El Instituto Nacional del Cáncer (NCI) señala que la inflamación crónica “es una respuesta fisiológica normal que causa que sane el tejido lastimado”. El proceso inflamatorio inicia cuando son secretados compuestos químicos para la reparación, señala.
El cuerpo, en su buen funcionamiento, lo que provoca es que los glóbulos blancos reconstruyan dicho tejido o las membranas que se dañaron tras la lesión.
Esta inflamación crónica —según el NCI— ocurre cuando no hay lesiones y puede ser ocasionada por diferentes afecciones como las infecciones, incluso por la obesidad.
Entre sus efectos negativos a largo plazo, puede afectar el ADN causando, en algunos casos, cáncer que de acuerdo con la Organización Mundial para la Salud (OMS) “es la principal causa de muerte en el mundo: en 2020 se atribuyeron a esta enfermedad casi 10 millones de defunciones, es decir, casi una de cada seis de las que se registran”.
Por su parte, en un artículo publicado por Cuerpomente, escrito por la doctora Natalia Eres, asegura que la inflamación crónica “es la madre de enfermedades”, como:
- Diabetes: esta enfermedad se debe a la no producción de insulina por parte del páncreas (diabetes del tipo I) y/o la resistencia de las células a ella (diabetes del tipo II) que trae graves complicaciones cuando no es tratada, como: insuficiencia renal, ceguera, accidente cerebrovascular y amputación en los miembros inferiores.
- Cáncer: de acuerdo con la Clínica Mayo, es “el desarrollo de células anormales que se dividen sin control y tienen la capacidad de infiltrarse y destruir el tejido corporal normal”, proliferándose en todo el cuerpo.
El cáncer se puede manifestar a cualquier edad, pero los mayores de 65 años suelen ser más propensos a un diagnóstico; entre los hábitos asociados con esta enfermedad se encuentran, el consumo de alcohol y cigarrillo; la exposición prolongada al sol y la obesidad, como factores que inciden de gran manera en su desarrollo.
Entre tanto, Cuerpomente señala que cuando este proceso inflamatorio se prolonga más de lo debido, las consecuencias se extiende en depresión, deterioro cognitivo, diabetes, fibromialgia y otras afecciones.
Según la revista de salud, la inactividad física que desencadena obesidad; el consumo de tabaco; el estrés físico y mental; un plan de alimentación insuficiente de nutrientes, pero rico en grasas saturadas; el insomnio; entre otros factores, aumentan la posibilidad del desarrollo de inflamación crónica que es poco conocida, pero es la base para la aparición de otras afecciones como se ha mencionado.
¿Cómo combatir la inflamación crónica?
Un informe de Infosalus que cita a una experta sobre el tema asegura que la dieta mediterránea puede ayudar a combatir los síntomas de la inflamación crónica, porque tiene alimentos con propiedades antiinflamatorias. Incluso, implementar hábitos saludables como rutinas físicas y restringir el consumo de cigarrillo y alcohol, contribuyen a su reducción.
El estudio Dieta mediterránea y sus efectos benéficos en la prevención de la enfermedad de Alzheimer, liderado por Arnoldo Miranda, Carolina Gómez-Gaete y Sigrid Mennickent, explica que, en los años sesenta, quienes vivían cerca del Mar Mediterráneo mostraban índices bajos de enfermedades cardiovasculares, por lo que se asoció con la alimentación y su estilo de vida, que adoptó el nombre del lugar.
El mismo artículo nombrado define este plan de alimentación como aquel en el que las verduras, los cereales, las legumbres y el aceite de oliva son protagonistas en la alimentación, mientras que el consumo de carnes rojas y de grasas saturadas es mínimo.
Es así como concluye que una buena alimentación como la dieta mediterránea puede disminuir el desarrollo de enfermedades crónicas, aumentando la longevidad.