El hígado es la víscera más voluminosa del organismo y uno de los órganos más importantes para su funcionamiento. Está ubicado en la parte superior derecha de la cavidad abdominal y, en promedio, puede pesar entre 1.400 y 1.500 gramos en una persona adulta.
La Asociación Catalana de Pacientes Hepáticos (ASSCAT) explica que el hígado se divide “morfológicamente en dos lóbulos (derecho e izquierdo) por el ligamento falciforme. En su cara inferior derecha se encuentra la vesícula biliar, destinada a recibir y almacenar la bilis producida por el hígado para ayudar en la digestión”.
A nivel histológico, el hígado se constituye principalmente por dos tipos de células: los hepatocitos y las células de Kupffer, “las cuales se disponen de una forma particular junto con el sistema arterial y venoso constituyendo el ácido hepático, que representa la unidad estructural y funcional de la fisiología hepática. Los hepatocitos realizan todas las funciones clásicas del hígado (síntesis, metabolización, etc.), mientras que las células de Kupffer tienen una función inmunológica y de defensa”, agrega la entidad sin ánimo de lucro.
El hígado cumple con diferentes tareas, entre ellas el almacenamiento de vitaminas, minerales, hierro y azúcares para el buen funcionamiento del organismo. De la misma forma, es el encargado de procesar los alimentos para convertirlos en sustancias y energía, lo que permite tener una buena nutrición y realizar las actividades diarias. Sumado a lo anterior, el hígado descompone las sustancias químicas que entran o se producen en el organismo y son perjudiciales.
De acuerdo con la ASSCAT, el hígado se encarga de “producir proteínas esenciales que ayudan a combatir infecciones y a coagular la sangre”, así como controla los niveles de hormonas y sustancias químicas que circulan en el torrente sanguíneo. Lo anterior, sin olvidar que este importante órgano limpia el cuerpo de toxinas como el alcohol y de bacterias.
“El hígado puede realizar sus tareas porque millones de células trabajan en equipo constantemente. Todo lo que entra en el cuerpo se digiere en el estómago y en los intestinos. Estas materias absorbidas pasan a la sangre y luego a la “fábrica” del hígado, donde sus células las degradan y purifican, sintetizando productos necesarios y desechando los productos nocivos”, explica la entidad.
Como sucede con cualquier órgano, el hígado está expuesto a sufrir enfermedades, siendo la más grave la enfermedad hepática. Todas las sustancias que ingieren las personas atraviesan el hígado, exponiéndolo a situaciones perjudiciales.
Una dieta sana y balanceada, acompañada de rutinas de ejercicio, puede contribuir al buen funcionamiento de este órgano vital. Hay ocasiones en las que es posible que el hígado necesite ser depurado o limpiado, una opción que no se debe desestimar para que se mantenga saludable.
De acuerdo con el portal especializado en salud y bienestar Salud180, hay una serie de infusiones que pueden contribuir en este propósito, las cuales recomienda ingerir entre la 1:00 y las 3:00 de la mañana. Al limpiar el hígado, también se puede bajar de peso.
Agua de limón
Un vaso con agua (250 ml) y el zumo de un limón son los únicos ingredientes que se necesitan. Se vierte el zumo de limón en el vaso con agua caliente y se ingiere en la noche. Al consumirla, el organismo se desintoxica.
Café
Un estudio de George Mason University, citado por Salud180 encontró que las personas que consumen café de forma regular suelen tener hígados sanos. No está de más señalar que es una opción que deben descartar de tajo las personas que sufren de insomnio.
Té de diente de león
Las propiedades depurativas del diente de león lo convierten en una excelente opción cuando se busca limpiar el hígado. Salud180 recomienda calentar una vaso con agua y añadir una cucharada de diente de león, luego se deja reposar durante cinco minutos y estará listo para su consumo.