La manzanilla es una planta muy conocida a la que se le atribuye un importante número de propiedades curativas. De acuerdo con un estudio publicado en el National Center for Biotechnology Information (NCBI), las flores de esta planta contienen terpenoides y flavonoides, por lo que es normal que las personas la utilicen como relajante muscular, desinflamatorio e incluso para aliviar problemas del sistema digestivo al ser antibacteriana.

De igual manera, podría tener un efecto positivo, como complemento, frente a la hipertensión. Gracias a sus propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, la manzanilla puede tener efectos positivos para la reducción de la placa que se adhiere a las arterias y asimismo proteger a las células del estrés que genera oxidación, con lo que cuida y protege el sistema circulatorio.

Aunque puede utilizarse de diversas formas, una de las más comunes y prácticas es la infusión.

El té de manzanilla trae muchos beneficios para la salud | Foto: Getty
Esta planta no solo es curativa sino que puede ayudar a atraer la prosperidad. | Foto: El País

¿Cómo se prepara el té?

La forma más natural de preparar esta infusión es con un manojo fresco de las flores y el jugo de un limón. Se pone a hervir un vaso de agua y se le adiciona la cantidad de flores que la persona considere, se deja reposar durante unos 10 o 15 minutos.

Adicionalmente, la manzanilla tiene propiedades que ayudan a calmar la ansiedad, lo que contribuye a que el cuerpo se sienta saciado y por ende disminuya el deseo de estar consumiendo alimentos. Si la persona quiere potenciar este efecto, puede agregar a la infusión hojas de té verde, que es ideal para cumplir con el propósito de bajar de peso.

Según el portal Mejorconsalud, este té posee propiedades diuréticas, por lo que es un buen remedio contra la retención de líquidos. Por ello, podría también contribuir, en cierta forma, con la desinflamación del abdomen.

Té de manzanilla. | Foto: Getty Images

Otros alimentos para reducir la tensión alta

La Vanguardia en su sección de salud menciona la lista de algunos alimentos que regulan los niveles de presión arterial de manera natural. Antes de consumirlos se recomienda contar con la autorización del médico que está tratando dicho padecimiento; además, cabe mencionar, que su consumo no reemplaza las recomendaciones dadas por el profesional de la salud o los medicamentos que este haya podido recetar.

  • Aceite de oliva extra virgen: este es el líquido con el que los profesionales de la salud recomiendan cocinar, ya que contiene antioxidantes, vitamina E y propiedades antiinflamatorias; por ende, previene y mejoras las condiciones de los pacientes que padecen de hipertensión.
  • Ajo: este tiene propiedades antibacterianas y antifúngicas; además, ayuda a limpiar y a mantener en buen estado la salud a las arterias. Este alimento es ideal para condimentar diversas preparaciones, también, puede reemplazar el uso de sal en las preparaciones, producto que se recomienda restringir en pacientes con tensión alta.
  • Apio: gracias a que tiene propiedades diuréticas, el apio reduce el volumen de la sangre que pasa por las arterias, favoreciendo la depuración del organismo.
  • Arándanos: el consumo frecuente de esta fruta disminuye la presión arterial, ya que mejora la función de los vasos sanguíneos.

Niveles de hipertensión

Según Mayo Clinic, para manejar esta patología, las personas son catalogadas en algunos de los siguientes grupos:

  • Pre-hipertenso: son personas con presión sistólica de 120 a 129 mm Hg y diastólica por debajo de 80 mm Hg. Todavía no se considera un diagnóstico claro de hipertensión arterial, pero los valores están por encima de los que se catalogan normales.
  • Hipertensión arterial de primer grado: cuando la tensión sistólica supera los 130 mm Hg y no pasa de 140 mm Hg, o la diastólica se registra entre 80 y 89 mm Hg, ya hay hipertensión de grado 1.
  • Hipertensión de segundo grado: estos pacientes tienen valores repetidos de tensión arterial sistólica superior a 140 mm Hg y de diastólica mayor a 90 mm Hg. Este es un cuadro patológico que puede dañar los órganos vitales a mediano plazo.