Cuando se camina por la costa de la isla Rapa Nui, ubicada en medio del océano Pacífico y famosa en el mundo por sus moáis (gigantescas estatuas de piedra construidas por los nativos de la isla, lo que las convierte en su mayor atractivo), se disfruta también de otro de sus grandes tesoros: las enormes tortugas marinas, que se asoman sin recato desde las cristalinas aguas. Si el viajero está disfrutando un baño en Pea (una diminuta playa en las cercanías de Hanga Roa, conocida por la aparición de dichos animales), se sorprenderá al descubrir a su lado la compañía de estos habitantes marinos.
Pero es allí donde sus pobladores advierten al turista la consigna más importante: por más que les llame la atención, no podrán tocar ni alimentar a este atesorado animal, ya que el pueblo de Rapa Nui lo protege con valentía y fuerza. Y es que esta tortuga marina de Rapa Nui no solo se encuentra en peligro de extinción, sino que para ellos tiene un enorme significado espiritual. Cuenta la historia que, cuando murió el primer rey Hotu Matu’a en la isla, su espíritu se convirtió en una tortuga u honu, en lengua rapanuí. De ahí que estos animales se reproducen, alimentan y viven en las costas de la isla.
Honu representa para los isleños la virtud de la paciencia, la longevidad y la perseverancia. Una creencia que se ha transmitido por generaciones y que ha sido representada en su arte, mitología, simbolismo, tradiciones populares y rituales. Para los habitantes es un habitante sagrado y, por eso, no es bien visto por el pueblo rapanuí que los turistas toquen a las tortugas. Lamentablemente, la principal amenaza para las honus son los seres humanos. La tortuga marina de Rapa Nui es víctima de la pesca ilegal para el consumo de su carne y huevos, también de los plásticos en el mar, ya que a menudo suele confundir las bolsas con medusas o algas, sus principales fuentes de alimento, lo que le ocasiona daños en el sistema digestivo.
Existen siete especies de tortugas marinas en el mundo, y las más comunes son la tortuga verde (Chelonia mydas) y la tortuga carey (Eretmochelysimbricata). Ambas habitan en Rapa Nui. Los estudiosos de la isla buscan descubrir de dónde provienen y con esa información impulsar acuerdos internacionales de cooperación y protección entre los países que constituyen hábitats claves para estas especies amenazadas.