“Tener 60 años hoy es lo mismo que 40 hace dos décadas”, me dijo recientemente una amiga mientras celebraba haber alcanzado una edad que antes se consideraba venerable.
Dado que el aumento de la esperanza de vida implica agregar tres meses a nuestra vida con cada año que vivimos, junto con la consiguiente extensión de la edad de jubilación, sería una tontería no planificar la segunda mitad de nuestras vidas.
El lado positivo de la veteranía es que, después de alcanzar la cima de nuestra madurez, tendemos a ser más estables emocionalmente y, con suerte, hemos logrado cierta reputación profesional y hemos ahorrado dinero o adquirido activos. Es un momento en el que nos beneficiamos de nuestras experiencias y podemos confiar en nuestro propio juicio.
De hecho, este podría ser el momento de trazar un nuevo curso en la vida y posiblemente reinventarnos. Quizás Nancy Sinatra tenía razón: “Solo se vive dos veces, una vida para ti y otra para tus sueños”.
Un momento para reeducarse
Y llegar a los cincuenta es el momento ideal para centrarnos en cumplir esos sueños. Esto es lo que Lucy Kellaway, excolumnista de trabajo y carreras del Financial Times, sostiene en su último libro, Re–educada. Cómo cambié de trabajo, de casa, de esposo y de pelo.
Fresco, cosmopolita, divertido y lleno de sutiles ironías, en su libro explica cómo se mudó a su nuevo hogar en un distrito londinense diferente a aquel en el que había vivido la mayor parte de su vida, dejó su respetado trabajo para convertirse en maestra de escuela y se divorció de su marido (aunque es elegantemente discreta en los detalles), y cómo incluso cambió su peinado para reflejar su nueva madurez.
Un ejercicio de autoexamen escrito por alguien cuyo trabajo se ha centrado en las carreras –creó al popular gerente de ficción Martin Lukes– y cuyo enfoque realista atrae tanto al lector en general como a los profesionales de negocios, el libro recuerda la máxima de Sócrates: “Una vida no examinada no vale la pena vivirla”. El estilo en primera persona de Lucy Kellaway animará incluso al lector más escéptico a evaluar la segunda mitad de sus carreras.
No es tan fácil cambiar
Dicho esto, Kellaway admite que reinventarse a sí misma más adelante en la vida es un trabajo duro, un momento en el que muchos somos reacios a cambiar, como observó Peter Drucker, el padre de la gestión moderna: “Depende de usted mantenerse comprometido y productivo durante una vida laboral que puede abarcar unos 50 años”. Aconsejó no dejar esta tarea a otros, al Estado o a la empresa para la que trabajamos.
El consejo de Kellaway es no pensar demasiado en reinventarse y recomienda “hacer muchas cosas y hacerlo rápido”. Incluso confiesa maravillarse con lo que ella llama su “inconstancia”, y observa que una vida y una carrera estables y organizadas pueden ser menos satisfactorias que reaccionar a las circunstancias, cambiar de dirección y abrazar el caos.
La segunda mitad de la vida
Con la historia de Kellaway y el consejo de Drucker para las personas mayores en mente, me gustaría compartir algunas conclusiones personales:
La segunda mitad de la vida es un momento en el que podemos poner en práctica todo lo que hemos aprendido hasta ahora, como propuso el filósofo romano Cicerón. Para cuando llegamos a los cincuenta, es posible que hayamos seguido el consejo de los antiguos griegos de conocernos a nosotros mismos.
Pero, como explica Drucker, pocos de nosotros tenemos claras nuestras fortalezas y debilidades. La introspección, pedir comentarios a colegas o entrenadores, el consejo de amigos, como sugiere Lucy Kellaway, son buenas ideas. En mi experiencia, las personas exitosas o bien se vuelven arrogantes y distantes con el tiempo, o bien modestas y accesibles.
