La presencia de gas en el sistema digestivo es una parte normal del proceso de digestión, de acuerdo con Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación.
Además, Medline Plus, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, explicó que los gases se forman normalmente en los intestinos a medida que el cuerpo digiere los alimentos y estos son el aire que salen a través del recto, que también se denominan flatos o flatulencia.
Asimismo, hay otras causas que producen gases, como antibióticos, síndrome del intestino irritable, incapacidad para absorber nutrientes en forma apropiada (malabsorción), incapacidad para digerir nutrientes en forma apropiada (mala digestión), tragar aire al comer, masticar goma de mascar, fumar o consumir bebidas carbonatadas.
El hígado tiene la función de limpiar y eliminar los desechos de la sangre, esto último mediante una sustancia llamada bilis. De acuerdo con Stanford Medicine, este órgano es responsable también de la creación de los nutrientes, manteniendo así la composición nutricional del organismo en un balance adecuado, que posibilite su bienestar físico y mental.
Entre otras, el hígado es el encargado de “descomponer los medicamentos para que sean más fáciles de utilizar por el resto del cuerpo”, como añaden desde la referida institución. De ahí que cualquier enfermedad que pueda afectar al hígado es de cuidado.
Con respecto a lo anterior, en la actualidad se utilizan una gran cantidad de hierbas con diferentes motivos relacionados con distintos órganos y procesos del cuerpo. En este caso, hay una en especial que ayuda a reducir los gases y proteger el hígado.
En este sentido, la Fundación Española de la Nutrición hace hincapié en el laurel, que, por sus diversas propiedades, favorece al sistema digestivo estimulando el apetito, las secreciones digestivas y los movimientos intestinales, y facilita la digestión. Y, además, ayuda al hígado al eliminar todos los desechos acumulados en la sangre.
Cáncer de hígado
El cáncer de hígado puede ser un cáncer silencioso, es decir, no presentar síntomas. El más común es el carcinoma hepatocelular y existen otros como el colangiocarcinoma intrahepático y hepatoblastoma, aunque estos últimos son los menos comunes.
“Muchos pacientes que padecen cáncer de hígado tienen cirrosis (formación de tejido cicatrizado causada por el daño al hígado) desde hace tiempo. Los médicos pueden realizar pruebas para detectar cáncer de hígado si un paciente con cirrosis empeora sin razón aparente”, indica la Asociación Americana de Cáncer.
Según indica Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, la mayoría de los pacientes que tienen cáncer de hígado no presentan signos ni síntomas de la enfermedad en las primeras etapas. Cuando se manifiestan pueden incluir los siguientes:
- Pérdida de peso involuntario.
- Pérdida de apetito.
- Dolor en la parte alta del abdomen.
- Náuseas y vómitos.
- Debilidad y fatiga general.
- Hinchazón abdominal.
- Heces blancas o blanquecina.
Un diagnóstico oportuno es importante para iniciar un tratamiento y disminuir el riesgo de complicaciones mayores de salud. Cuando el tumor no es operable, lo médicos pueden recomendar inyección de etanol en el hígado, congelación del tumor o destrucción del tumor.
Cuando el cáncer ha hecho metástasis, es decir, que se ha diseminado a otros órganos, la alternativa común es la quimioterapia y el tratamiento de la enfermedad en donde se ha expandido.
“En fases avanzadas del cáncer de hígado se opta por un tratamiento paliativo con quimioterapia, ya sea por vía intravenosa u oral. La radioterapia no resulta eficaz en el cáncer de hígado”, indica la entidad de salud Sanitas.