Este 15 de abril se conmemora en la Iglesia católica el llamado Viernes Santo, una fecha especial para el judeocristianismo en la que se recuerda la muerte de Jesús en la cruz del calvario.
De acuerdo con la Biblia, sobre las seis de la tarde el Hijo de Dios falleció colgado sobre una cruz, esto luego de ser condenado por el Imperio Romano y los líderes religiosos de la época.
El libro de San Lucas, en su capítulo 23, relata lo sucedido, desde el momento en el que pusieron la cruz sobre el lomo de Jesús para que la cargara hasta el monte de Gólgota, pasando por su crucifixión y hasta el momento en el que finalmente murió:
“44 Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
45 Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad.
46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró”.
Según explica la Palabra de Dios y la tradición cristiana, la muerte en la cruz representó el fin de la esclavitud del hombre al pecado y el inicio de su reconciliación con Dios. Por esto, los creyentes consideran a Jesús como el Salvador, que “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”, tal como lo explicó el apóstol Pablo en la carta escrita a los Filipenses 2:6-8.
Todos estos pasajes de la Biblia son los que han hecho que la Iglesia católica, así como sus corrientes cristianas vean en la cruz, contrario a lo que creían en la antigüedad, un símbolo de libertad y redención de pecados, gracias a la gestión de Jesucristo en el madero.
Entonces es válido preguntarse: ¿qué ocurrió con la cruz en la que Jesús pagó el precio por el pecado de la humanidad?
Aunque es muy poca la información que se tiene sobre el madero utilizado para la crucifixión de Cristo, existen varios relatos que datan de los siglos III y IV, que darían una idea de lo ocurrido con la cruz luego de la muerte de Jesús.
Sin embargo, es un texto de Gelasio de Cesarea el que tiene la versión más aceptada por el catolicismo en el mundo. Según la historia relatada por Gelasio, Santa Helena, madre del emperador romano Constantino, fue la responsable de ir hasta Jerusalén para confirmar el paradero de la cruz.
De acuerdo con la historia universal, esta mujer fue una de las que más abogó para que el cristianismo se tomara como la religión oficial del Imperio Romano, por lo que fue la elegida por su propio hijo para esta importante labor simbólica y religiosa.
La versión de Gelasio cuenta que Helena llegó hasta el Gólgota y en ese lugar encontró la cruz de Jesús, así como las otras dos en las que fueron crucificados los ladrones que murieron a su lado.
Para reconocer cuál era la cruz correcta, la madre de Constantino decidió poner a prueba la fe y que fuera Dios quien le diera la respuesta: llevaron a una mujer muerta como ‘conejillo de indias’ para colocarla bajo cada cruz; según creía Helena, la mujer resucitaría al ser ubicada bajo la cruz en la que murió Jesús.
No obstante, el relato anuncia que las marcas de los clavos en la madera también ayudaron a reconocer la cruz correcta. Así, al ser hallada, Helena decidió que lo mejor era que la mayor parte del madero fuera dejada en Jerusalén, mientras que una parte de este fue llevado consigo hasta Roma.
La tradición asegura que estos restos se encuentran hoy en la basílica de la Santa Cruz, ubicada en la capital de Italia.