La enfermedad del hígado graso también es conocida como esteatosis hepática y se presenta cuando la grasa se acumula en este órgano, el cual tiene dentro de sus funciones procesar nutrientes de alimentos y bebidas, además de filtrar sustancias dañinas de la sangre.
Demasiada grasa en el hígado puede causar inflamación, que puede dañarlo y crear cicatrices. En casos graves, esta cicatrización puede llevar a la insuficiencia hepática. Cuando este padecimiento se da en una persona que bebe mucho alcohol, se conoce como enfermedad del hígado graso por alcohol, explica el portal Healthline.
Por el contrario, cuando no hay consumo de alcohol se denomina enfermedad del hígado graso no alcohólico. Según investigadores del World Journal of Gastroenterology, este tipo de padecimiento afecta entre el 25 % y el 30 % de las personas en Estados Unidos y Europa.
En muchos casos, el hígado graso no causa síntomas evidentes, pero es posible que la persona se sienta cansada o experimente molestias o dolor en la parte superior derecha del abdomen. Sin embargo, algunas personas con enfermedad del hígado graso desarrollan complicaciones, incluyendo cicatrices en el hígado. La cicatrización hepática se conoce como fibrosis hepática, que si se vuelve severa se convierte en una cirrosis.
Según Healthline, los cambios en el estilo de vida son el tratamiento de primera línea para la enfermedad del hígado graso. Por ejemplo, es importante bajar de peso, seguir una dieta rica en nutrientes y bajar el exceso de calorías, grasas saturadas y grasas trans y hacer al menos 30 minutos de ejercicio la mayoría de los días de la semana.
Según la Clínica Mayo, algunas pruebas sugieren que los suplementos de vitamina E podrían ayudar a prevenir o tratar el daño hepático causado por la enfermedad del hígado graso. Sin embargo, se requiere más investigación.
Existen algunos métodos caseros que pueden ayudar a hacerle frente a esta enfermedad; sin embargo, cuando se presenten síntomas siempre lo mejor es consultar al especialista para que determine el tratamiento médico a seguir.
Té verde
Estudios demuestran que este té posee compuestos fenólicos en su composición, como la epigalocatequina, que tiene propiedades antioxidantes, ayudando a disminuir el colesterol malo y los triglicéridos, que pueden acumularse en el hígado y empeorar el grado de hígado graso, asegura el portal Tua Saúde. Lo ideal es siempre utilizarse bajo supervisión médica ya que su uso en exceso puede causar efecto contrario y perjudicar el hígado.
Para preparar una bebida se requiere de una cucharada de hojas de té o una bolsita del mismo y una taza de agua hirviendo. Se agregan las hojas o bolsita de té verde en la taza con agua hirviendo y se dejar reposar durante 10 minutos. Se cuela o retira la bolsita y se bebe. Puede consumirse de tres a cuatro veces al día o de acuerdo a la orientación del médico.
El té verde no debe ser consumido por niños, embarazadas o que estén lactando, ni por personas con insomnio, hipertiroidismo, gastritis o hipertensión arterial. Además, debido a que contiene cafeína se debe evitar tomar este té al final del día o en cantidades superiores a las recomendadas, ya que puede causar efectos colaterales como insomnio, irritación, sensación de ardor en el estómago, cansancio o palpitación en el corazón.
Jugo de melón y menta
La menta es una planta utilizada para tratar problemas digestivos, ya que posee sustancias amargas que ayudan a revitalizar la salud del hígado y de la vesícula, aliviando síntomas como mareos y la hinchazón abdominal. El melón, por su parte, ayuda a refrescar.
Para preparar el jugo se requiere de un cuarto de melón y un puñado de menta. Se ponen los ingredientes en la licuadora hasta obtener una mezcla homogénea y se pueden agregar trozos de menta. Si es necesario, se añade un poco de agua para que el jugo quede un poco más líquido. Luego se bebe recién preparado.
Té de ajo con limón
El ajo posee alicina que tiene acción antioxidante y ayuda a reducir los niveles de colesterol malo y de triglicéridos, minimizando el riesgo de acumular grasa en el hígado.
Se necesitan tres dientes de ajo sin cáscara y cortados por la mitad, media taza de jugo de limón, tres tazas de agua y miel para endulzar, la cual puede ser opcional. Para elaborar la bebida se hierve el agua con el ajo, se retira del fuego y se agrega el jugo del limón y la miel. Se retira el ajo y se sirve.
El ajo posee un sabor fuerte, por lo que puede agregarse media cucharada de té de jengibre en polvo o un centímetro de raíz de jengibre, el cual puede potencializar el efecto del té de ajo, ya que también ayuda a reducir el colesterol malo. Sin embargo, no debe ser consumido por personas que utilizan anticoagulantes.
Té de alcachofa
El té de alcachofa es rico en antioxidantes, como cinarina y silimarina, que ayudan a proteger el hígado de daños causados por los radicales libres, además de estimular el crecimiento de nuevas células saludables en el hígado, lo cual puede ayudar a combatir la acumulación de grasa en el hígado, asegura el sitio web Tua Saúde.
Se requiere de 15 gramos de hojas secas de alcachofa y dos vasos de agua hirviendo. Se agrega la alcachofa al agua y se deja reposar durante 10 minutos. Se cuela y se beben hasta tres tazas de té al día, unos 15 o 20 minutos antes de las comidas.