Cuando llegó su turno, el empresario Mario Hernández se vacunó, a finales de abril, en Girardot con el biológico de Sinovac. Pero en junio, una vez tuvo su esquema completo, salió en viaje de negocios a Estados Unidos, donde observó que vacunarse era muy fácil.
“Lo hacen en los supermercados, en las droguerías, sin filas ni nada”, dice. Ante esa oportunidad, consultó con tres médicos: Carlos Álvarez, infectólogo y epidemiólogo clínico; Nancy Yomayusa, directora científica de la Clínica Reina Sofía; y Jairo Pérez, director de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario de la Universidad Nacional. “Los tres me dijeron ‘vacúnese’”.
Sin exámenes y solo con el visto bueno de estos expertos y otros en Estados Unidos, el industrial se puso las dos dosis de Moderna. “Que quede claro que no fui a vacunarme, sino que aproveché la oportunidad”, enfatiza.
Hernández no es el único que lo ha hecho o que lo está pensando. Muchos otros como él, de su edad o más jóvenes, ya vacunados en Colombia con Sinovac o aun con otras vacunas y con posibilidades de viajar, van a Estados Unidos para lo que ellos llaman un refuerzo. Y, aunque Hernández dice que confía en el producto de Sinovac, “porque en China, si los científicos no hacen las cosas bien, los capan”, otros arman viaje, pues escuchan mensajes contradictorios que los ponen a dudar sobre la capacidad de protección de esta vacuna. Eugenia Martí es una de ellas, ama de casa, de 70 años, ya vacunada con Sinovac. Ella no sale por temor al virus y espera viajar en noviembre a Estados Unidos para recibir al menos una dosis de Pfizer.
Además de ello, las personas han constatado que en otros países donde inocularon con la de Sinovac están poniendo dosis de refuerzo, como Indonesia, Tailandia y República Dominicana. En las últimas semanas, Uruguay anunció que vacunaría con Pfizer a los ya inoculados con Sinovac. E, independientemente de la marca, otros países tomaron acciones sobre la tercera dosis. Alemania, por ejemplo, comenzará el primero de septiembre a administrar un refuerzo a las personas mayores y vulnerables, sin importar qué recibieron en primera instancia. Por su parte, Gran Bretaña se prepara para asegurar 32 millones de refuerzos.
Para el inmunólogo John González, esas inquietudes son entendibles ante la información que está saliendo en el mundo. Uno de esos estudios, hecho en China, muestra que los anticuerpos obtenidos tras recibir las dos dosis de la vacuna desarrollada por Sinovac decrecen seis meses después de completarse el esquema de inoculación. La investigación, realizada por las autoridades de control de enfermedades en la provincia de Jiangsu y expertos de Sinovac, determinó que solo 16,9 por ciento de los vacunados con CoronaVac muestran anticuerpos neutralizantes tras un semestre desde la aplicación final.
Un refuerzo multiplicaría hasta cinco veces el nivel de protección en el organismo. En Estados Unidos, desde que un estudio mostró que la vacuna de Johnson & Johnson era menos efectiva contra delta, algunos expertos les recomiendan a quienes la recibieron que se apliquen una dosis de Moderna o Pfizer, aunque aún los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) no se han pronunciado.
“Es de esperar ese boom, porque es normal que los anticuerpos caigan con el tiempo”, dice González. Pero, en su opinión, el tema de los refuerzos no puede generalizarse. Además, todavía hay muy pocos estudios sobre mezclas de vacunas. Se sabe que se puede poner una primera dosis de AstraZeneca y completar con otra de Pfizer. “Pero las vacunas de adenovirus, entre las que están AstraZeneca, Janssen, Gamaleya y CanSino, no se podrían mezclar en un futuro”, explica.
Algo muy parecido piensa el médico inmunólogo Juan Manuel Anaya, director del Centro de Estudio de Enfermedades Autoinmunes (Crea), de la Universidad del Rosario. Para él, la mejor manera de determinar quién debe y cuándo recibir el refuerzo es mediante la medición de los niveles de anticuerpos, lo que permite saber el grado de protección de una persona contra la infección. El problema, sin embargo, es que “no todos los laboratorios utilizan métodos confiables de medición de anticuerpos ni ofrecen una interpretación correcta de los resultados”, señala Anaya.
En concreto, según los expertos consultados, muy pocos de esos laboratorios tienen claro cuál es el rango de anticuerpos que protegen o se asocian a anticuerpos neutralizantes, y sin ese rango no pueden dar esa información a las personas. “En Colombia no está estandarizado aún el método que se debe usar y cuáles son los puntos de corte, es decir, los niveles a partir de los cuales la gente se debe revacunar, y lo correcto sería medir los anticuerpos antes de tomar la decisión”, dice Anaya.
Cuenta el caso de una mujer de ciudadanía alemana que se vacunó con dos dosis de Sinovac, y, tras un examen efectuado en el Crea, se determinó que tenía niveles muy bajos de anticuerpos. Ella viajó al país teutón, donde los médicos corroboraron ese resultado y decidieron vacunarla de nuevo con el esquema completo de Pfizer. Pero otro ciudadano de 75 años que se vacunó con Sinovac resultó con datos muy altos. Estos dos casos ilustran que cada persona responde de manera distinta a las vacunas y, por eso, no se puede generalizar. “Así, teóricamente, cada uno debería tener una medición de anticuerpos, pero siempre y cuando esta sea bien hecha y en un laboratorio que haya validado la técnica”, destaca Anaya.
Para algunos puede sonar raro hablar de estos temas hoy cuando aún falta media población por vacunar. De hecho, la Organización Mundial de la Salud ha hecho un llamado para que los países en vías de desarrollo más bien logren vacunar por primera vez a sus ciudadanos. Pero los expertos consultados dicen que el tema es pertinente y hay que ponerlo sobre la mesa ya. “Eventualmente, todos nos vamos a tener que poner una tercera dosis, pero no al mismo tiempo”, afirma Anaya. Esto se debe a que la disminución de inmunogenicidad en unas personas puede suceder más temprano que en otras.
Según los expertos, entre más anticuerpos tenga la persona, más protegida estará. Pero se han visto casos de algunos que, tras recibir las vacunas, no producen anticuerpos. La mayoría de ellos son personas inmunosuprimidas, con trasplantes previos o se encuentran en tratamiento para enfermedades como la artritis. “Para ellos la tercera dosis es fundamental”, puntualiza el experto. Pero hoy están a su suerte, pues en el país aún no existe una política de tercera dosis ni todos tienen la posibilidad de viajar al exterior para recibir un refuerzo.
Para diciembre, probablemente, el país habrá vacunado a 70 por ciento de la población y, entonces, aquellos que fueron inoculados en febrero y marzo ya podrían estar necesitando una tercera dosis. Ese es el caso de los médicos que recibieron la inmunización en esos meses. Sin embargo, no se ha empezado un estudio de inmunogenicidad, la única manera de saber si necesitan el refuerzo o no.
Una cosa es lo que los científicos aconsejan, y otra, la política pública que adopte el Gobierno en este caso. Eso está por verse. Lo que sí advierten todos es que, como el Gobierno llegó tarde a la compra de las primeras dosis, muchos esperan que con este tema ese error no se repita y ya esté pensando en adquirir las terceras dosis para los colombianos.