La mala circulación en la sangre también se conoce como mala perfusión, que se produce cuando se reduce el flujo de sangre a una parte específica del cuerpo. Este problema de salud suele afectar a millones de personas cada año y puede ser algo tan benigno como el que se duerma un pie después de estar sentado hasta algo que ponga en peligro la vida, como un coágulo de sangre.
Para prevenir esta sensación y trabajar para mejorar el flujo sanguíneo, es importante entender cuáles son sus principales causas. A continuación, el portal especializado Modern Heart and Vascular las da a conocer:
- Enfermedad arterial periférica: se trata de una enfermedad que provoca el estrechamiento de los vasos sanguíneos y las arterias del cuerpo. Cuando no se trata a tiempo, por lo general, las arterias pueden endurecerse debido a la acumulación de placa y provocar síntomas más agresivos, como un ataque al corazón o un ictus.
- Venas varicosas: esta es otra causa común de mala circulación, dado que una vena varicosa cuando se agranda debido provoca un fallo de la válvula. Estas venas suelen tener un aspecto dañado y congestionado y suelen encontrarse en la parte posterior de las piernas.
- Coágulos de sangre: entre las causas más graves de una mala circulación están los coágulos de sangre que se forman cuando ciertas partes de la sangre se espesan, lo que crea una acumulación de masa casi sólida. Los coágulos bloquean el flujo de sangre, lo que provoca una mala circulación.
Ante estas causas, es fundamental seguir el tratamiento ordenado por el especialista en salud. Adicional a ello, se aconseja una dieta rica en vitaminas y minerales, así como una actividad física regular para que el cuerpo este condicionado y evite problemas de circulación en la sangre.
Frente a la alimentación, el portal web Saber Vivir destaca las propiedades antioxidantes de la cebolla, una hortaliza que aporta al organismo minerales y oligoelementos (calcio, magnesio, cloro, cobalto, cobre, hierro, fósforo, yodo, níquel, potasio, silicio, cinc, azufre y bromo); y también en vitaminas (A, B, C y E).
Asimismo, este superalimento contiene esencias volátiles sulfurosas que le confieren su sabor picante tan característico; uno de esos componentes se disuelve con rapidez en agua y produce ácido sulfúrico, que es el que provoca ardor en los ojos cuando se corta en trozos.
Gracias a estos compuestos, la cebolla evita la formación de coágulos en la sangre, promueve la circulación sanguínea y ayuda a combatir las enfermedades relacionadas con una mala circulación. Del mismo modo, es un alimento que aumenta la producción de colágeno, una proteína que se encarga de unir los tejidos conectivos, pero que con el paso del tiempo va disminuyendo en el organismo.
¿Cómo consumir este superalimento?
De acuerdo con la revista Mejor con Salud, esta hortaliza es imprescindible en la elaboración de muchas recetas y platos tradicionales, pues aporta un gran sabor y aroma a las preparaciones. Muchos lo consumen de forma natural, pero otros lo ingieren cocida. Estas son algunas de sus utilidades gastronómicas:
- Se puede cortar fina y pochada, empleándose de fondo de múltiples sofritos, guisos, salteados y sopas.
- Sola o combinada con otros vegetales, se puede servir de relleno de pimientos, berenjenas, empanadas y todo tipo de masas saladas. Gracias a su humedad y textura aporta una gran untuosidad a estas preparaciones.
- Rebanada en aros finos, se puede añadir cruda en ensaladas.
- Entera o en rodajas, acompaña a la perfección los platos de carne y pescado al horno.
Es importante tener presente que como todo alimento, se debe consumir con moderación y su consumo se debe evitar en los siguientes casos, según explica la revista en mención:
- Las personas que sufren de síndrome de colon irritable, dado que la fibra de la cebolla contiene fruto-oligo-sacáridos, un compuesto clasificado como FODMAP.
- Las personas con dificultades para digerir y a las que no les sienten bien los sabores fuertes.