La moringa, también llamada árbol de la vida o milagroso, ha ganado reconocimiento debido a las bondades medicinales que se le atribuyen, gracias su contenido de vitaminas, minerales, carotenoides, polifenoles y quercetina, que le confieren un efecto antioxidante y antiinflamatorio, según información del portal Nutrición y Farmacia.
La parte más usada es la hoja y es allí en donde se encuentra la mayor concentración de antioxidantes; sin embargo, sus propiedades antimicóticas, antivirales, antidepresivas y antiinflamatorias también se extienden a las semillas.
Información del portal Medical News Today asegura que este producto contiene muchos compuestos saludables como: vitaminas A, B1 (tiamina), B2 (riboflavina), B3 (niacina), B-6, folato y ácido ascórbico (vitamina C), calcio, potasio, hierro, magnesio, fósforo y zinc.
Se dice que las hojas de la moringa poseen una elevada cantidad de hierro, por lo que su consumo regular podría favorecer el aumento de los glóbulos rojos, la hemoglobina, el hematocrito y el total de hierro en la sangre, lo que ayudaría a prevenir o combatir la anemia gracias a un fortalecimiento del sistema inmune.
Información del portal Cuerpo Mente indica que en solo cinco gramos de hojas (una cucharada sopera) se encuentran entre 1,6 y 2,5 miligramos de hierro, lo que significa entre un 10 % y un 15 % de las necesidades diarias de una persona. Para favorecer la absorción de este mineral es recomendable consumir frutas ricas en vitamina C.
Medical News Today asegura que el aceite de semilla de moringa es beneficioso para proteger el cabello contra los radicales libres y mantenerlo limpio y saludable. Esta planta también contiene proteínas, lo que significa que es útil para proteger las células de la piel, además de poseer elementos hidratantes y desintoxicantes, que potencian la protección de la misma.
Asimismo, es rica en vitamina A, que se halla en forma de betacaroteno, un potente antioxidante que protege especialmente la piel, las mucosas y órganos como la vejiga. Cinco gramos de moringa aportan entre 14 % y 20 % de las necesidades diarias de este nutriente.
Este componente también es importante para mantener la salud visual, ya que juega un papel determinante en la producción de ciertos pigmentos que el ojo requiere para ver el espectro de la luz.
De otra parte, este producto contiene isotiocianato y niaziminina, compuestos que ayudan a detener el engrosamiento de las arterias, ayudando a controlar la presión arterial. Ayuda a relajar los vasos sanguíneos y optimiza la circulación de la sangre.
Capacidad respiratoria
También se dice que esta planta sirve para aumentar la capacidad respiratoria y que ayudará a aliviar los síntomas y la severidad de los ataques de asma, de acuerdo con análisis científicos. El portal de salud y bienestar Tua Saúde cita un estudio en el cual se determinó que los participantes que tomaron moringa de manera regular mejoraron su capacidad respiratoria debido a que se registró un aumento en la hemoglobina.
Esta hierba posee diversos compuestos bioactivos, como la quercetina y polifenoles, que actúan como antioxidantes y reducen la inflamación crónica, disminuyendo así el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, indica la citada fuente.
Así mismo, la moringa es rica en fibras y en proteínas que ayudan a aumentar la sensación de saciedad, lo que evita que las personas estén comiendo constantemente, lo que favorece la pérdida de peso. Además, algunos estudios en animales indican que podría reducir la cantidad de grasa acumulada en el organismo; sin embargo, se requiere de evidencia científica sobre el tema en humanos.
Por otro lado, es posible que los extractos de moringa ayuden a tratar algunos trastornos estomacales, como la constipación, la gastritis y la colitis ulcerosa. Es posible que las propiedades antibióticas y antibacterianas ayuden a inhibir el crecimiento de varios patógenos, y su alto contenido de vitamina B aporta en el proceso digestivo.
Si bien se trata de un producto natural siempre es importante tener claro que no es milagroso y que su consumo debe efectuarse en el marco de una dieta saludable, además de consultar con los especialistas antes de iniciar cualquier tipo de tratamiento.