La alimentación es una parte esencial en la vida de una persona, pues es la que rige toda la energía para el día y se encarga de permitir un buen funcionamiento en el organismo. Cada producto aporta lo necesario, por lo que se recomienda un consumo balanceado.

La familia de las frutas es diversa en colores, aromas, texturas y sabores. | Foto: Getty Images/iStockphoto

La ingesta de frutas y verduras suele ser una de las sugerencias más puntuales, al hablar de la alimentación como hábito, y de los distintos efectos que esta puede generar en la salud, ya sea de una índole positiva o negativa. Estos ingredientes, dentro de las comidas, pueden contribuir para un buen estilo de vida.

Existe una larga y extensa lista de opciones de frutas, las cuales destacan por su sabor, su color, sus propiedades y los efectos que tienen en el cuerpo humano. Una de estas alternativas naturales es la mandarina, la cual posee un olor dominante y un uso bastante versátil.

La mandarina también es una aliada de la piel. | Foto: Libre de derechos

Según reseña el portal, Centro Pediatría, la mandarina es un alimento cítrico, que suele tener un sabor dulce, como es común en las frutas de este grupo, posee grandes cantidades de vitamina C, y de antioxidantes, los cuales permiten que el ser humano desarrolle capacidades que fortalezcan el sistema inmunológico, y protejan al cuerpo de ciertas enfermedades, o efectos degenerativos que se pueden presentar a partir de la edad o de la llegada del envejecimiento de forma natural.

Este consumo puede a su vez ser beneficioso para la piel, ya que las propiedades de la mandarina combaten los radicales libres presentes en el organismo, y que son capaces de dañar las células de este y otros órganos, generando así una protección adecuada.

Esta fruta es muy buena para la presión arterial. | Foto: Getty Images

Sin duda, las mandarinas sobresalen por su gran combinación entre dulzor, acidez y la suavidad de su pulpa, lo que la convierten en una de las frutas más populares. Además, resultan tan fáciles de pelar y de comer, que se han convertido en una de las frutas favoritas de los niños.

Ahora bien, la vitamina C por la que son más conocidas las mandarinas, tiene un importante papel en el organismo, contribuyendo a la absorción del hierro, a la reparación y mantenimiento del buen estado de dientes, huesos y cartílagos, y a la formación de tejidos. Son también muy relevantes sus funciones antioxidantes, según el portal especializado, Mundo Entrenamiento.

Por su parte, el portal del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social de Paraguay comentó un poco de los efectos que tiene esta fruta en temas internos del cuerpo, enfocándose en el sistema inmunológico, el equilibrio de la glucosa en la sangre y la presión arterial.

Este espacio informó que la mandarina posee un papel positivo en el organismo, pues ayuda a equilibrar el nivel de azúcar en la sangre, debido a que es rica en fibras y es bajo en el nivel de dulce.

Presión arterial alta. | Foto: Getty Images

En cuanto a otros beneficios, se puntualiza que este producto reduce la presión arterial alta y evita el desarrollo de problemas de salud graves a futuro.

Esta fruta además es rica en potasio y reduce la presión arterial, promoviendo el flujo sanguíneo más sano. Esta acción previene la formación de coágulos de sangre y así una afección más fuerte.

Por otro lado, científicos de la Universidad de Western Ontario, en Canadá, afirman que la nobiletina, que se encuentra en altas concentraciones en mandarina, previene la obesidad y ofrece protección contra la diabetes tipo 2 y aterosclerosis.

Además, un artículo publicado por la American Chemical Society explica que las cáscaras de mandarina, en específico, podrían tener mejores resultados en comparación con algunos medicamentos que tienen la función de regular el colesterol en la sangre.

La mandarina contiene antioxidantes que pueden evitar algunas enfermedades y el envejecimiento prematuro. | Foto: Gettyimages

De todos modos, antes de consumir algún alimento, lo primero que hay que hacer, es consultar al médico tratante o a un nutricionista, para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona, ya que las anteriores recomendaciones de ninguna manera sustituye la asesoría médica.