M. Gary Neuman, famoso terapeuta de pareja y autor del libro La verdad sobre el engaño, realizó un sondeo en el cual le preguntó a un grupo de hombres infieles si el sexo con su amante era mejor en términos físicos al que tenían con sus esposas. Casi el 70 % respondió que sí. Para la mayoría es casi obvio que el sexo extramatrimonial es sinónimo de mayor placer. Pero no es tan claro por qué los amantes obtienen tan altas calificaciones. ¿Son sus habilidades para seducir y dar placer mejores que las de la pareja estable? No necesariamente, dice la sexóloga Rosa Guevara Quintero. Lo que sucede es que en este tipo de relaciones hay dos componentes que mejoran los encuentros sexuales: la novedad y la curiosidad. Precisamente, el origen de muchos de estos amoríos “está en que la costumbre y la monotonía se apoderan del matrimonio”, dice Guevara. Los expertos señalan que la misma regla que se observa cuando los niños tienen un juguete nuevo aplica cuando los adultos viven una relación paralela. La química sexual se dispara y todo parece más emocionante, desde un beso hasta sus técnicas en el preámbulo sexual. En este sentido hay “una ilusión producida por la expectativa”, señala la experta. Pero si la persona viviera con su amante el mismo tiempo que con su pareja estable son muy altas las posibilidades de que la pasión y la excitación se vuelvan rutinarias. En una relación extramatrimonial, además, es más factible liberarse y darle rienda suelta a las fantasías sexuales más atrevidas. Cuando está de por medio el amor las personas evitan poner sobre la mesa estos temas por miedo al rechazo o a ser juzgado. En una relación extramatrimonial, por el contrario, la actitud de la pareja es más arriesgada porque no hay ataduras. En un matrimonio hay cuentas que pagar, niños que atender y deberes hogareños por compartir. Toda esa carga emocional entre la pareja se lleva a la cama e interfiere con el deseo. Es más divertido y sensual hacer el amor sin la carga de responsabilidades presentes en una relación estable. Por eso en un affaire en el que no hay compromisos ni responsabilidades la actitud de los amantes es juguetona, infantil y libre de preocupaciones, una mezcla poderosa que le echa más leña al fuego de la pasión. El hecho de que estos romances sean secretos también facilita las cosas. Aún más, algunos infieles prefieren solo a las mujeres casadas porque arriesgar su matrimonio por ellos les aumenta la pasión. El riesgo es una de las fuentes de placer más importantes de la relación extramatrimonial y “que sea clandestina la hace diferente, novedosa y muy atractiva”, dice Guevara. Las personas con cierto grado de narcisismo también tienen más dificultad de integrar el amor y la pasión en una sola relación y por eso se sienten muy a gusto con sus amantes. Así mismo, aquellos que viven relaciones de apego ambivalentes y no toleran la vulnerabilidad de tener intimidad con alguien de quien dependen “crean una distancia protectora de su pareja que les hace disfrutar mucho sus aventuras”, dice el psicoterapeuta Lawrence Josephs en el diario The New York Times. Por lo anterior se puede concluir que el sexo con amante no es más satisfactorio porque esa otra persona sea mejor que la pareja estable sino por las circunstancias que rodean la aventura. En la encuesta de Neuman también preguntó en qué sentido era mejor la amante y casi un tercio de ellos señaló que la otra los hacía sentir deseados, amados y apreciados. Eso lo corrobora la experta en sexualidad Esther Perel, quien señala que la infidelidad “no es acerca del sexo. Es acerca del deseo, atención y reconexión con partes de sí mismo que creía perdidas”.