El insomnio se ha convertido en un problema muy común tanto en los adultos como en los jóvenes. Puntualmente, el insomnio afecta a más del 30 % de la población adulta al menos una vez al año y suele ser muchas veces un problema difícil de tratar.
Según Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, el insomnio es un trastorno del sueño frecuente que puede causar dificultad para conciliar el sueño o mantenerlo durante toda la noche. Por lo general, este trastorno no solo minimiza la energía del cuerpo y estado de ánimo, sino que puede afectar la salud, el desempeño laboral y la calidad de vida.
Como tal, las horas de sueño pueden variar dependiendo de cada persona; sin embargo, los expertos en salud aconsejan dormir entre siete y ocho horas por noche. Cuando no se cumple este tiempo y el insomnio es frecuente, se pueden presentar síntomas como cansancio, somnolencia diurna, dificultad para prestar atención, preocupaciones constantes, despertarse durante la noche e irritabilidad, depresión o ansiedad.
Además, la Sociedad Española de Neurología hace hincapié en los perjuicios del insomnio, explicando que “afecta al rendimiento diario y produce déficits cognitivos y de memoria, así como problemas de ansiedad y depresión, hipertensión, diabetes, obesidad, entre otros”.
Causas que provocan el insomnio
Para determinar la causa del insomnio, el portal web The Objetive da a conocer seis motivos habituales que pueden provocar este trastorno.
Estrés, ansiedad y depresión
Por lo general, las preocupaciones activan la mente durante la noche y es en ese momento en donde aparecen los pensamientos negativos y provocan un sueño dilatado. Además, los eventos estresantes y traumáticos pueden causar insomnio. Por este motivo, el doctor Hernando Díaz señala para SEN que es “importante recordar que las benzodiacepinas no se deben de utilizar para el tratamiento del insomnio crónico más de 12 semanas porque entorpecen cognitivamente, por sus efectos sedativos o depresores del sistema nervioso central y por sus efectos de relajación muscular”.
Mala alimentación
Este factor negativo no solo se trata de comer mal o en exceso, sino de lo que se consume o en qué momento. Por ejemplo, cenar y acostarse, por muy ligera que sea nuestra cena, es una mala opción y puede provocar insomnio. Así mismo, una dieta abundante en fritos, proteínas y grasa saturadas puede dificultar el sueño debido a la indigestión que provocan y, a su vez, puede incrementar las probabilidades de sufrir gastritis, reflujo gastroesofágico o acidez estomacal. De este modo, lo ideal es cenar alimentos ligeros y esperar un par de horas antes de dormir.
Consumo de alcohol
Cuando se ingiere alcohol, el sueño se hace más ligero y fragmentado a lo largo de la anoche. De este modo, aumenta las posibilidades de soñar y de sufrir pesadillas, lo cual genera notables interrupciones a medida que las horas de sueño se van esfumando. Por esta razón, se debe minimizar el consumo de alcohol para conciliar el sueño de forma adecuada.
Edad y envejecimiento
A medida que pasan los años, los patrones de sueño cambian, volviendo mucho más ligero el sueño. A ello se suma el consumo de ciertos medicamentos que pueden generar somnolencia y que, en determinados momentos del día, supongan un beneficio para esas microsiestas tan habituales en la tercera edad.
Deporte a deshoras
A pesar de que el deporte es salud y vida, no siempre suele ser así. Es importante tener claridad de que el deporte no se debe realizar apenas un rato antes de ir a dormir, porque puede provocar distintas alteraciones en el organismo como el insomnio.
Consumo de estimulantes
El café por la noche no es una opción ideal para conciliar el sueño, ya que esta bebida supone una alta dosis de cafeína para el cuerpo y lo mantiene en estado de alerta. Esto también sucede con productos demasiado azucarados que suponen una carga de energía extra, como el chocolate, o incluso los tés. Lo ideal es consumir una infusión relajante o tranquilizante, como pasa con la manzanilla o la valeriana.