El hígado graso es una enfermedad que afecta a casi el 25 % de las personas a nivel global, de acuerdo con datos del portal de salud Healthline. Esta afección puede estar relacionada con problemas de diabetes u obesidad, además los expertos señalan que si no se controla la enfermedad se puede convertir en un riesgo para la persona.
Esta enfermedad se da cuando se acumula mucha grasa en el hígado. En una etapa temprana puede ser reversible, pero si no se cuida puede convertirse en una enfermedad hepática y causar cirrosis.
Entre otras causas del hígado graso se resaltan algunas como la obesidad, exceso de grasa abdominal, resistencia a la insulina, ingesta elevado de carbohidratos refinados y consumo de bebidas azucaradas como sodas o bebidas energéticas.
Es oportuno señalar que existen varios síntomas del hígado graso, pero en cada cuerpo pueden ser diferentes. Estos son los más comunes:
- Fatiga.
- Debilidad.
- Dolor leve abdominal o sensación de llenura.
- Niveles elevados de insulina.
- Niveles elevados de triglicéridos.
De acuerdo con esto, los expertos señalan la necesidad de realizar una visita al médico para chequear el estado del hígado y además, cambiar la dieta si las personas no mantienen hábitos, especialmente las que sufren de sobrepeso o ingieren mucha comida con azúcares refinados. Por otro lado, el portal también sugiere la práctica de ejercicio.
Con respecto a lo anterior, la plataforma digital En Forma 180 recomienda un tratamiento natural para desinflamar el hígado y prevenir la cirrosis. Este es método se centra en llevar una dieta saludable. En el desayuno se aconseja a comer una naranja, avena cocida, una tostada integral y té.
En el almuerzo consumir 110 g de carne, una verdura cocida, ensalada, fruta fresca y leche. Y, en la cena, ingerir 110 g de pescado, un producto con almidón, dos tostadas integrales y fruta fresca.
Cáncer de hígado
El cáncer de hígado puede ser un cáncer silencioso. El más común es el carcinoma hepatocelular y existen otros como el colangiocarcinoma intrahepático y hepatoblastoma, aunque estos últimos son los menos comunes.
“Para las personas con un riesgo más alto de cáncer de hígado debido a que padecen cirrosis (por cualquier causa), hemocromatosis hereditaria o infecciones crónicas por hepatitis B (incluso sin cirrosis), algunos expertos recomiendan pruebas de detección para el cáncer de hígado cada seis meses con pruebas sanguíneas para detectar alfafetoproteína (AFP) y ecografías. En algunos estudios, las pruebas de detección estuvieron vinculadas a una mejor supervivencia de cáncer de hígado”, explican la Sociedad Americana de Cáncer.
Según indica Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, la mayoría de los pacientes que tienen cáncer de hígado no presentan signos ni síntomas de la enfermedad en las primeras etapas. Cuando se manifiestan pueden incluir los siguientes:
- Pérdida de peso involuntario.
- Pérdida de apetito.
- Dolor en la parte alta del abdomen.
- Náuseas y vómitos.
- Debilidad y fatiga general.
- Hinchazón abdominal.
- Decoloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos (ictericia).
- Heces blancas o blanquecina.
Un diagnóstico oportuno es importante para iniciar un tratamiento y disminuir el riesgo de complicaciones mayores de salud. Cuando el tumor no es operable, los médicos pueden recomendar inyección de etanol en el hígado, congelación del tumor o destrucción del tumor.
Cuando el cáncer ha hecho metástasis, es decir, que se ha diseminado a otros órganos, la alternativa común es la quimioterapia y el tratamiento de la enfermedad en donde se ha expandido.