Para mantener un estilo de vida saludable, el ejercicio es una parte fundamental. Sea cual sea el tipo de rutina o tiempo dispuesto, realizar actividad física es importante junto con la alimentación. Sin embargo, malos hábitos como la falta de sueño imposibilitan sacarle el máximo provecho.
La cantidad de horas de sueño son importantes para ver los resultados del ejercicio. A simple vista no tienen relación alguna, pero una reciente investigación encontró la relevancia entre ambos asuntos, concretamente con el funcionamiento correcto del cerebro.
El estudio Asociaciones conjuntas de la actividad física y la duración del sueño con el envejecimiento cognitivo: análisis longitudinal de un estudio de cohorte inglés, publicado por Lancet Healthy Longevity, indica que las personas con actividad física frecuente y en especial con mayor intensidad, pero descansando menos de seis horas en las noches, presentaban un deterioro cognitivo considerable en contraste con las personas que se ejercitaban en menor nivel pero con un descanso balanceado.
“Nuestro estudio sugiere que puede ser necesario dormir lo suficiente para obtener todos los beneficios cognitivos de la actividad física”, explicó la Dra. Mikaela Bloomberg, autora principal de la investigación, al señalar que los resultados encontrados demuestran que el sueño y el ejercicio van de la mano.
Los científicos tomaron como muestra durante una década a 9 mil adultos mayores de 50 años, provenientes del English Longitudinal Study of Ageing. Todo el proceso contó con la financiación del Reino Unido y el Instituto Nacional sobre el envejecimiento de Estados Unidos.
El punto de partida del estudio fue entrevistar a todos los pacientes para tener el primer registro de sus hábitos de sueño. Posteriormente y durante dos años, los investigadores le realizaron seguimiento a los pacientes para ver los avances o deterioros.
Las personas con mayor intensidad física que dormían entre seis y ocho horas diarias tuvieron una función cognitiva mejor a medida que pasaba el tiempo. Es decir, el descanso dispuesto complementaba positivamente los resultados del ejercicio. En contraste, las personas que no hacían mucha actividad y tampoco tenían un sueño prolongado tuvieron deterioros notables en su capacidad cognitiva.
Adicionalmente, el grupo más activo a nivel físico fue el más joven y delgado al inicio; durante todo el monitoreo, algunos tuvieron mejores hábitos en sus vidas, tales como conseguir pareja, no fumar ni beber alcohol, sin síntomas de depresión y mejoraron su aprendizaje en universidades o institutos.
No obstante, el resultado más llamativo fueron los pacientes con una rutina de ejercicio de alto rigor pero con horas de sueño reducidas, menores a las seis horas. Si bien cumplían con la actividad física recomendada, los resultados terminaron perdiéndose con el tiempo de descanso, generando el efecto contrario al esperando y experimentando un deterioro considerable.
Las personas entre 50 y 60 años que dormían poco y eran físicamente activas experimentaron un deterioro mucho más rápido con quienes descansaban de mejor manera. En el caso de los pacientes con una edad superior, los beneficios del ejercicio se mantuvieron a pesar del sueño corto.
“Nos sorprendió que la actividad física regular no siempre fuera suficiente para contrarrestar los efectos a largo plazo de la falta de sueño sobre la salud cognitiva”, declaró la doctora Bloomberg frente a este descubrimiento.
En ese orden de ideas, el informe apunta que la actividad física debe ir de la mano con el descanso, son dos aspectos que no se deben como separados sino como convergentes. Combinar ambos a partir de los 50 será positivo para conservar un estado de salud apto.