Según explicaron los autores del estudio en la revista Blood Cancer Discovery de la Asociación Americana de Investigación del Cáncer, la quimioterapia en dosis altas seguida de un tratamiento posterior de inmunoterapia benefició a los pacientes con leucemia mieloide aguda (LMA) resistente o en recaída, un cáncer que es conocido como muy agresivo.

En el ensayo de fase II, realizado en el Centro Oncológico Integral Lineberger de la Universidad de Carolina del Norte (UNC) y en el Centro Oncológico Integral Sidney Kimmel de la Johns Hopkins, en Estados Unidos, participaron 37 pacientes menores de 70 años.

Recibieron inyecciones de altas dosis de quimioterapia con citarabina, seguidas de inmunoterapia con pembrolizumab intravenoso dos semanas después para examinar si las respuestas clínicas pueden mejorar con la adición de pembrolizumab. En el punto final primario del ensayo, 14 personas tuvieron una remisión completa de su cáncer.

Estos resultados se compararon favorablemente con las tasas de remisión observadas con altas dosis de citarabina y otros regímenes de quimioterapia en la LMA resistente o recidivante. Y lo que es mejor, en los pacientes que no se habían beneficiado del tratamiento estándar y que recibieron altas dosis de citarabina seguidas de pembrolizumab en su segunda fase de tratamiento general, el 46 % de los participantes en el ensayo lograron una remisión completa con el doble golpe, lo que sugiere que este tratamiento podría ser mejor al principio de la enfermedad. Los efectos secundarios graves fueron escasos y limitados.

“La inmunoterapia ha supuesto un cambio de paradigma en el tratamiento del cáncer, pero la LMA ha quedado rezagada respecto a otros tipos de cáncer, a pesar de los numerosos datos que indican que puede ser eficaz. Nuestro estudio es el primer ensayo clínico que investiga el papel de pembrolizumab en combinación con quimioterapia intensiva en pacientes con LMA que recae o es resistente a la terapia”, afirmó el doctor Joshua Zeidner, profesor asociado de Medicina, jefe de Investigación sobre la Leucemia en el UNC Lineberger y autor correspondiente de este estudio.

Los pacientes cuyo cáncer no responde a un tratamiento agresivo o se vuelve resistente a la quimioterapia, suelen tener una esperanza de vida que se mide en meses, lo que hace que la búsqueda de mejores terapias sea una necesidad importante.

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“En general, los participantes en el ensayo vivieron una media de casi un año después de su terapia, lo que es significativo en comparación con los beneficios anteriores observados con la quimioterapia sola, que dio lugar a una supervivencia media de seis a siete meses”, añadió Zeidner.

Además de encontrar el beneficio de la quimioterapia seguida de la inmunoterapia, los médicos descubrieron que un tipo específico de célula del sistema inmunitario, conocida como célula T, prevalecía antes del tratamiento.

El beneficio del tratamiento se correlacionó con la función de estas células T, ya que posiblemente una determinada población de células T pudo ser revigorizada por el pembrolizumab.

La presencia de estas células T puede ser capaz de predecir qué pacientes se benefician de pembrolizumab en la LMA. Además, diferentes vías genéticas eran más prevalentes en las células leucémicas de quienes respondían a pembrolizumab, lo que sugirió que estos genes podrían servir como potenciales biomarcadores para predecir la respuesta.

“Esperamos que los resultados de este estudio conduzcan a un ensayo clínico de quimioterapia con o sin inmunoterapia. También esperamos identificar biomarcadores robustos de respuesta a la inmunoterapia que puedan incorporarse a los diseños de futuros estudios. Además, estamos planeando incorporar nuestros resultados en un análisis más amplio y multiinstitucional de biomarcadores predictivos y características de respuesta a la inmunoterapia en la LMA”, afirmó el doctor Jonathan S. Serody, catedrático de Medicina Elizabeth Thomas, director del Programa de Terapia Celular de la UNC Lineberger y uno de los autores principales del estudio.

Sobre esa misma línea, el doctor James Allison, galardonado con el Premio Nobel en 2018 por su investigación sobre el aprovechamiento del sistema inmunitario para atacar el cáncer, y tres colegas del Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas, indicó que “los resultados de este ensayo demuestran el potencial de las combinaciones racionalmente diseñadas de quimioterapia citotóxica con bloqueo de puntos de control inmunitarios para tratar neoplasias malignas históricamente refractarias, incluida la LMA recidivante y refractaria”.

“Si bien la combinación parece aportar beneficios (desplaza la curva de supervivencia hacia la derecha en comparación con el historial), aún necesitamos inducir respuestas duraderas a largo plazo similares a las observadas en otras indicaciones para que la terapia de puntos de control pase a primer plano en la LMA”, concluyó

Este estudio es el resultado de una colaboración entre investigadores clínicos y traslacionales de la UNC Lineberger, Johns Hopkins y Merck & Co, que apoyó el ensayo médico y las evaluaciones de las células tumorales e inmunitarias en los pacientes tratados con esta terapia.