El hígado es la víscera más voluminosa del cuerpo y uno de los órganos más importantes para la buena salud de las personas. Cumple con diferentes tareas, entre ellas el almacenamiento de vitaminas, minerales, hierro y azúcares para el buen funcionamiento del organismo. De la misma forma, es el encargado de “procesar la glucosa proveniente del metabolismo de los carbohidratos a nivel intestinal, esto con la finalidad de producir la energía necesaria para el mantenimiento de las funciones del organismo“, explica Tua Saúde, portal especializado en salud.
Sumado a lo anterior, el hígado descompone las sustancias químicas que entran o se producen en el organismo y son perjudiciales, lo que permite tener una buena nutrición y la plena realización de las actividades diarias. De ahí la importancia de su cuidado.
Resulta que cuando una persona tiene una dieta rica en grasas saturadas incide en que el hígado se sobrecargue, dificultando así su funcionamiento, que es descomponer los alimentos, explica el portal Mejor con Salud.
Lo mismo ocurre con enfermedades como la cirrosis y el hígado graso, que se presentan por el consumo excesivo de alcohol o medicamentos; e inclusive una alta ingesta de azúcar puede ser perjudicial, no solo porque incita al desarrollo de diabetes, sino porque también lo afecta de manera negativa.
Por lo anterior, es preciso hablar sobre las bondades que tiene el diente de león para depurar este órgano. El uso medicinal de esta planta está documentado desde principios del siglo XI por reconocidos médicos persas como Ibn Sina –más conocido como Avicena– y su predecesor Al-Razi o Razi, quien inspiró el Instituto de Investigación Médica Razi, ubicado cerca de Teherán (Irán), reseña María José Alonso Osorio, vocal de plantas medicinales y homeopatía del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona y colaboradora de Advance Medical, en el blog Salud Mapfre.
Aunque es proveniente de Europa y Asia, en la actualidad esta planta puede ser encontrada en la gran mayoría de parques del mundo. Crece en terrenos baldíos, a la orilla de las aceras, en las macetas y otros lugares, siendo considerada por muchos como una “mala hierba” o maleza. Pese a que es muy común, pocos conocen el sinnúmero de propiedades que ostenta esta planta. Hace miles de años, Avicena aseguró que el uso del diente de león ayuda a estimular la producción de bilis y de orina.
A su vez, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) concibe el diente de león como medicamento de uso tradicional (MTP) para tratar los trastornos digestivos leves, como sensación de plenitud abdominal, flatulencia y digestión lenta.
El diente de león puede ser consumido en tisana, por lo que el portal Mundo Deportivo, en su sección de salud, recomienda mezclar la raíz y las hojas de la planta, llevando al punto de ebullición entre una y dos cucharadas de estas dos partes del diente de león —previamente machacadas— en una olla con 150 mililitros de agua. Surtido este proceso, se debe dejar reposar durante 5 minutos antes de consumir; luego filtrar y endulzar al gusto. Se puede tomar dos veces al día, es decir, una taza de esta infusión en la mañana y otra en la noche después de cada comida.
Para concluir, la vocera de plantas medicinales y homeopatía recalca que el diente de león “no debe utilizarse nunca en caso de problemas biliares sin la supervisión de un médico y está contraindicado en caso de obstrucción de las vías biliares. Debido a que contiene sustancias amargas, el diente de león estimula la producción de jugo gástrico, por lo que a ciertas personas puede causarles molestias gástricas e hiperacidez”.
A su vez, es importante que las personas con cálculos en la vesícula, úlceras, gastritis o acidez y mujeres embarazadas o lactando, se abstengan de consumir infusiones a base de diente de león.