Debido a la necesidad de suministrar oxígeno a diferentes partes del organismo como los pulmones, las venas y el cerebro, incrementar la oxigenación es algo que mejora la condición física y mental. Sumado a esto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cuando una persona no adquiere el oxígeno suficiente debe apoyarse de concentradores.
“Los motivos del acceso escaso al oxígeno suelen ser el costo y la falta de infraestructura para instalar y mantener un suministro fiable del gas”, dice una cartilla de especificaciones técnicas escrita por el personal de la citada organización. En ese sentido, para evitar perder oxígeno y adquirir mayor presencia se esté se debe aplicar una acción básica y, comúnmente, involuntaria como lo es la respiración.
Un equipo internacional de investigadores determinó que la sangre puede llevar más oxígeno al cerebro de los ratones cuando hacen ejercicio porque el aumento de la respiración transporta más oxígeno a la hemoglobina, asimismo, mencionan que esto puede aplicarse en cualquier mamífero.
Para Patrick J. Drew, principal autor del estudio realizado en el Instituto de Neurociencias de Penn State, en los Estados Unidos, existe un pensamiento estándar donde se estima que la sangre de los mamíferos siempre está completamente saturada de oxígeno. Por lo tanto, se supone que “la única manera de llevar más oxígeno al cerebro sería llevar más sangre al cerebro aumentando el flujo sanguíneo”.
El grupo de investigadores se enfocó principalmente en observar y analizar cómo los niveles de oxígeno en el cerebro se veían afectados por comportamientos como el ejercicio. “Sabemos que las personas cambian sus patrones de respiración cuando realizan tareas cognitivas. De hecho, la fase de respiración se bloquea para la tarea que nos ocupa. En el cerebro, el aumento de la actividad neural suele ir acompañado de un aumento del flujo sanguíneo”, señala Drew.
A pesar de que se tiene el conocimiento de la importancia de la respiración en el funcionamiento del cuerpo humano, no se conocía de manera detallada lo que sucede en el organismo. Así que el colectivo de científicos usaron ratones para monitorear su respiración, actividad neural, flujo sanguíneo y oxigenación cerebral, al momento de caminar o correr sobre una cinta.
“Predijimos que la oxigenación cerebral dependería de la actividad neuronal y del flujo sanguíneo. Esperábamos que la oxigenación cayera en la corteza frontal del cerebro si el flujo sanguíneo disminuye. Eso fue lo que pensamos que pasaría, pero luego nos dimos cuenta de que era la respiración lo que mantenía la oxigenación”, sostuvo Qing Guang Zhang, otro de los autores del estudio.
Para que eso suceda el ejercicio debería hacer que la sangre transportara más oxígeno y daría sustento a que la sangre no está completamente saturada de este elemento. Los investigadores observaron la oxigenación en la corteza somatosensorial y la corteza frontal, que es un área involucrada en la cognición, y el bulbo olfativo, un área involucrada en el sentido del olfato, porque son las áreas más accesibles del cerebro.
Para ello, se utilizaron una variedad de métodos que permitieron monitorear la respiración, el flujo sanguíneo y la oxigenación. También evaluaron los niveles de oxigenación mientras suprimen la actividad neural y la dilatación de los vasos sanguíneos.
El artículo de investigación publicado en la revista científica de acceso abierto, Nature Communication, concluye que “la oxigenación persiste cuando la actividad neuronal y la hiperemia funcional (aumento del flujo sanguíneo) fueron bloqueadas. Esto ocurrió tanto en el tejido como en las arterias que alimentan el cerebro, y estaban estrechamente correlacionadas con la frecuencia respiratoria y la fase del ciclo respiratorio”.
Uno de los principales argumentos escritos fue que la respiración proporciona una vía dinámica para modular la oxigenación cerebral, es decir, que la respiración puede considerarse como una técnica natural que ayuda a incrementar la presencia de oxígeno en el cerebro.
Con información de Europa Press