Es clave elegir correctamente los alimentos del desayuno. En especial, se deben evitar aquellos que sean perjudiciales para la salud. ¿La razón? Son capaces de entorpecer el día a día.
Pese a que se debate si el desayuno es la comida más importante del día, son varios los expertos que consideran que es indispensable alimentarse bien en esta comida pues se ingiere luego de un periodo largo de ayuno nocturno; de ahí que le proporciona los primeros nutrientes al organismo antes de iniciar la jornada diaria.
Esta teoría puede ser compartida o no. No obstante, ese debate no es relevante y hay que enfocar preferiblemente la conversación sobre encontrar la mejor alimentación para el desayuno.
La Fundación Española de la Nutrición (FEN) apunta que esta comida es retadora para las personas, debido a que no hay una fórmula predeterminada para saber cuáles son los productos más aconsejables.
En ese orden de ideas, para saber qué alimentos consumir, lo mejor es tener claro aquellos que no son recomendados. A nivel general, aquellos que no le aportan mucho al organismo y, al contrario, lo terminan perjudicando son los altos en carbohidratos, azúcares o los ultraprocesados.
Los cereales azucarados, tostadas o muffin generan el mismo efecto que un postre en el organismo. Dada su composición, los carbohidratos y factores ultra procesados presentes en su estructura aumentan los niveles de azúcar en la sangre y de insulina, lo que conlleva a que se aumente con facilidad el nivel de células grasas, las cuales son las encargadas de convertirse en energía almacenada y, por consiguiente, grasa corporal.
A partir de ello, el primer alimento que hay que evitar para tener un desayuno saludable, el cual le permita al cuerpo mantenerse sano y en forma es la familia de los jugos de frutas.
Puede sonar contradictorio, debido a que la creencia popular apunta a que los jugos de futas aportan múltiples beneficios.
Sin embargo, si bien aquellos que sí son zumo cumplen esa función, la mayoría de jugos comerciales no son iguales. Estos productos no cuentan con un gran contenido de fruta, sino que se caracterizan por el azúcar, un aditivo.
En el mercado, la mayoría de jugos de frutas son altos en azúcar, siendo completamente negativos para el desayuno. La mejor alternativa es comprar las frutas propiamente para que se evite el jugo y, por el contrario, se le saque provecho a los beneficios del fruto.
De la mano con los líquidos, el segundo tipo de alimento negativo para la primera comida del día es la familia de la bollería industrial. Tanto para bebidas como sólidos, se trata de productos que forman parte de la categoría de ultraprocesados, ricos en grasas, azúcares y aditivitos. Estos son responsables de enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes.
Antes de comprarlos, la recomendación es revisar con lujo de detalles los componentes de los productos, para ser conscientes de que, en caso de consumirlos, las consecuencias tarde que temprano llegarán. En ese sentido, las carnes procesadas son otros alimentos negativos para el desayuno.
Productos como el beicon, salchichas o embutidos son típicos en el primer plato del día. Sin embargo, al acoplarlos al desayuno se está cometiendo un grave error. Estos alimentos están hechos a partir de grasas saturadas y calorías. La sugerencia es reemplazarlos por carnes que no estén ultraprocesadas.
De gran popularidad también, pero igual de dañinos, los cereales azucarados son enemigos para el organismo. Al igual que con los jugos, hay que revisar sus componentes al respaldo del empaque para corroborar que no son negativos. Es mejor consumir cereales naturales o hechos a base de avena.
Finalmente, los últimos dos alimentos perjudiciales son los yogures de sabores y pan blanco. Frente a los primeros, estos también tienen grandes cantidades de azúcar. Son consumidos en gran medida en los desayunos y meriendas de los niños y niñas, por lo que es mejor reemplazarlos por una presentación natural.
En el caso del pan, la mejor alterativa es comprar la versión integral, pues no cuenta con un alto índice de harina refinada e hidratos de carbono, dos compuestos que aportan a la glucosa en la sangre.