El sistema inmunológico es la defensa del cuerpo ante organismos infecciosos y otros invasores, de acuerdo con el Rady Children’s Hospital-San Diego.
El sistema inmunitario defiende el cuerpo contra sustancias que considera dañinas o extrañas, a las que se le conoce como antígenos. Estos pueden ser gérmenes como bacterias y virus, sustancias químicas o toxinas, células dañadas por el cáncer o quemaduras solares.
Cuando el sistema inmunitario reconoce un antígeno, lo ataca. A esto se le llama respuesta inmune, en la cual se producen anticuerpos -proteínas que actúan para atacar, debilitar y destruir antígenos-. El cuerpo también produce otras células para combatir el antígeno, de acuerdo con Medline Plus, la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.
Luego, el sistema inmunitario recuerda el antígeno. Si vuelve a reconocerlo, puede identificarlo y enviar rápidamente los anticuerpos correctos. Gracias a esto, en la mayoría de los casos las personas no se enferman. A esta protección contra una determinada enfermedad se le conoce como inmunidad.
Por tal razón, para ayudarle al cuerpo a fortalecer el sistema inmune es, indispensable consumir alimentos que contengan vitaminas y minerales, pues estos contribuyen en buena medida a prevenir enfermedades y fortalecer las defensas del cuerpo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Por ello, el portal de Helga By Helga Diaz recomendó consumir uva, pues tiene un alto contenido de antioxidantes y de vitaminas C, D, E y betacaroteno.
En consecuencia, para preparar el jugo se debe hervir agua y cuando esté en su punto de ebullición se agregan un par de uvas y se dejan reposando por 30 minutos. Adicionalmente, se le agrega jengibre rayado y se consume, preferiblemente, en ayunas.
Síntomas de un sistema inmune debilitado
La Clínica San Felipe reveló que cuando el sistema inmunológico está debilitado pueden aparecer signos como:
- Infecciones y/o resfríos recurrentes.
- Alergias.
- Enfermedades simples, que duran más de lo normal, demoran en curarse o se agravan.
- Fiebre frecuente.
- Ojos secos.
- Cansancio habitual.
- Náuseas y vómitos.
- Diarreas.
- Manchas en la piel.
- Caída del cabello.
Otras formas de fortalecer el sistema inmune
Para ayudarle al cuerpo a fortalecer el sistema inmune es indispensable consumir alimentos que contengan vitaminas y minerales, pues estos contribuyen en buena medida a prevenir enfermedades y fortalecer las defensas del cuerpo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En consecuencia, es importante consumir alimentos que contengan vitamina C, ya que ayudan al sistema inmune a defenderse de infecciones y brindan propiedades antioxidantes que protegen las células y los tejidos de tu cuerpo.
Asimismo, es importante consumir alimentos ricos en vitamina A y la mejor manera de adquirirla es a través del consumo de alimentos como hígado; productos lácteos como leche, huevos o mantequilla, y frutas y verduras de color amarillo o naranja intenso como zanahorias, ahuyama, mango y papaya.
La FAO también recomienda consumir las verduras de color verde oscuro, como acelgas y espinacas, entre otras.
Sobre la misma línea, alimentos que contengan vitamina B, pues ayudan a las células del cuerpo a generar la energía que aportan los alimentos y a usar los nutrientes para reparar los tejidos.
La mejor manera de adquirir vitamina B es consumiendo cereales integrales, avena, trigo, maní, algunas frutas, carne de cerdo, pescado, verduras de hoja verde, espárragos y alimentos que contengan proteína.
De igual manera, para aumentar las defensas del cuerpo es ideal consumir pescados y mariscos pues son considerados fuente principal de ácidos grasos como omega 3, y de proteínas que favorecen el buen funcionamiento del sistema inmune.
Los omega 3 proporcionan calorías para darle al organismo energía y tienen muchas funciones en el corazón, los vasos sanguíneos, los pulmones, el sistema inmunitario y el endocrino (la red de glándulas productoras de hormonas). Están presentes en las nueces y semillas como de linaza, chía y nueces negras, y en los aceites de plantas como de linaza, soja (soya) y canola.