La mandarina, científicamente conocida como Citrus reticulata, guarda una notable similitud con la naranja, si bien se distingue por su tamaño más reducido y su forma esférica característica. La pulpa de la mandarina, reconocida por su sabor dulce y jugoso, se compone de 10 a 12 segmentos individuales. Este fruto se distingue por su apreciable valor en los ámbitos culinario, cosmético y medicinal.
En el ámbito culinario, la cáscara de mandarina desempeña un papel esencial al proporcionar aroma a diversas creaciones, como gelatinas, caramelos, chicles, panes, bebidas burbujeantes y licores. Además, los aceites esenciales extraídos de la cáscara se utilizan para realzar los sabores de ensaladas, carnes, pescados y mariscos.
En el terreno de la belleza y el cuidado personal, el aceite esencial de mandarina encuentra aplicaciones en la producción de productos cosméticos. Este aceite es valorado por su capacidad para proteger la piel y reducir de manera natural las manchas solares, así como para prevenir el envejecimiento prematuro y la formación de arrugas.
Según informó el portal cuerpomente.com, “la mandarina ostenta un perfil nutricional sobresaliente que otorga una serie de beneficios sustanciales para la salud en diversos aspectos. Su capacidad protectora se manifiesta en la prevención de enfermedades cardíacas, infecciones, anemias, alergias, diabetes y diversas formas de cáncer”.
Además, contribuye a la regulación del nivel de colesterol, la prevención del estreñimiento, el mantenimiento de una presión arterial estable, la lucha contra la deshidratación, la gestión del peso corporal y la reducción de los niveles de estrés.
En resumen, la mandarina, con su perfil nutritivo y sus propiedades versátiles, se erige como un valioso aliado para la promoción del bienestar y la salud en múltiples facetas de la vida.
Este fruto se convierte en un aliado de nuestro bienestar al brindar una gama completa de beneficios que afectan tanto la salud física como la estabilidad emocional.
Entre los beneficios del consumo de mandarina están:
- Las mandarinas producen sinefrina que frena la producción de colesterol en el cuerpo.
- Los médicos han descubierto que el consumo de mandarinas baja el nivel de insulina, por lo que el azúcar no se almacena ni convierte en grasas, se transforma en energía que lleva a la pérdida de peso.
- Las mandarinas tienen propiedades antimicrobianas que evitan que las heridas se infecten y evitan los virus, hongos e infecciones bacterianas.
- Es un dato bien conocido que los cítricos son muy buenos para la piel y la mandarina no es la excepción.
- El aceite de mandarina es útil en el crecimiento de nuevas células y tejidos. Esto ayuda en la curación de las heridas más rápido.
¿Cómo utilizarla en la cocina?
La mandarina se destaca como una variedad de cítrico que se caracteriza por su facilidad para pelar y consumir. Esta particularidad hace que sea común ingerirla en su totalidad, lo que permite aprovechar todos los componentes beneficiosos que se pierden al extraer su jugo, tales como la fibra y la hesperidina. Esta última sustancia se encuentra concentrada en las membranas y los hilos blancos que rodean los segmentos del fruto.
A pesar de su popularidad como fruta de consumo directo, las mandarinas poseen un grado de versatilidad que brinda a los cocineros la oportunidad de explorar nuevas dimensiones culinarias. “Además de los segmentos de pulpa, otros elementos como la cáscara y el jugo pueden ser aprovechados en la preparación de diversos platos. Incluso las hojas de mandarina pueden ser utilizadas para infusiones, agregando un toque aromático y singular a las bebidas”, aseguró movidasana.com.
- Rallar la cáscara (de mandarina ecológica) sobre una ensalada.
- Decorar postres con piel confitada (cortar la piel en tiras muy finas y cocinarla en una mezcla de agua y azúcar a partes iguales).
- Dejarla en aceite o vinagre para aromatizarlos.
Para marinar se emplean tanto la piel como el zumo (de mandarinas aún verdes, más ácidas).