El hígado graso es una enfermedad frecuente que puede estar o no relacionada con la ingesta de alcohol. Según indicó el portal de la organización estadounidense Mayo Clinic, en el caso en el que no, la afección tiene que ver con un exceso de grasa almacenada en dicho órgano.
“Es cada vez más común en todo el mundo, especialmente en los países occidentales. En los Estados Unidos, es la forma más común de enfermedad hepática crónica, y afecta aproximadamente a una cuarta parte de la población”, explica el portal, recalcando que este tipo de enfermedad es más frecuente de lo que se espera y que, en Estados Unidos tiene una alta tasa de pacientes afectados.
A reglón seguido, se agrega que este tipo de afección puede llegar a desarrollar esteatohepatitis no alcohólica, una enfermedad grave en el hígado que hace que este órgano se inflame, y con el tiempo, dañando la cicatrización de este, puede provocar cirrosis e incluso, una insuficiencia hepática, lo que sería un daño similar a los que se sufren cuando se tiene un exceso de alcohol.
“Por lo general, el hígado graso que no está relacionado con el alcohol no evoluciona hasta el punto de causar daño o complicaciones hepáticas. Sin embargo, el hígado graso no relacionado con el alcohol puede causar dolor debido al agrandamiento del hígado”, explica el Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales (NIDDK, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, haciendo referencia a las dolencias mínimas que puede causar esta enfermedad, sin que medie el consumo de licores.
Con respecto a los síntomas de esta afección, el portal de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, Medline Plus, recalcó que los más comunes son la fatiga y el dolor en la parte superior derecha del abdomen. Sin embargo, cuando esta enfermedad avanza y llega a una cirrosis, entonces se puede presentar náuseas, picazón, pérdida de apetito, debilidad, color amarillo tanto en la piel como en los ojos, confusión mental, sangrado gastrointestinal y una acumulación de líquidos combinado con hinchazón en las piernas y el abdomen.
Entre tanto, las personas que tiene obesidad, diabetes tipo 2 o sufren del síndrome metabólico, son aquellos a los que más frecuentemente se les diagnostica este tipo de enfermedad. Según Medline Plus, además de los anteriores, también es probable que se presente en personas con resistencia a la insulina, colesterol alto, presión arterial alta, triglicéridos altos, entre otros.
“Una pérdida rápida de peso y una mala dieta, una cirugía de derivación gástrica, una enfermedad intestinal, ciertos medicamentos como los bloqueadores de los canales de calcio y algunos medicamentos para tratar el cáncer”, son otros de los factores de riesgo para padecer esta enfermedad según indica el mismo portal.
Por su parte, Mayo Clinic agrega que las mujeres que sufren de un síndrome de ovario poliquístico, o los que padecen de apnea del sueño, baja actividad de la tiroides conocida como hipotiroidismo, la baja actividad de la glándula pituitaria conocida como hipopituitarismo; además de personas mayores o personas con grasa corporal concentrada en el abdomen, son otros que tiene altas posibilidades de que se les diagnostique hígado graso no alcohólico.