes tipos de harina como la sémola, la semolina, la mostacilla y la harina gruesa y fina. Estos tipos de harina se utilizan como base para muchos tipos de alimento como la pasta o el pan, entre otros.
Otro tipo de harina es la integral, que resulta de moler el grano entero. De esta manera, la materia que se obtiene tiene un color más oscuro e intenso. Este procedimiento también permite generar una harina con mayores propiedades.
Este tipo de harina, además de tener un índice glucémico más bajo, aporta una mayor cantidad de nutrientes, a pesar de que contiene más grasa que la blanca.
Una de las características del grano de trigo es su baja cantidad de agua. Esta singularidad respecto a otros alimentos permite que la harina se conserve con facilidad.
Además de las vitaminas A, B y E, el magnesio, el calcio y el potasio, la fibra es otro de los componentes que hacen de la harina de trigo un alimento completo. Estas características ubican a este producto como uno de los tipos de harina más saludables.
De acuerdo con información del portal Alimentos.org.es, la harina de trigo no contiene purinas que son producidas por el cuerpo, pero que también se encuentran en algunos alimentos y que luego se transforman en ácido úrico.
Adicionalmente, es un producto que ayuda a mantener bajo el colesterol, lo cual favorece al sistema circulatorio y el corazón.