Autoconocimiento, la base
Drucker plantea una serie de preguntas a quienes estamos entrando en la segunda mitad de nuestra carrera para ayudarnos a conocernos un poco mejor y así tener una idea de lo que tenemos que hacer:
- Pensar en cómo aprendemos mejor, como lectores o como oyentes.
- Pensar si trabajamos bien con otras personas o somos solitarios.
- Pensar si somos tomadores de decisiones o asesores.
Todas estas son preguntas relevantes, porque incluso si hemos desarrollado habilidades que nos permiten liderar, incluso cuando estamos fuera de nuestra zona de confort, siempre es mejor aprovechar nuestras fortalezas en lugar de tratar de corregir nuestras debilidades.
Este consejo es particularmente relevante en la segunda mitad de nuestra vida, dado que es más difícil corregir patrones de comportamiento establecidos desde hace mucho tiempo, aunque esto aún se puede lograr mediante la práctica sistemática.
Apertura y curiosidad
Todavía es una sorpresa cuando las personas mayores muestran interés en lo que los jóvenes tienen que decir y están abiertos a nuevas ideas y experiencias. Es importante cultivar una actitud de apertura al cambio a medida que pasan los años, especialmente si vamos a permanecer activos por más tiempo en el futuro. Esto requiere humildad, especialmente con los más jóvenes: se puede aprender mucho de ellos, como ilustra Lucy Kellaway en su libro.
No es de extrañar que un número creciente de empresas esté implementando programas de tutoría inversa en los que los empleados más jóvenes puedan abrir los ojos de sus colegas mayores a las nuevas tendencias, explicar la tecnología y resaltar sus preocupaciones. Si queremos mantenernos activos, productivos y relevantes, necesitamos renovar continuamente nuestros conocimientos y adquirir nuevas habilidades a lo largo de los años. Un número cada vez mayor de estudios muestra que el uso de nuestra memoria y nuestras habilidades analíticas ayuda a generar nuevas células cerebrales.
Y si los ejecutivos conocen gente joven cuando estudian, entonces su educación será aún más instructiva. El estudio es un gran nivelador, y las aulas compuestas por estudiantes de todas las edades suponen que los miembros más jóvenes maduran, mientras que los mayores rejuvenecen. El aprendizaje permanente es una de las formas más eficaces de mantenerse joven.
Cambio de dirección
La segunda mitad de nuestras carreras puede ser una oportunidad para cambiar de dirección. Por ejemplo, crear una empresa, convertirnos en emprendedores sociales o trabajar para una organización sin fines de lucro, como hizo Lucy Kellaway al crear Now Teach, una fundación dedicada a mejorar el calidad de la educación primaria.
Las escuelas de negocios se están dando cuenta de las oportunidades que representa este segmento de estudiantes mayores y están creando programas para profesionales que quieran trasladar su experiencia a nuevas generaciones.
La madurez es también un momento en el que los valores personales que nos han guiado a lo largo de los años adquieren mayor significado y pueden formar parte de una narrativa para ser transmitida a las generaciones más jóvenes.
Siempre he creído que el conocimiento y la apreciación de las humanidades y las artes enriquecen profundamente el trabajo de las personas que se dedican a los negocios; después de todo, los valores de la filosofía realmente solo nos llegan más tarde en la vida. Del mismo modo, cultivar las humanidades nos permite ver nuestros esfuerzos en el contexto de otras culturas y otros tiempos.
El poeta T. S. Eliot dijo una vez: “Los años entre los cincuenta y los setenta son los más duros. Siempre se te pide que hagas más, y aún no estás lo suficientemente decrépito como para rechazarlo”.
Quizás estemos entrando en una era en la que las generaciones más productivas y motivadas serán las que superen los cincuenta, y tal vez las mejores poesías y novelas no serán escritas por personas de treinta, sino de setenta. Si es así, estoy seguro de que Lucy Kellaway seguirá siendo un referente para todos nosotros.
Una versión de este artículo fue publicada originalmente en Linkedin.
Por Santiago Iñiguez de Onzoño
Presidente IE University.
Publicado en The Conversation.