Adelgazar es el propósito de las personas que no están conformes con su peso, pero para hacerlo se debe tener constancia y hay que adoptar nuevos hábitos saludables.

De hecho, de acuerdo con Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, la base para lograr adelgazar sigue siendo una dieta saludable de bajas calorías, que es cuando las personas consumen menos calorías que las que se gastan en el día a día con aumento en la actividad física.

Alcanzar un peso saludable puede ayudar a controlar el colesterol, la presión arterial y el azúcar en la sangre. | Foto: Copyright Dazeley

Respecto a la alimentación, el portal portugués de salud, nutrición y bienestar Tua Saúde reveló que “la lechuga es un vegetal que aporta pocas calorías y es rica en fibras, las cuales aumentan la sensación de saciedad, esto hace que disminuya el hambre y las personas ingieran menos alimentos, favoreciendo así la pérdida de peso”.

Además, explicó que existen varios tipos de lechuga, que incluyen:

  • Iceberg, se caracteriza porque es redonda y sus hojas son muy crujientes, además de ser de color verde más pálido;
  • Romana u orejona, cuyas hojas son más alargadas y lisas;
  • Italiana, que se caracteriza porque sus hojas son verdes y rizadas;
  • Francesa, sus hojas son lisas, es de un color verde intenso;
  • Escarola, que se caracteriza por ser de color verde oscuro, hojas rizadas y un sabor más amargo;
  • Roja, debido a que tiene una coloración rojiza principalmente hacia las puntas de las hojas.
La lechuga es un vegetal de hojas que se caracteriza por su aporte de fibras y de antioxidantes. | Foto: Getty Images

Respecto al consumo, indicó que “se debe consumir al menos cuatro hojas de lechuga por día, preferiblemente agregándoles una cucharadita de aceite de oliva, para aumentar su poder antioxidante, además de acompañarse con una alimentación equilibrada y saludable”.

Ahora bien, la alimentación podría estar basada de la siguiente manera:

  • Reemplazar los granos refinados por cereales integrales.
  • Comer cantidades moderadas de grasas saludables, como el aceite de oliva, aceites vegetales, aguacates, nueces, mantequillas de nueces y aceites de frutos secos.
  • Agregar una cucharada de semillas (linaza, chía y ajonjolí) en jugos naturales, ensaladas, cereales del desayuno y yogures.
  • Comer un puñado de frutos secos en una de las meriendas, como cacahuates, almendras, nueces, pistachos o avellanas.
  • Elegir productos lácteos bajos en grasa, carne magra y carne de ave de corral magra en cantidades limitadas.
  • Evitar las frituras o alimentos ricos en grasas saturadas o trans, como salsa tipo ketchup, mayonesa, margarina, manteca, nuggets, pizzas congeladas y helados, así como la comida rápida.
Una alimentación sana hace referencia a una alimentación que aporte nutrientes y vitaminas para cubrir sus necesidades nutricionales. | Foto: Getty Images

Por su parte, sobre el ejercicio, es importante moverse y sudar, puesto que lo anterior contribuye con la eliminación de toxinas y es fundamental cumplir con los parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que recomiendan por lo menos de 150 a 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada o vigorosa por semana para todos los adultos, incluidas las personas que viven con afecciones crónicas o discapacidad, y un promedio de 60 minutos al día para los niños y adolescentes.

De todos modos, la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica y por ello lo primero que hay que hacer es consultar a un experto de la salud para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona.