El hígado graso es una enfermedad común en la sociedad, afectando principalmente a los países occidentales, por ejemplo en Estados Unidos es por lo general la forma más presentada de enfermedad hepática crónica, y llega a reflejarse en aproximadamente a una cuarta parte de los habitantes.
La principal causa es el consumo excesivo de alcohol, pero el Instituto Nacional de Diabetes y enfermedades digestivas y de riñón de Estados Unidos (NIH), señaló que ese no es el único motivo que desarrolla esta enfermedad, por lo cual hay que tener en cuenta otros elementos para no padecer esta patología.
El problema en cuestión es que las otras causas son fáciles de presentarse, dado que no requieren demasiado para presentarse. En ese orden de ideas, señaló que el sobrepeso, resistencia a la insulina, concentraciones anormales en la sangre y síndromes metabólicos, la mayoría de estas responden a una mala alimentación y falta de actividad física; pero también hay otros factores para tener en cuenta.
Para que el organismo tenga concentraciones anormales en la sangre, se necesita que haya un nivel superior al recomendado de triglicéridos y de colesterol, tanto el alto, LDL y el HDL. En materia de síndromes metabólicos, el instituto señala que el principal detonante es el sobrepeso, pero también hay cierta influencia por cinturas anchas, concentraciones altas de triglicéridos y colesterol, presión arterial y niveles negativos de glucosa en los vasos sanguíneos.
Presentar esas afectaciones de salud aumentan la probabilidad de desarrollar hígado graso no alcohólico. Adelgazar es el primer método recomendado para evitar eso, pero en los casos extremos se requieren otros procedimientos que impliquen la intervención de un especialista de salud.
Cabe indicar que hay otro factor, menos frecuente, pero igual de disiente y, a diferencia del resto, no es responsabilidad netamente del paciente. Ciertos genes aumentan la posibilidad de padecer esta condición, principalmente en grupos raciales o comunidades étnicas en específico.
El equipo investigador también encontró que las dietas ricas en fructosa, principalmente aquellas que tienen una adición significativa de azúcar, aumentan el riesgo del hígado graso no alcohólico. La razón sustancial es que estos productos desarrollan microbiomas, las bacterias responsables de intensificar los síntomas de esta patología.
Posteriormente, el hígado graso genera otras enfermedades en el organismo. En primer lugar, es la causa para que se presenten trastornos complicados, tales como la lipodistrofia; una patología que genera que el cuerpo utilice inadecuadamente la grasa. Adicionalmente, afectará el correcto funcionamiento del metabolismo, lo cual conlleva a que la persona se adelgace, aumente de peso y desnutra con facilidad y sin la capacidad de controlarlo.
Por otro lado, una afectación es que impide que el organismo absorba correctamente determinados fármacos, los cuales están recetados para pacientes en tratamiento de VIH y cáncer, enfermedades de hueso y corticoesteroides. Otra complicación es que deja al hígado en un estado de vulnerabilidad, lo cual implica que al mínimo contacto con una toxina, el órgano será incapaz de eliminarla, permitiendo que se desarrolle.
El hígado graso también genera que se presenten otras enfermedades, tales como la de Wilson e hipobetalipoproteinemia. La primera hace referencia a un trastorno que impide que el cuerpo elimine el exceso de cobre, el cual se acumula en el hígado, cerebro, ojos y otros órganos. Sin tratamiento, los niveles ocasionan daños irreparables.
La otra enfermedad es un trastorno que afecta la capacidad del cuerpo para absorber y transportar grasas. La gravedad de los síntomas es que pueden padecer enfermedades hepáticas crónicas, tales como cirrosis.