El próximo 17 de agosto, la actriz Marta Liliana Ruiz cumple un año de la cirugía a la que fue sometida para extraerle un tumor, cuya historia había empezado seis años atrás, cuando notó la primera lesión. “Me salió en el borde de la lengua, era como una mordidita, no me dolía, pero era más blanca que las demás. Me eché un líquido de libre venta y no se me iba. Pedí cita médica y le dije al doctor, ‘mire cómo me mordí’. Él me mandó al cirujano maxilofacial, me tomaron biopsia y resultó leucoplasia, una lesión benigna que da por fumar o por el licor y que tiene que ver además con una predisposición genética”, explica.

A los dos años, volvió a salirle una segunda lesión en el mismo lugar. “Era más chiquita, pero tenía las mismas características”. Otra biopsia, otra leucoplasia y segundo tratamiento.“En 2020, en plena pandemia, viene la tercera lesión, ya no era en el borde, sino debajo de la lengua y parecía una ampollita. No me atendía ningún odontólogo en ese entonces, me tocó telemedicina y me recomendaron ponerle mucho cuidado y estar atenta por si cambiaba de forma. Como estábamos en cuarentena no podía salir y empecé a buscar por internet y a probar cuanto remedio casero.

Nada me mejoraba. En diciembre de 2020 me da covid, y esto fue como si un grano de maíz estallara y se convirtiera en crispeta. La lesión se agrandó al punto de llegar al tamaño de una moneda de 1.000 pesos. Llegó mayo y no me daban cita. Comencé a hablar rarísimo y extrañamente me pasó algo que antes no, y es que comenzó a dolerme. En medio de las dificultades médicas para que me atendieran, finalmente me dieron cita hasta el 11 de junio de 2021 con un cirujano de cabeza y cuello. Me hicieron una biopsia y el 9 de julio me dijeron que tenía cáncer, y que en la cirugía iba a perder media lengua y, por ende, el habla. Lloré mis ojos, me quise morir”, dice.

Marta Liliana era portadora del tumor de Ackerman, un carcinoma verrucoso, que, en medio del drama, resultó ser el menor de los males, pues este tipo de cáncer, a diferencia del carcinoma escamoso, no hace metástasis y el tratamiento está en el quirófano, lejos de quimios y radioterapias. El riesgo era muy alto, pues era perder la mitad de un órgano. “Me propusieron reconstruir la lengua con la opción de hacerme un colgajo con unos nervios que iban a ser retirados de mi brazo, en una cirugía de 14 horas. Me dio mucho miedo y me puse en manos de Dios, porque no quería someterme a eso, además soy hipertensa. Le dije al médico: ‘quíteme el cáncer’; me contestó: ‘no vas a poder hablar’”.

En medio de su recuperación escribió un libro que tituló Conviviendo con Ackerman, en el que narra todo lo que vivió y que fue su mejor catarsis. | Foto: Cortesía oficina de prensa Talento Nacional

El 17 de agosto, Marta Liliana ingresó al quirófano, y después de ocho días inició terapias de fonoaudiología. “El médico me decía: ‘aún tienes muchos puntos’. Yo le contestaba: ‘no importa, quiero empezar ya’”. En medio de su recuperación escribió un libro que tituló Conviviendo con Ackerman, en el que narra todo lo que vivió y que fue su mejor catarsis. “Creo que di con la mejor fonoaudióloga. Me hacía repetir cada letra hasta decir no más. Seis meses después, el cirujano no podía creer que estuviera hablando”.

Hoy, cuando está a punto de cumplirse el primer aniversario de esa cirugía que se le llevó la mitad de la lengua, se le escucha hablar como una persona normal. Muchas fueron las enseñanzas espirituales que también le dejó esta experiencia. Marta Liliana también conectó su cáncer a una emoción que venía sintiendo desde hace varios años y que tiene que ver con esa incomodidad humana que queda cuando no se dice lo que toca en el momento y el tiempo adecuados, cuando es mejor optar por ‘calladita se ve más bonita’.

“Me mordí la lengua por quedarme callada, yo misma busqué el origen emocional de todo esto y encontré una lectura que me hacía la pregunta, ¿en qué momento te mordiste la lengua para no decir las cosas cómo son? En el fondo yo sabía cuándo”.

Por eso, hoy, literal, dice que nadie la calla, pues no le afana filtrar lo que piensa. Primero su salud. Y dice con toda seguridad, que la mejor terapia para ella es “hablar hasta por los codos”.

Para la actriz, su cáncer también estuvo conectado a la emoción de callar cuando no debió. | Foto: Cortesía oficina de prensa Talento Nacional

El viacrucis de padecer cáncer de lengua

En el año 2020, Globocan, The Global Cancer Observatory, una agencia internacional de investigación, ubicó a Colombia en el puesto 22 por incidencia del cáncer de cavidad oral, después del cáncer de seno y próstata, entre otros. Ese año se reportaron 914 casos y 378 muertes. Recientemente, la Revista Colombiana de Cancerología señaló que en Colombia se estima que se diagnostican 1.500 casos nuevos de cáncer en boca y 500 muertes al año.

Cualquier úlcera de color blanco o roja en lengua, labios, carrillos, deben estudiarse. | Foto: Getty Images/iStockphoto

Para Andrey Moreno, cirujano oncólogo de cabeza y cuello, del Instituto Nacional de Cancerología, “el gran problema en nuestro país con este tipo de tumores es que el 40 por ciento de las personas consulta en estadios muy avanzados, lo que implica una mortalidad de hasta el 60 por ciento”, afirma.

El cáncer de lengua es el más común de la cavidad oral y el más agresivo, puesto que afecta notablemente funciones básicas como comer, hablar, masticar, respirar y hasta influye en las expresiones faciales. No tiene una única causa. En junio de este año, la Universidad El Bosque señaló en un comunicado que algunos de los factores de riesgo a considerar son genéticos en unos casos, y en otros, incide el consumo de tabaco, alcohol y una mala nutrición. También se ha determinado que el virus del papiloma humano (VPH) es una causa muy importante, ya que se ha evidenciado una alta relación entre este y el desarrollo de cáncer en diferentes zonas de la cavidad oral.

Según María Rosa Buenahora, decana de la Facultad de Odontología de la Universidad El Bosque y magíster en Ciencias Odontológicas, patóloga oral y epidemióloga, el cáncer de lengua suele ser asintomático en sus estadios más tempranos, pero este puede ser detectado si se tiene en cuenta, por ejemplo, que “tanto el paciente como el odontólogo deben procurar realizar un examen clínico regular, que incluya la valoración de cadenas ganglionares, así como una evaluación clínica intraoral minuciosa de todas las zonas de la boca, especialmente la lengua en su parte dorsal, ventral, lateral y la base de esta, además de estar informado sobre antecedentes familiares relacionados con esta patología”, explica la médica.

Igualmente, la persona debe poner atención a toda lesión que se presente en la boca. Según el oncólogo Moreno, “cualquier úlcera de color blanco o roja que aparezca en la lengua, en los labios, en los carrillos, que son los cachetes por dentro, deben estudiarse y, en lo posible, llevarse a biopsia, porque cualquiera de estas lesiones puede ser sospechosa”, dice. El tratamiento, de acuerdo con Moreno, depende del tiempo de evolución, la localización y la sintomatología. “Cuando es muy avanzado, el tratamiento casi siempre es quirúrgico, pues se busca extirpar la lesión, y en estadios más leves, el tratamiento es quimioterapia y radioterapia durante por lo menos seis meses”.