¿Lo estaré haciendo bien? ¿Me habré pasado de la raya? ¿Estaré siendo muy blando? ¿Debería castigarlo? Son algunas de las preguntas que pasan a diario por la cabeza de los padres. Aunque la inseguridad y la angustia hacen parte del reto de educar, llevarlas al extremo puede perjudicar a largo plazo la educación de los hijos. Muchos expertos han advertido, con preocupación, que el exceso de sobreprotección y culpa con la que hoy los padres crían a sus hijos está influyendo significativamente en que sean adultos frágiles, menos competitivos, infelices y menos tolerantes a la frustración. Hacerles las tareas, excusarlos ante el profesor, sentir excesiva culpa por llamarles la atención, darles demasiado poder sobre las decisiones familiares o evitar que sufran a toda costa, son tan solo algunos de los errores más frecuentes de los padres débiles, dice la escritora y psicóloga Amy Morin en su reciente libro ‘13 cosas que los padres mentalmente fuertes no harían’.Le puede interesar: ¡Los chicos no lloran! O: ¿Cómo estamos criando a los niños? Morin es reconocida mundialmente por haber escrito en 2013 una carta titulada ‘13 cosas que las persona mentalmente fuertes no hacen’ que se volvió viral en internet. Al publicarla en línea fue leída por más de 50 millones de personas y se convirtió en un libro que llamó por el mismo nombre. Tras su éxito en librerías, este año lanzó ‘13 cosas que los padres mentalmente fuertes no harían’, un texto que reúne algunas de las experiencias que ha vivido como trabajadora social clínica, psicoterapeuta, y profesora universitaria; y que pretende ser una guía práctica para aquellos que enfrentan el reto de la crianza. Para la escritora, la clave de criar hijos más exitosos y mentalmente saludables está en que los padres fortalezcan su músculo mental, sean firmes y no sientan culpa por fungir autoridad frente a sus sus hijos. De las 13 propuestas que hace en el libro, SEMANA selecciona cinco de las más importantes:   1. No le dé a su hijo demasiado poder sobre usted Acceder a todos sus caprichos, sobornarlo para que obedezca, o intentar ser más un amigo que una figura de autoridad son estrategias que usan muchos padres. Pero según Morin, “hay una gran diferencia entre capacitar a tu hijo para que tome decisiones saludables y darle demasiado poder en la familia”. Lo que sucede es que los padres no saben identificar cuándo cruzan esa línea. Pero lo cierto es que cederles el poder perturba la jerarquía familiar y los daña de diferentes formas: una es que sin la guía adecuada, es muy posible que lidien con problemas de autocontrol en la adultez; otra es que sin reglas firmes, tienen un riesgo más alto de presentar problemas académicos. Por último, Morin advierte que esto incluso puede significar más problemas de salud, desde caries hasta obesidad, pues al tener ausencia de autoridad es mucho más probable que adquieran hábitos poco saludables. Para no caer en este error Morin aconseja fortalecer la fuerza de voluntad, otorgar privilegios solo cuando se los hayan ganado, separar las conversaciones de adultos de las de niños, evitar pedirle permiso a él para hacer ciertas cosas, y dejar claro que es él quien debe pedir permiso. “Ceder ante él cuando hace un berrinche solo le enseña malos hábitos”, concluye. 2. No evite que cometa errores Este es uno de los errores más comunes de los padres. En aras de querer protegerlos, insisten en llevar las riendas de la vida de sus hijos: quieren decidir qué clases debería tomar, cómo debería vestirse, cómo debería actuar ante diferentes situaciones, con qué amigos salir, entre otras cosas. El problema, explica Morin, es que aunque esto les enseña la manera correcta de hacer las cosas, también puede ser contraproducente: hacerlos creer que cometer un error o fallar en algo sería fatal. Además, en casos muy extremos, puede ocasionar que tengan problemas para tomar decisiones por sí mismos, entre otros casos concretos que explica en su libro.En este punto Morin recomienda que los padres resistan la tentación de intervenir en todos los problemas de los hijos. “Darles un poco de libertad puede ser buena para la relación. Más que ser visto como un superior quisquilloso con grandes exigencias, puedes ser el jefe que apoya y ofrece guía”, explica. También ayuda, enseñarles a admitir sus fallas y enfrentarlas, como hablarles abiertamente de las historias personales de errores y fracasos. Así aprenderán que pueden recuperarse de ello siempre y cuando hagan su mejor esfuerzo. 