El envejecimiento no son solo las arrugas en la piel, también puede manifestarse en forma de problemas gastrointestinales, cansancio crónico, aumento de peso o incluso en depresión o enfermedades autoinmunes.

Por otro lado, la inflamación del organismo es un concepto relativamente reciente en el ámbito de la salud y que aún genera confusión, ya que son pocas las personas que lo relacionan con una hinchazón abdominal en lugar de ser conscientes de que se trata de una reacción sistémica del cuerpo que se produce cuando las agresiones internas y externas sobrepasan su capacidad de recuperarse, según el portal ABC Bienestar de España.

Estos elementos que agotan los recursos y que generan un desequilibrio pueden venir de muchos lados: alimentación, contaminación, falta de sueño, vida sedentaria, químicos medioambientales, estrés o pensamientos y emociones que generan daño. Y este desequilibrio es precisamente lo que produce esa inflamación a la que la nutricionista holística Beatriz Larrea se refiere en su libro Tu cuerpo en llamas.

Este proceso de inflamación es la columna vertebral del envejecimiento, según la autora. Por esta razón, comparte su perspectiva sobre la relación de estos dos conceptos.

El envejecimiento no son solo las arrugas en la piel, también puede manifestarse en problemas gastrointestinales y de cansancio crónico. Foto: GettyImages. | Foto: Gettyimages

¿Envejecimiento a partir de los 40 años?

“La naturaleza es sabia y lo que hace es mantenerte en un estado óptimo hasta que llegas al final de tu ciclo reproductivo porque lo que le interesa a la naturaleza es que te reproduzcas y garantices la supervivencia de la especie”, afirma Larrea.

Hormonalmente, por lo tanto, una mujer hasta los 38 años se encuentra en un estado óptimo. A partir de los 38 y los 47 años se entra en un periodo que se llama la perimenopausia, en el que se producen desequilibrios hormonales. Y con ellos empieza el envejecimiento, “como a la naturaleza ya no le interesas reproductivamente, tus genes ya no se pueden reparar de la misma manera. Epigenéticamente se empiezan a apagar los genes de la juventud y se empiezan a encender los de la enfermedad y del envejecimiento”, agrega.

En el caso de los hombres también se da lo que se conoce como andropausia, que producen cambios hormonales como la bajada de la testosterona o problemas de estrógenos; hormonalmente estos cambios son más sencillos que la mujer y no son tan bruscos ni tan llamativos.

En su libro indica que “lo que pensamos, lo que respiramos, lo que comemos y lo que bebemos puede acelerar, frenar o revertir el envejecimiento”.

La experta asegura que el estrés es el fuego que acelera el envejecimiento, porque enciende todas las mechas de la inflamación: suelta glucosa en el torrente sanguíneo, epigenéticamente enciende los genes relacionados con el envejecimiento, porque provoca inflamación sistémica, aniquila la microbiota, genera el intestino permeable, debilita el sistema inmunológico y evita que el cuerpo pueda repararse.

Estar estresado es ahora lo normal, pero no debería serlo, porque cada biomarcador del cuerpo se ve afectado por el estrés. “Lo primero que debemos hacer es darnos cuenta de que estamos estresados. Vamos por la vida como zombis y no nos damos cuenta de lo que nos produce estrés”, indica Larrea.

Por esta razón, hay que ser conscientes de que no se puede vivir estresado y hay que tomar la decisión de hacer una lista con las prioridades.

Y una vez que se puedan atacar aquellas cosas que están estresando y que suben el cortisol será la hora de dedicar atención a lo que realmente es el pilar de la salud, que es el sueño.

¿Por qué es importante dormir bien?

“Si no duermes bien, no comerás bien, no harás bien ejercicio, no querrás socializarte, no tendrás una buena relación con tu pareja, con tu familia o con tus hijos”, dice la autora. Todos los pilares de la salud se verán afectados por el sueño.

El sueño es un factor que afecta de tal manera que la vida cambia de un día para otro. Por la noche es cuando se tiene el pico de melatonina, (la hormona del crecimiento), que es una de las hormonas antienvejecimiento, se baja la inflamación, se enciende el sistema linfático, se limpia el cerebro, la reparación del ADN, entre otros.

Si la persona no duerme y no llega a las capas profundas a través de las ondas delta (que son las que reparan el cuerpo) o del REM (que es el que repara el cerebro), por lo que la calidad del sueño es mala y así las personas envejecerán precipitadamente.

Por eso, el sueño es la mejor estrategia antienvejecimiento que existe. El problema es que cuanto más estrés exista menos horas de dormir habrán. Así, la falta de sueño y el estrés se convierte en un círculo vicioso que hace envejecer prematuramente.