La lucha contra el cáncer es uno de los objetivos más importantes en la agenda científica mundial y cada vez es más frecuente oír de avances esperanzadores, aunque los científicos reconocen que aún falta mucho camino por recorrer.

Ahora, el origen de las buenas noticias es Conicet, institución científica argentina que se dedica a los estudios sobre esta enfermedad, que afecta a millones de personas en todo el planeta.

Allí como en los demás centros de esta índole, los estudios más recientes se enfocan en activar el sistema inmunológico del cuerpo para que se encargue de combatir los tumores cancerígenos.

Perfeccionar esta tecnología sería un gran alivio para los pacientes en el futuro, pues se verían libres de los tratamientos de quimioterapia, que destruyen todas las células sin discriminar las sanas de las que no lo están.

La clave de la investigación son las quinasas, que tienen la propiedad de activar y desactivar a otras moléculas. | Foto: Getty Images

En esa ruta, uno de los grandes blancos de los ensayos son las quinasas, encimas presentes en todos los organismos vivos y que tienen la propiedad de transmitir el fosfato a una molécula llamada adenosín trifosfato (ATP) a otras moléculas, como las proteínas.

Al hacerlo, las quinasas activan o desactivan las moléculas modificadas, en un mecanismo que recuerda a un interruptor.

Esto último es precisamente el núcleo del estudio argentino, que mereció la portada de la revista Science Signaling, que, junto con su hermana mayor, Science, son referentes en el mundo científico.

Científicos que tomaron parte en el estudio han explicado en recientes entrevistas que, durante las dos últimas décadas, estas investigaciones le han apuntado a descubrir cómo se da ese mecanismo de encendido y apagado.

Particularmente, se han fijado en una quinasa llamada PDK1 que desempeña un rol primordial en la señalización celular y se asocia con el crecimiento y supervivencia de las células.

Ello se explica por el hecho de que PDK1, a través de su característico funcionamiento, ayuda a que las células cancerígenas se desarrollen sin control y se mantengan vivas.

Si se logran avances a partir de este estudio, se veían beneficiados pacientes de cáncer y de otras enfermedades. | Foto: Getty Images

Así las cosas, el estudio se centró en AKT, una de las proteínas que activa PDK1, con el fin de buscar una vía para “apagarla”, lo cual, indirectamente, induciría a la muerte de las células cancerígenas y por ende a la desaparición del cáncer.

Suena fácil, pero los estudiosos han dicho que es muy difícil logran un fármaco que desactive solo una proteína y no afecte a las demás.

Science Signaling exhibió en portada el dibujo del fenómeno molecular en que se basó el estudio. | Foto: CÁNCER aRGENTINA

Además, si se desactivan todas, se pueden suscitar procesos tóxicos o efectos secundarios indeseables.

De todos modos, los especialistas creen que es complicado, pero no imposible alcanzar la meta de desactivar una sola proteína, a través de un fármaco, y que el día que se logre no solo podría ser beneficioso para los pacientes con cáncer, sino también para el combate de otras enfermedades.

Representantes del CONICET han contado además que este nuevo hallazgo fue el resultado de un trabajo interdisciplinario muy complejo, a lo largo del cual se aliaron con otros laboratorios del país suramericano. Todo para comprender muy bien el mecanismo molecular de regulación y concluir que puede ser la vía para la tan anhelada mejora en los tratamientos contra esta difícil enfermedad.