Para el American College of Gastroenterology el hígado graso no alcohólico es una enfermedad que ataca hasta el 20 por ciento de los adultos, y hasta un 5 por ciento a los niños. Incluso explica que “algunos expertos calculan que en Estados Unidos, alrededor de 66 por ciento de adultos obesos y hasta 20 por ciento de niños obesos podrían tener hígado graso”, por lo que lo caracterizan como un diagnóstico común.

Sin embargo, hay otra variante de esta enfermedad que según explica el portal web Medline Plus, el cual hace parte de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, se debería a la ingesta de bebidas alcohólicas, que tras los procesos normales del órgano se pueden “generar sustancias dañinas. Estas sustancias pueden dañar las células del hígado, provocar inflamación y debilitar las defensas naturales del cuerpo”, y continúa diciendo que esta enfermedad es la antesala a una hepatitis alcohólica y la cirrosis.

Entre tanto, este portal advierte que los síntomas para estas dos enfermedades no se detectan fácilmente, denominándolo como “afecciones silenciosas”, ante esta situación recomiendan ir asistir a un médico si en algún momento presenta dolores o molestias en el lado superior derecho del abdomen.

El hígado es el órgano más grande de nuestro cuerpo y se encarga de descomponer la grasa que adquirimos a través de las comidas que ingerimos a lo largo de nuestra vida, secreta la bilis que también ayuda en este proceso de descomposición, y recibe la sangre del estómago y el intestino.

El portal del hospital estadounidense Stanford Children’s Health, explica que “una vez que el hígado ha descompuesto las sustancias nocivas, estas se excretan en la bilis o la sangre. Los subproductos biliares ingresan en el intestino y, finalmente, salen del cuerpo en las heces. Los subproductos sanguíneos se filtran en los riñones y salen del cuerpo en forma de orina”, y así es que finalmente se completa el proceso de este órgano.

Ante esta situación, millones de personas conviven diariamente con esta enfermedad que causa el sobrepeso, incluso en menores de edad. Así entonces uno de los remedios que se puede realizar para reducir las afectaciones de este diagnóstico de manera natural es el jugo de remolacha y limón, que para el portal Salud180, es beneficioso ya que genera que el cuerpo saque los “metales pesados”, entre otras sustancias que atacan a este órgano.

Basta con lavar, picar y licuar los dos ingredientes dejando el líquido espeso y luego tomárselo. Se necesitaría entonces una remolacha y un limón grande para disminuir poco a poco los síntomas.

Para Salud180, “los cítricos, debido a su contenido de antioxidantes y pectinas, son ideales para eliminar las grasas y toxinas”, por lo que consumir este tipo de ingredientes puede traer beneficios a la hora de luchar contra este diagnóstico. Entre tanto, recomienda también el jugo de toronja, limón y naranja, que al igual que el anterior, se logra al mezclar todas las frutas en la licuadora y agregando aceite de oliva.

Y finalmente, estaría la mezcla entre la naranja y el jengibre por sus propiedades desinflamatorias. La manera de preparar es sencilla, para esta bebida se necesitaría tener el jengibre rayado, aceite de oliva y el jugo de naranja, todo esto se pondría en la licuadora logrando la bebida a ingerir para combatir el hígado graso. Cabe resaltar que ante esta enfermedad debe seguir un proceso médico y atender las indicaciones de los profesionales en salud.