Uno de los principales hábitos que debe mantener una persona para gozar de buenas condiciones de salud es llevar una dieta alimenticia saludable, en la que prevalezca el consumo de alimentos de origen vegetal y animal como las frutas, las verduras, las carnes magras, las legumbres, los frutos secos, los huevos, los cereales integrales, los lácteos y las semillas.
Si esto no es así y se abusa del consumo de los productos ricos en grasas dañinas, azúcar y sodio, el cuerpo empezará a reaccionar de forma negativa tarde o temprano. Algunos de los cambios perjudiciales que se presentan en el organismo son la elevación de los niveles de la glucosa en la sangre y de la presión arterial.
“La glucosa en sangre es el azúcar principal que se encuentra en la sangre. Es la principal fuente de energía de su cuerpo. Proviene de los alimentos que consume. Su cuerpo descompone la mayor parte de ese alimento en glucosa y la libera en el torrente sanguíneo. Cuando su glucosa en sangre sube, le indica a su páncreas que libere insulina. La insulina es una hormona que ayuda a que la glucosa entre en las células para ser utilizada como energía”, explica Medline Plus, Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.
Los niveles altos del azúcar o glucosa en la sangre pueden terminar ocasionando el padecimiento de una enfermedad crónica y metabólica como la diabetes. Con el paso del tiempo, esta enfermedad termina dañando el corazón, los vasos sanguíneos, el hígado y los riñones. Si no se trata de buena manera, puede llegar a ser mortal.
Por su parte, la presión arterial “es la fuerza de su sangre al empujar contra las paredes de sus arterias. Cada vez que su corazón late, bombea sangre hacia las arterias. Su presión arterial es más alta cuando su corazón late, bombeando la sangre. Esto se llama presión sistólica. Cuando su corazón está en reposo, entre latidos, su presión arterial baja. Esto se llama presión diastólica”, indica Medline Plus.
La afección crónica de este indicador se denomina clínicamente hipertensión y no suele presentar síntomas. Esta aumenta el riesgo de padecer un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular o insuficiencia renal. Las personas con presión arterial alta deben limitar la ingesta de sal, dado que esta la deteriora.
La alimentación es un factor clave para reducir la glucosa y bajar la tensión. Precisamente, existe un tipo de semillas que tienen la capacidad de barrer el azúcar en la sangre y de bajar los niveles altos de la presión arterial. Se trata de las semillas de chía.
“La fibra viscosa en las semillas de chía en realidad puede reducir tus niveles de azúcar en la sangre al disminuir la velocidad a la que los alimentos se mueven por el intestino y se absorben. Las semillas de chía pueden ayudarte a alcanzar un peso saludable, porque la fibra reduce el hambre y te hace sentir lleno”, afirma la plataforma digital Healthline.
“Además, la fibra puede disminuir la cantidad de calorías que absorbes de otros alimentos que consumes en la misma comida. Se ha demostrado también que las semillas de chía reducen la presión arterial y los marcadores inflamatorios”, concluye el sitio web.
Los profesionales de la salud recomiendan consumir las semillas de chía en la mañana, para el desayuno, y en la noche, para la cena. Se pueden combinar con avena o con yogur griego, y también se puede hacer lo propio con agua pura.
El colágeno natural económico para nutrir la piel que se puede comprar en el supermercado
El colágeno es una proteína esencial para el cuerpo humano, ya que proporciona estructura a la piel y fortalece los huesos, según el portal Healthline. En los últimos años, los suplementos de colágeno han ganado popularidad, siendo la mayoría de ellos hidrolizados para facilitar su absorción. Sin embargo, también existen alimentos que se pueden consumir para aumentar la ingesta de colágeno, como la piel de cerdo y el caldo de huesos. En este sentido, las patas de pollo se destacan como uno de los alimentos más efectivos y asequibles para obtener colágeno de forma natural.
El colágeno y sus beneficios para la salud
El colágeno se encuentra en la piel, los huesos y los tendones, y es la proteína más abundante en el cuerpo humano. Según el portal Healthline, este compuesto desempeña un papel vital en la elasticidad y firmeza de la piel, entre otros beneficios. Con el envejecimiento, la producción de colágeno disminuye, lo que puede llevar a la aparición de arrugas y flacidez en la piel. Para contrarrestar este efecto, los expertos recomiendan seguir una dieta equilibrada que incluya alimentos ricos en colágeno.
-Mejora la salud de la piel: el colágeno es un componente que reoresenta un papel importante para el fortalecimiento y la estética de la piel, puesto que ayuda a mejorar la elasticidad y la hidratación que aportará en la disminución de las arrugas.
-Alivia el dolor en las articulaciones: con el paso de los años, el colágeno que protege las articulaciones disminuye considerablemente, esto aumenta el riesgo de desarrollar trastornos articulares degenerativos. El consumo de colágeno puede ayudar a disminuir los dolores articulares.
-Puede aumentar la masa muscular: según el portal entre el 1 y 10 % de los tejidos musculares se componen precisamente de colágeno. El consumo de esta sustancia ayuda a generar para la construcción de proteínas musculares como lo son la creatina además de estimular el crecimiento muscular después de una rutina de ejercicio.
Las patas de pollo como fuente de colágeno
Un estudio realizado por la Universidad Nove de Julho en Brasil reveló que las patas de pollo son una excelente fuente de colágeno. Estas extremidades inferiores del pollo contienen cartílagos, tendones y huesos que son ricos en esta proteína. En aproximadamente tres o cuatro patas de pollo, que equivalen a unos 100 gramos, se pueden encontrar alrededor de 17 gramos de colágeno, de los cuales el 70 % corresponde a esta proteína.
El consumo de patas de pollo para obtener colágeno
Para aprovechar los beneficios del colágeno presente en las patas de pollo, el portal Gastrolab recomienda prepararlas en caldo o sopa, combinándolas con verduras. Antes de cocinarlas, es importante lavar bien las piezas y retirar las plumas y uñas. Aunque parte del colágeno se disuelve durante la cocción, el consumo final sigue siendo beneficioso. Por lo tanto, no es aconsejable desechar los caldos resultantes, sino conservarlos, preferiblemente congelados, para utilizarlos en preparaciones posteriores.