La culebrilla, también llamada herpes zóster, es una enfermedad que afecta los nervios y es causada por el mismo virus de la varicela: el virus de varicela zóster (VZV, por sus siglas en inglés).
El Instituto Nacional Sobre el Envejecimiento (NIA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos explica que después de que la persona se recupera de la varicela, el virus continúa viviendo en algunas de las células nerviosas.
Se trata de un virus que, por lo general, permanece inactivo, por lo que muchas personas no llegan a saber que lo tienen. Asegura que la mayoría de las personas viven con este virus y nunca desarrollan la culebrilla; de hecho, solo en cerca de uno a tres adultos se activa el VZV.
“En lugar de causar otro caso de varicela, el virus produce la culebrilla. No se entiende completamente qué causa que el virus se torne de inactivo a activo”, asegura el NIA y aclara que padecer de culebrilla no significa que la persona tenga alguna otra enfermedad subyacente.
Si bien no se sabe hasta la fecha quién puede contraer esta enfermedad, sí hay factores de riesgo que pueden incrementar la probabilidad de que una persona la padezca.
Por un lado, el Instituto señala que el riesgo de contraer culebrilla aumenta con la edad, pues se hace más difícil enfrentar las infecciones con el envejecimiento. “Cerca de la mitad de los casos de culebrilla ocurren en adultos de 60 años de edad o mayores. La probabilidad de contraer culebrilla se torna mucho mayor cuando se llega a la edad de 70 años”, afirma la entidad.
En línea con lo anterior, las personas que tienen dificultades para combatir infecciones debido a un sistema inmunológico débil son más propensas a contraer herpes zóster. Aquí se agrupa a las personas con edad avanzada y aquellos que han sido afectados por una infección del VIH, cáncer, tratamientos contra el cáncer, demasiado sol o por los medicamentos usados en el trasplante de órganos.
“Hasta el estrés o un resfrío pueden debilitar el sistema inmunológico por un corto tiempo. Todos estos factores pueden poner a una persona en riesgo de contraer culebrilla”, agrega.
Hay que dejar en claro que la culebrilla no es contagiosa. Sin embargo, las personas que no han tenido varicela deben guardar distancia con aquellas que desarrollaron la culebrilla, pues pueden contagiarlos de varicela.
“Usualmente la culebrilla se desarrolla en solamente un lado del cuerpo o la cara y en una área pequeña, en lugar de por todo el cuerpo. El lugar más común donde se presenta la culebrilla es en una franja alrededor de un lado de la cintura”, explica la entidad que es parte de los Institutos Nacionales de la Salud.
Ardor, hormigueo o adormecimiento de la piel; malestar general, escalofríos, fiebre, estómago descompuesto o dolores de cabeza; ampollas llenas de fluido, piel sensible al tacto, desde una leve picazón hasta un fuerte dolor son los signos y síntomas más comunes que presentan los pacientes con culebrilla. El NIA señala que dependiendo del lugar donde se presente, la culebrilla puede causar hipo o hasta pérdida de la visión.
Asegura que en la mayoría de los casos, la culebrilla dura entre tres y cinco semanas, y sigue un patrón establecido, descrito por el Instituto:
- La primera señal es ardor o un hormigueo doloroso; a veces, incluye adormecimiento o picazón en un lado del cuerpo.
- Entre uno o cinco días después de haber empezado la sensación de hormigueo o ardor en la piel, aparecerá un sarpullido rojo.
- Unos días después, el sarpullido se torna en ampollas llenas de fluido.
- Cerca de una semana a 10 días después, las ampollas se secan y forman una costra.
- Después de un par de semanas, las costras sanan.
“A la mayoría de la personas les da culebrilla solamente una vez, pero es posible tenerla más de una vez”, dice. Es importante acudir al médico si la persona presenta algunos de los signos y síntomas en mención para darle el tratamiento adecuado.