Las áreas urbanas densas, especialmente aquellas donde hay muchos edificios multifamiliares, tienen un efecto deletéreo en las personas. Según un estudio hecho por expertos de la Universidad de Hong Kong, los que viven en dichas áreas tienden a reportar más soledad que quienes moran en viviendas más distanciadas.

El estudio empleó información de más de 400.000 personas en 22 ciudades del Reino Unido, y comparó su efecto en la salud mental dependiendo de otros factores como si vivían cerca o lejos de autopistas o si contaban con espacios verdes. El hallazgo es que la percepción de soledad se incrementa 2,8 por ciento por cada edificio o conjunto que albergue 1.000 apartamentos a un kilómetro de su residencia.

Según los expertos, ellos experimentan aislamiento social y soledad debido a falta de privacidad y control, lo que lleva a estrés social. Los hombres jubilados fueron los más afectados por este tipo de organización urbanística. El estudio fue publicado en la revista Landscape and Urban Planning y “podría ser una de las claves para tener ciudades resilientes y saludables en el futuro”, dice su coautor Chinmoy Sarkar.

Relaciones de pareja

Arroz en bajo

Según un estudio, las personas tienden a tener relación de respaldo que los hombres por si su relación actual falla.

A los casados les gusta mantener una relación con un ex por si acaso su matrimonio falla. Así lo confirmó un estudio efectuado por investigadores de la Universidad de Oklahoma, en Estados Unidos, que utilizó para ello una muestra de casi 400 parejas casadas. Al menos 62 por ciento de ellas tienen su ‘arrocito en bajo’, a pesar de que 93 por ciento manifestó una entrega exclusiva a su actual amor.

Las mujeres tienden a hacer esto más que los hombres: 55 por ciento dijo que había iniciado una relación sexual con sus antiguos novios frente a 44 por ciento de los hombres. El trabajo, publicado en la revista Cyberpsychology, Behaviour, and Social Networking, señaló que mantener esos viejos romances ocurre ante la creencia de que donde hubo fuego cenizas quedan, entre otras razones. Aunque es común, los investigadores advierten que estas relaciones podrían perjudicar la principal.

Vejez

La talla importa

Perder estatura en la vejez puede ser sinónimo de padecer una enfermedad coronaria.

Investigadores de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, encontraron que las mujeres tienden a encogerse más que los hombres, y esa reducción de altura comienza a los 30 años. De ahí en adelante, ellas pierden 0,8 centímetros en cada década. Pero el hallazgo más grave es que la disminución de talla fue asociada a un mayor riesgo de morir de enfermedad coronaria.

El estudio, disponible en British Medical Journal, utilizó una muestra de 2.406 mujeres suecas y danesas de entre 30 y 60 años, cuya salud y altura fue revisada durante 30 años. Las que más perdieron talla (por lo menos 2 centímetros) murieron de enfermedades del corazón, como infarto y derrame. Aún más, cada centímetro menos fue asociado a un quinto de aumento en las probabilidades de muerte por cualquier causa. El problema, dicen los autores, podría solucionarse con ejercicio e ingesta de vitamina D.

Nutrición

Verde para el corazón

La alimentación de frutas y verduras disminuye el riesgo de padecer enfermedades del corazón.

Dos estudios independientes, publicados en el Journal of the American Heart Association, mostraron que comer alimentos vegetales es bueno para el corazón a cualquier edad. El primero fue practicado en adultos jóvenes, y el otro, en mujeres posmenopáusicas. En ambos quedó claro que la gente con dietas ricas en vegetales tiene menos infartos y enfermedad coronaria en el futuro. Para obtener el beneficio, lo ideal es preferir frutas, vegetales, granos, pescados, y evitar carnes rojas, dulces y bebidas endulzadas.

CIFRA

24horas

Según investigadores, en cuestión de un día se podría diagnosticar demencia. | Foto: Dmitry Berkut

Es todo lo que le tomaría a un algoritmo diagnosticar demencia con un simple escáner del cerebro, muchos años antes de que este comience a presentar los signos de la enfermedad, según investigadores de la Universidad de Cambridge y del Instituto Alan Turing.