Desde tiempos milenarios, las plantas y especias han sido utilizadas por el ser humano y sus propiedades y múltiples beneficios han sido aprovechadas para la salud. De hecho, varias de ellas, por ejemplo, favorecen el riego sanguíneo, incluso a nivel cerebral, y hasta consiguen prevenir accidentes vasculares como la aterosclerosis, las tromboembolias y los ictus.
Cabe resaltar que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad en el mundo, superando cualquier tipo de cáncer y el sida.
Según los expertos de MedinePlus, para limpiar las arterias el secreto está en mejorar los hábitos de vida en dos sentidos: más ejercicio físico y cambiar la alimentación, además de las pautas que indique el médico. Lo malo de una alimentación alta en grasas es que las arterias se pueden ver afectadas, es decir, se tapan.
Por esta razón, la alimentación juega un papel clave a la hora de limpiar las arterias, estimular la circulación sanguínea y disminuir la viscosidad de la sangre. Para hacerlo, entran en juego las propiedades de ingredientes como el ajo, que pueden ayudar a todo lo anterior, así como e considerado el mejor anticoagulante natural, “que ayuda a que la sangre circule mejor en los vasos”, tal y como lo señala el portal web Tratamiento de Varices, de España.
El ajo, tradicionalmente utilizado para condimentar algunos platos, ha demostrado lo efectivo que es para reducir el colesterol, un tipo de lípido, y los triglicéridos, un tipo de grasa, cuyo exceso no cae nada bien al organismo, dado que puede desembocar en afecciones cardiacas.
Además, al mejorar la salud cardíaca, favorece la circulación, reduce el colesterol malo o LDL, dilata los vasos sanguíneos y evita la arterioesclerosis. Ayudaría de esta manera a acelerar el metabolismo, según el portal Mejor con Salud.
El ajo en polvo y el extracto de ajo envejecido fueron más eficaces en la reducción de los niveles séricos de CT, mientras que el aceite de ajo resultó más efectivo en la reducción de los niveles séricos de TG. Sin embargo, el ajo pareció no producir efectos significativos en los niveles de lípidos, incluyendo el colesterol HDL y LDL, según un estudio realizado por investigadores del Instituto de Toxicología de la Universidad de Shandong (China).
Los autores del estudio concluyen que el ajo podría reducir los niveles de colesterol total y triglicéridos, y sostienen que una terapia con ajo podría ser beneficiosa en pacientes con riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Para obtener todos sus beneficios, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere estas pautas: una dosis diaria de 2 a 5 g de ajo fresco (aproximadamente un diente de ajo), de 0,4 a 1,2 g de ajo en polvo seco, de 2 a 5 mg de aceite de ajo, de 300 a 1.000 mg de extracto de ajo, u otras formulaciones equivalentes de entre 2 y 5 mg de alicina.
Los beneficios de este popular alimento cuando se consume crudo son varios, pero su ingesta debe ser moderada, dado que un exceso impide que sus nutrientes puedan ser del todo absorbidos por el organismo y puede ocasionar varios problemas de salud como, por ejemplo, náuseas y ardor en la boca, el esófago y el estómago.
Asimismo, cabe mencionar que este elemento de origen natural, si se va a consumir por primera vez o se tiene alguna afección que prohíba o limite su ingesta, debe ser autorizado por un profesional de la salud de acuerdo con las condiciones de cada persona, así que lo ideal debe ser acudir a un médico de confianza que le dé vía libre para el consumo de esta beneficiosa especia natural.