Un gran número de investigaciones han intentado dilucidar si realmente existen factores que condicionan la experiencia sexual de ambos géneros. La mayoría de análisis indican que los hombres están biológicamente programados para excitarse con un simple estímulo visual, mientras que las mujeres requieren unas conexiones más profundas y emocionales. Por eso, tal vez, en el imaginario de todos está la idea de que el porno es para ellos. La creencia data de la década de 1940, cuando Alfred Kinsey, el primer sexólogo prominente de Estados Unidos, publicó un estudio que confirmaba que ellos se excitaban más fácilmente y con más frecuencia que el sexo opuesto al ver imágenes lascivas. Refuerzan esa visión las cifras de pornografía en línea, en las que los hombres siguen siendo los principales consumidores de estos contenidos. También la respalda el alto número de mujeres que consultan a los médicos por falta de deseo sexual y anorgasmia. Fisiológicamente, ellas estarían equipadas para una sexualidad menos activa. En 2015, la revista Marie Claire realizó una encuesta a más de 3.000 mujeres y descubrió que el 82 por ciento ve porno sola. Eso indica que ellas lo usan para descubrir lo que les gusta y complacerse a sí mismas. Pero los resultados de un estudio del Instituto Max Planck de Cibernética Biológica, en Alemania, derrumbarían ese mito. El nuevo análisis, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, asegura que “no hay diferencias a nivel neurobiológico” en el grado de excitación sexual que sienten hombres y mujeres ante estos contenidos. Para demostrarlo, Hamid Noori, autor principal del trabajo, y sus colegas analizaron 61 estudios de imágenes del cerebro de más de 1.800 heterosexuales, transgéneros, bisexuales y homosexuales.
A todos les habían mostrado escenas cotidianas de personas, así como fotos y videos eróticos mientras permanecían conectados a una máquina de escaneo cerebral. Allí, los científicos medían su reacción espontánea e incontrolable a los estímulos sexuales mediante resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés). Este método no invasivo cuantifica la actividad cerebral por el consumo de oxígeno en sus regiones. Tras analizar los resultados, los investigadores no encontraron diferencias a nivel cerebral entre hombres y mujeres al ver porno. En ambos géneros observaron un cambio en la actividad en las mismas regiones del cerebro, incluidas la amígdala, la ínsula y el cuerpo estriado, asociadas también con el procesamiento de información emocional y conectadas a los circuitos de procesamiento de recompensas, entre las cuales está la sensación de placer. El trabajo del instituto, por el contrario, ofrece una visión más objetiva y global, pues es un metaanálisis que revisó estudios pasados. Según Noori, los resultados de las investigaciones anteriores obedecían a análisis sesgados de los investigadores y a que abarcaban muestras pequeñas. El trabajo del instituto, por el contrario, ofrece una visión más objetiva y global, pues es un metaanálisis que revisó estudios pasados, y sus interpretaciones revelan patrones que los demás no pudieron ver.
El estudio expone una gran paradoja: por qué los hombres constituyen el 80 por ciento de los visitantes a estos sitios si las mujeres responden de la misma manera a nivel cerebral. Esto se conoce como disonancia cognitiva: una posición en público que no coincide con el comportamiento en privado.
Siempre se ha creído que los hombres disfrutan más el porno que las mujeres. Biológicameente no es así, pero social y psicológicamente, sí. Esto podría suceder con el porno y las mujeres, porque ellas se excitan con él, pero también lo consideran socialmente inapropiado. Incluso, muchas están en contra de que los hombres acudan al porno, ya que se sienten amenazadas si su pareja se excita con otras. “Ellas tendrían un conflicto con el placer que sienten y lo que creen correcto”, dice Sarah Hunter Murray, terapista de pareja. Para Noori, la explicación no depende del género, ni la orientación sexual o la biología, sino de diferentes patrones culturales y sociales que hacen a un género sentirse más suelto.
“Para la mujer hay efectos inhibitorios secundarios que evitan que exprese lo que realmente siente, aunque nuestro estudio indica que tanto ellos como ellas no son muy diferentes”, dice. Con él coincide Phillip Hodson, psicoterapeuta británico. Para este, las opiniones de las mujeres sobre el porno siempre han sido negativas, pero “eso no significa que no encuentren esta actividad estimulante”. Sugiere que como el porno hoy está al alcance de todos, ellas lo estarían usando para tener placer sin necesidad de una pareja y sin invertir en términos emocionales. En el estudio de Noori también llamó la atención la gran diferencia entre hombres y mujeres frente al tipo de imagen que los excitaba, una foto o un video. En efecto, mirar fotos eróticas resultó una actividad más difuminada en todo el cerebro, mientras que en los videos esta fue más evidente en los centros del placer. Según Noori, esto se debe a que al cerebro le queda más fácil concentrarse en los elementos no sexuales de una imagen fija que en un video. Para Noori, la explicación no depende del género, ni la orientación sexual o la biología, sino de diferentes patrones culturales y sociales que hacen a un género sentirse más suelto. Lo anterior va en la misma línea de una investigación de 2008, realizada por la sexóloga canadiense Meredith Chivers, que mostró que las mujeres heterosexuales se excitan cuando ven casi todo tipo de imágenes: masturbación, sexo heterosexual, entre lesbianas y entre gais, e incluso imágenes del apareamiento de chimpancés bonobo. A pesar de que las mujeres mostraron fuertes signos de actividad en el cerebro, hubo una marcada desconexión entre su cuerpo y su cabeza. Esto quiere decir que estaban excitadas, pero no lo sabían. ¿Qué no las excitó? Las fotos de hombres desnudos. Curiosamente, en varios sondeos, las mujeres han dicho que encuentran la forma del cuerpo femenino más agradable en términos de erotismo que la del hombre. Esto explicaría por qué, de todas las categorías, ellas ven sobre todo las de lesbianas en Pornhub y YouPorn. Según la terapeuta Kimberly Resnick Anderson, la explicación es mucho más sencilla de lo que parece. “En el porno lesbiano hay más espacio para las cosas que excitan a las mujeres como el sexo oral y los juegos previos –dice–, mientras que en el porno heterosexual los hombres van directo al grano”. Agrega que el de lesbianas es más suave e íntimo. “Las mujeres sabemos lo que queremos”, añade la experta.
Algunos sexólogos señalan que esta investigación permitirá indagar más al respecto, y, sobre todo, hacer el porno más realista y enfocado en ambos sexos. También abriría una nueva pregunta: si las mujeres podrían ser víctimas de adicción a este material y no solo los hombres.