El sistema circulatorio es una compleja red de capilares, vasos sanguíneos y arterias, tubos que permiten el transporte de la sangre oxigenada a través del cuerpo, ayudando a alimentar todas sus funciones.

Por ende, el corazón actúa como una bomba que impulsa la sangre hacia los órganos, tejidos y células del organismo. La sangre bombeada por el corazón suministra oxígeno y nutrientes a cada célula, y recoge el dióxido de carbono y las sustancias de desecho producidas por esas células, según el Texas Heart Institute.

Hay que tener en cuenta que las personas podrían estar en riesgo de padecer afecciones cardio y cerebrovasculares o arterioescleróticas si tienen las arterias obstruidas. Entre ellas, se destacan el ictus, la claudicación intermitente o el infarto de miocardio, según el portal Mejor con Salud.

La obstrucción de las arterias puede tener graves consecuencias sobre la salud cardiovascular. Además, si bien al principio pasa desapercibida, poco a poco se producen efectos circulatorios y cardíacos que perjudican la calidad de vida, según el portal Mejor con salud.

El corazón actúa como una bomba que impulsa la sangre hacia los órganos, tejidos y células del organismo. | Foto: Getty Images

Beneficios de la Ginkgo biloba

El ginkgo biloba es una planta utilizada en la medicina tradicional china y japonesa, y gracias a los beneficios que le ofrece al organismo, su fama se ha extendido por el mundo.

“Los principales beneficios del ginkgo biloba están relacionados directamente con el metabolismo. Así, combate los problemas de circulación, el envejecimiento celular, las enfermedades cardiovasculares y promueve el buen funcionamiento de los órganos”, explica el portal Levante El mercantil valenciano.

El ginkgo biloba es una planta utilizada en la medicina tradicional china y japonesa. | Foto: GettyImages

El mencionado portal señala que ginkgo puede ayudar a prevenir enfermedades como el alzhéimer o el párkinson, pero no existen evidencias científicas que demuestren su eficacia en la prevención y el tratamiento de ningún tipo de demencia, destaca el sitio web Cuídateplus.

A esta planta también se le atribuyen “efectos sedantes para favorecer el sueño, disminuir el estrés y los estados de ansiedad”, apunta el portal Levante.

Es una poderosa herramienta para luchar contra la depresión y el mal humor. Se usa “para aumentar la vitalidad mental y favorecer el flujo sanguíneo, especialmente del sistema nervioso central, y también tiene ciertos efectos sobre el sistema cardiovascular y propiedades antioxidantes”, según dio a conocer para CuídatePlus, Carmen Rubio, doctora en farmacia y profesora titular de toxicología de la Universidad de La Laguna (Tenerife).

La píldora tiene partículas magnéticas que pueden viajar por el flujo sanguíneo en busca de células malignas.

Las hojas de esta planta contienen flavonoides (que son antioxidantes), ginkgólidos y bilobálidos que pertenecen al grupo de compuestos orgánicos denominados terpenos.

La tradición cultural ha utilizado las hojas de ginkgo para tratar algunos problemas y enfermedades como la ansiedad y diversas funciones mentales, para mejorar la velocidad de pensamiento o la atención, para combatir los problemas de visión en personas con diabetes, prevenir el síndrome premenstrual y hasta la esquizofrenia; pero en el portal CuídatePlus advierten que “no existe suficiente aval médico y científico hasta el momento”.

Expertos como la profesora Carmen Rubio recomiendan “consumir siempre bajo la indicación y supervisión de un profesional médico, con el fin de asegurar que la planta pueda aportar un beneficio y evitar interacciones con otros medicamentos”.

Mejor con Salud señala que el ginkgo biloba en ayunas “ayuda a mejorar la circulación sanguínea, la memoria y la concentración. Además, sus extractos naturales son útiles para mejorar la circulación de los capilares del cerebro y aumentan su resistencia y evitan su deterioro prematuro”.

Según CuídatePlus, el ginkgo biloba no está indicado para las personas con las siguientes condiciones:

  • Las mujeres embarazadas o en período de lactancia.
  • Los niños menores de cinco años.
  • Aquellas personas con hemorragias frecuentes o que toman medicamentos que fluidifican la sangre (anticoagulantes).
  • Las personas que han sufrido crisis epilépticas o convulsiones.