3. No tolere la mentalidad de víctima El rechazo, el fracaso y la injusticia son parte de la vida, por eso los padres no deben permitir que los niños exageren sus desgracias. El primer error, según Morin, es darles ejemplo de esta mentalidad, pues les enseñan que está bien culpar a terceros para justificar los fracasos. “Los padres que crecen creyendo que fueron víctimas crían niños con mentalidad de víctimas”, dice Morin. El segundo es subestimar las capacidades del hijo o sentir pena secretamente por él, pues aunque nunca haya sido discutido abiertamente, llevará a que construya una mentalidad de víctima.La sugerencia de Morin en este aspecto es que los padres sean conscientes de cuánto y por qué se quejan, pues de alguna manera eso afectará la manera cómo su hijo concibe el mundo. Por otra parte, aconseja crear ambientes positivos: ayudar a otras personas, tratar con amabilidad a los demás. Así el niño aprenderá que tiene la habilidad de mejorar el mundo. Como último punto, la psicóloga aconseja que los padres se muestren firmes, pero respetuosos, ante situaciones tensas. “Si alguien se le cuela en la fila, quéjese o coméntelo con el administrador, así su hijo aprenderá a que no debe ser una víctima pasiva”, explica. 4. No espere la perfección Los padres buenos esperan que sus hijos tengan éxito. Sin embargo, esperar demasiado de ellos no es bueno para su salud mental. Por una parte, pueden desarrollar la creencia de que otros solo los valorarán si son perfectos, e incluso, presentar problemas de insatisfacción crónica. Es decir que a pesar de sus logros no se sentirán completos.  De acuerdo a la autora, los padres mentalmente fuertes reconocen que sus hijos no van a sobresalir en todo lo que hacen y en lugar de presionarlos para que sean mejores que los demás, se centran en ayudarlos a convertirse en las mejores versiones de sí mismos. La psicóloga advierte que los padres deben evitar criticar más de lo que elogian a los hijos, evitar compararlos con otros, no microgestionar sus actividades para que cumpla las expectativas, ni amenazarlos con cosas malas si no las cumplen. Lo útil para incentivar la excelencia y no la perfección es preguntarle al hijo qué espera de sí mismo, alentarlo a cometer un pequeño error o acompañarlo a hacer actividades sin ninguna competencia. 5. No se convierta en un padre lleno de culpa De acuerdo a Morin hay tres tipos principales de culpa que los padres experimentan. La culpa apropiada, que puede ser un indicio de que las acciones del padre no estuvieron bien; la culpa innecesaria que, aunque no es dañina, puede llevar sentir que se falló al hijo sin razón; y la culpa crónica, que ya llega a un extremo y consiste en culparse todo el tiempo, sin una razón clara ni un por qué. Aunque será inevitable sentirla cuando se está en el proceso de crianza, la experta asegura que guiar la crianza a través de este sentimiento no envía un mensaje sano. Podría nublar el pensamiento, y generalmente, llevar a acceder a demandas del hijo solo para ganar un alivio temporal. Para no caer en esta trampa, la experta sugiere quitarse la presión de tratar de ser un padre perfecto, evitar avergonzar al hijo por su mal comportamiento, practicar la autocompasión, aprender a mantener los límites aun cuando el niño trate de chantajear y ensayar cómo disculparse. “Cada error de crianza que cometes es una oportunidad para que tu hijo se fortalezca mentalmente. Eso no quiere decir que debas salir de tu camino para acelerar su proceso de desarrollo de fortaleza, sino que puedes darle experiencias de aprendizaje en la vida real a través de tus propios errores”, concluye.