La hipotermia es un proceso que sucede mientras que el cuerpo pierde calor más rápido de lo que lo produce, lo que lleva a que haya una peligrosa disminución de la temperatura corporal.

La temperatura corporal normal está entre 35 ºC y 37 ºC, por lo que un paciente con una temperatura corporal inferior a este rango, puede corresponder a una hipotermia.

De acuerdo con el portal Mayo Clinic, en el momento en que desciende la temperatura corporal, el corazón, el sistema nervioso y otros órganos no pueden funcionar normalmente y, de no tratarse, esto puede desencadenar en una insuficiencia del corazón, del sistema respiratorio total y, eventualmente, en la muerte.

Una de las principales causas de esta afección es exponerse al clima frío o la inmersión en agua fría. Los tratamientos principales para la hipotermia son métodos para calentar el cuerpo a fin de que recupere la temperatura normal.

Los síntomas que presentan, por lo general, los pacientes que tienen hipotermia son: Escalofríos, hablar arrastrando las palabras o balbuceo; respiración lenta y superficial; pulso débil; torpeza o falta de coordinación; somnolencia o muy poca energía; desorientación o pérdida de memoria; pérdida del conocimiento, y piel de color rojo brillante y fría (en bebés).

Entre los factores de riesgo están:

Cansancio: La tolerancia al frío disminuye cuando el paciente está fatigado.

Edad avanzada: La capacidad del cuerpo para regular la temperatura y sentir frío se puede reducir con el paso de los años. Algunos adultos mayores pueden no tener la capacidad de comunicarse cuando tienen frío o de trasladarse a un lugar cálido si sienten frío.

Corta edad: Los niños pierden calor más rápido que los adultos, aunque estos pueden ignorar el frío. Además, pueden no tener el criterio de vestirse apropiadamente para el clima frío o de refugiarse del frío cuando deberían.

Problemas mentales: Algunas personas que padezcan alguna enfermedad mental, demencia u otras afecciones que interfieran en el juicio no se vistan apropiadamente para el clima o no comprendan el riesgo del clima frío.

Consumo de alcohol y drogas: El alcohol puede hacer que el cuerpo se sienta caliente por dentro, pero hace que tus vasos sanguíneos se expandan, lo que resulta en una pérdida de calor más rápida de la superficie de la piel.

¿Por qué la temperatura corporal cambia con la edad?

Cuando en las películas visten a los abuelos con sacos aun si fuera la temperatura está a 30 grados, no es solo un estereotipo, sino una verdad que tiene asidero en la ciencia. Y es que algunas de las señales de la vejez son visibles como las arrugas y las canas, pero otras son menos visibles, como ser más susceptibles al frío.

Siempre se ha creído que esto se debe a condiciones médicas como problemas con la tiroides o deficiencias vitamínicas. Incluso enfermedades como el cáncer de cuello podrían generar cambios en la temperatura corporal.

Pero un nuevo estudio hecho por investigadores de la Universidad de Yale y de la Universidad de California-San Francisco (UCSF), en Estados Unidos, han comprobado que las responsables de ese fenómeno son las propias células inmunitarias de la grasa, que están diseñadas precisamente para protegernos de las bajas temperaturas.

Con la edad, estas células se vuelven más susceptibles al frío, a la inflamación y a los problemas metabólicos, que pueden dar lugar a una serie de enfermedades crónicas.

En un nuevo estudio publicado en la revista Cell Metabolism, el grupo de expertos descubrió que el tejido adiposo de los ratones de edad avanzada pierde las células linfoides innatas del grupo celular 2 (ILC2), encargadas de restablecer el calor corporal en presencia de temperaturas frías.

Los investigadores pensaron que, entonces, si les daban estas células a los ratones del estudio ellos volverían a controlar su temperatura corporal. Pero no fue así, pues al estimular la producción de nuevas células ILC2 en ratones envejecidos estos se volvieron más propensos a la muerte por frío. “Lo que es bueno para uno cuando es joven, puede ser perjudicial a medida que envejece”, fue la conclusión de Vishwa Deep Dixit, profesor de Medicina Comparada y de Inmunobiología de la cátedra Waldemar Von Zedtwitz, de la universidad de Yale, y coautor del estudio.

Dixit y su antigua colega Emily Goldberg, ahora profesora adjunta de la UCSF, sentían curiosidad por saber por qué el tejido adiposo albergaba células del sistema inmunitario, que suelen concentrarse en zonas a menudo expuestas a patógenos como las fosas nasales, los pulmones y la piel. Cuando secuenciaron los genes de las células de ratones viejos y jóvenes, descubrieron que los animales más viejos carecían de células ILC2, un déficit que limitaba su capacidad para quemar grasa y elevar su temperatura corporal en condiciones de frío.